¿Hasta cuándo?
El virus viaja con las personas y en las cosas. Todas y todos sabemos las cosas generales acerca de este virus, lo extraño es que autoridades no sepan qué medidas tomar, por lo menos mirando lo que han hecho y hacen otros países.
Con la torpeza acostumbrada, el Alcalde de Cercado-Cochabamba, ha decidido que la Villa Sudamericana sea el centro de cuarentena, cuando es conocida la información que no cuenta con servicios básicos, sobretodo de agua, y el gendarme de turno, amenaza con cárcel, estado de sitio y si estaría en sus manos seguramente con la pena de muerte, hacer cumplir las “decisiones”.
A la improvisación, le acompaña el sentido dictatorial del cumplimiento de órdenes, típica actitud de un régimen dictatorial, como sostenemos desde hace tiempo, ya no les importan las formas (de la democracia) imponen, vociferan, demuestran su mala educación, gobiernan con los gendarmes de la muerte.
Un par de ministros, están desesperados para que se dicte un “estado de sitio”, y con este pretexto acallar las voces de protesta que surgen en todo el país. Nunca un gobierno se había aprovechado de una tragedia mundial para ventilar sus instintos de poder, no de gobierno, instinto de poder primario que solamente tienen las mentes enfermizas que han sufrido algún tipo de trauma.
A tal grado llegan esos afanes de poder que en medio de la crisis, la presidenta de facto se compra un nuevo departamento por un monto superior a lo presentado en la Declaración Jurada de Bienes y Rentas, en noviembre de 2019, que registró un total de «bienes activos» por valor de 133.300 bolivianos.
Estamos presos de un gobierno enfermo de poder, ingenuos los que piensan que se puede esperar un poquito de sensatez en sus actos. Quién no conoce la realidad del país, no puede obrar sobre ella, ¿qué conocen los del gobierno acerca de las economías comunitarias? ¿Conocen algo de solidaridad, como valor?
El refrán popular dice: “No pidas peras al olmo”, en esta coyuntura tenemos que autogobernarnos, retomar nuestras organizaciones naturales, sindicales y/o barriales, estos autogobiernos, deben darnos las pautas de lo que debemos hacer; las elecciones ya no son lo inmediato, su postergación abre otro ciclo en la historia.
Ningún pretexto, incluido el de la salud, puede anular los derechos fundamentales de las personas, el odio, instalado desde el año 2016, en las mentes proclives a la manipulación, piden cárcel, penas duras, para quienes se ven obligados a arriesgar su vida para conseguir un pan para su familia, los medios se ocupan difundir estas ideas y ellos mismos se convierten en verdugos.
En la plaza Murillo de la ciudad de La Paz se puede leer: “Compatriotas: Hasta aquí hemos tolerado una especie de destierro en el seno mismo de nuestra patria (….) hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez que se nos atribuye por el inculto español”.
Parece que es tiempo que las lecciones de historia sirvan para vernos en el espejo de los desafíos que hemos sabido superarlos, con nuestra fuerza, con la fuerza del pueblo.
*Camilo Katari, es escritor e historiador potosino