LA MEDIA CLASE
Una reciente declaración de una ex embajadora, que fue además diputada y candidata para la alcaldía de la ciudad de La Paz, pone en el tapete el rol de la clase media y sus intelectuales en el desgaste del proceso de cambio.
El rol de la clase media en procesos revolucionarios ha sido siempre tema de debate permanente en la izquierda porque considerados como aliados naturales de la burguesía, tarde o temprano terminan apoyando a esta.
En nuestro país la llamada clase media comparte con las elites coloniales su concepto de progreso y desarrollo basado en la acumulación capitalista y, en lo cultural cultiva los valores occidentales, vive con los viejos aires del viejo París o las brumas londinenses y los más jóvenes con la quinta avenida o disneylandia.
René Zavaleta califica a la clase media como “pequeñas gentes”. Un ejemplo de estas pequeñas gentes, es la citada ex embajadora que, “por su misma ambivalencia, suelen tener muchas explicaciones para cada hecho y explicando y explicando van perdiendo el sentido de la realidad, de los datos gruesos de la realidad y se van enajenando de sí mismas hasta que nadie es culpable de su frustración sino sus imposibles ideas.
El pathos de las capas medias consiste en que nunca o casi nunca descubren de donde viene su perdición.” Hasta aquí Zavaleta y como dice el dicho: “al que le calce el guante que se lo chante”.
El proceso de cambio ha cobijado a muchas pequeñas gentes, que como termitas han minado, poco a poco una frágil construcción, que como vemos terminan siempre del lado de sus intereses muy personales y buscan congraciarse con las oligarquías coloniales con la mágica frase “yo no fui”
Las lecciones que nos da la historia tienen que servir para avanzar, para subir un nuevo escalón en la forja de una sociedad, que conviva con la complejidad de su formación, asumiendo plenamente los desafíos y las transformaciones que son necesarias en un Estado colonial.
En un proceso que pretende cambiar las viejas estructuras sociales, económicas y políticas sobran las pequeñas gentes, los libre pensantes, porque tienen un destino manifiesto basado en la individualidad, en la certeza de “su” verdad, nunca podrán pensar con el jiwasa andino y como vemos terminan con una limpieza pública de sus “pecados” para ser aceptados en sus viejos círculos de pequeñas gentes, que “no se meten en política” pero que salen con sus cacerolas y sus pititas para defender, su religión, su color y sus privilegios.
*Camilo Katari, es escritor e historiador potosino
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