¡Aleluya, Carlos Mesa habla!

La homilía de fin de semana en la que la alta jerarquía de la Iglesia Católica, súbitamente iluminada por el hálito divino, hace duras críticas a la dictadura presidida por Jeaninne Añez, empieza a surtir efecto. Uno de sus más serviles feligreses –de esa curia tan alejada de los pobres a los que Jesús prefería- ha puesto en circulación un vídeo en el que se suma a los críticos oportunistas. Carlos Mesa Gisbert hace pública aparición luego de silencios non sanctos en estos tiempos de crisis, para decir que ¡menudo descubrimiento! el gobierno de la señora Añez tiene dos funciones que cumplir: llamar a elecciones y enfrentar la pandemia. Que todo lo demás está demás.

Dice don Carlitos Mesa que el gobierno “nos sorprende” con una “cierta tentación de autoritarismo” (sic); es decir, que tal vez no es demasiado coartar la liberta de expresión con un decreto que amordaza aún más a la ciudadanía, que las gasificaciones últimas que muestran en Cochabamba toda la brutalidad de los “motines” enfrentados heroicamente a mujeres y niños que reclaman por comida, entre otras y últimas medidas represivas de los recientes días, son solo eso, una pequeña tentación.

Claro está, es el mismo personaje, candidato perdedor en las últimas elecciones de octubre, aquel que primero habló en aquella circunstancia histórica de un fraudecito que, de ser corregido, permitiría una segunda vuelta en la que, con paciencia y salivita, saldría elegido presidente. Luego, atendiendo las mejores razones de Luis Leonardo Almagro Lemes, el secretario de la OEA que gatilló la teoría del fraude, don Carlitos terminó creyéndose su propia mentira, y que no hubo fraudecito, sino un monumental fraude que le robó el triunfo. Así es, magia de la palabra, él debió ser pero lo esquilmaron. Y por eso, a rajatabla, metiéndose los principios en el bolsillo trasero, clamó a los cielos que la dictadura actual era y es un gobierno constitucional, legítimo por donde se lo vea. Jeaninne Añez (y familia, devenidas en altezas reales) es nomás la hija putativa de don Carlos Mesa y otros malandras procrearon con la platita de la embajada norteamericana.

Pero la hija le salió respondona y le dijo, no papá, no es para ti, que es a mí a quien toca gobernar. Y como vos nos enseñaste cuando tras la caída de Goni prometiste encaminarnos a las elecciones rapidito, mentir no cuesta nada y ahora date cuenta que lo mío tira para largo. Esto no ha gustado al ilustrado periodista que dedica en su alocución alguna frasecita de compromiso sobre la libertad de expresión, a manera de quedar bien con el gremio. Y pide a la hijita caprichosa que razone y haga nomás todo para que en las próximas elecciones –ojala sin el MAS IPSP, al que hay que proscribir rapidito– todo vuelva a la normalidad del hogar conservador y reaccionario.

Pero la muy cristiana presidenta autoproclamada hace caso omiso de la cháchara de la alta jerarquía eclesial y del muy solícito feligrés de marras. Mira para otro lado y prefiere enviar una carta a Evo Morales –es decir, al mismísimo Satanás que sacó la biblia del Palacio– pidiéndole que ya deje de convulsionar el país.

Tal vez, entre fiesta y fiesta familiar –que soplar la vela de cumpleaños a la hija no tiene nada de pecado, según el inteligente ministro Murillo–, una jornada de oración entre todos estos personajes que se dicen creyentes, podría influir en el ánimo del muy demonio que desde Buenos Aires manda órdenes a sus acólitos para soliviantar a la pacífica familia boliviana que sólo quiere que esta pandemia se vaya pronto. Amen.

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2 thoughts on “¡Aleluya, Carlos Mesa habla!

  1. Esstoy de acuerdo con Fernando Rocabado. Es muy claro aqui y en todo el mundo los que mueren son los mayores o ancianos y los pobres o migrantes. Como es el deseo del Banco mundial. La oms. Y hasta fondos de pensiones.

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