Historia de otro éxito malgastado
El bloqueo de caminos que empieza a desmovilizarse puso en jaque no sólo al gobierno de facto, sino al conjunto de la institucionalidad que se afana en preservar las formas para no cambiar nada. Diversos informes apuntan que la movilización fue superior en cantidad de puntos de bloqueo como en el número de movilizados, a la que dio fin al gobierno neoliberal de Gonzalo Sánchez de Losada. La explicación de esa fortaleza espontánea va más allá de un pedido aparentemente caprichoso por fijar fecha para una elección incierta. Se encuentra en la desesperación de la gente, particularmente la más humilde, que ha visto como su economía se derrumba, su salud está a la deriva por la improvisación y la negligencia, la educación de sus hijos en el limbo, sus derechos pisoteados… suma de calamidades bajo un gobierno soberbio que lo único bien que hace es amenazar y perseguir al fantasma del MAS.
En el punto más alto de la movilización, aparecieron las voces conciliadoras, reflejo de cálculos electoralistas y posturas personalistas. Si seguimos así, suben los votos de fulano; si renuncia la sutana, tal vez se posterguen las elecciones por un año; si los bloqueos se intensifican allá, crecerá la figura de perengano…. Las presiones de organismos internacionales se tradujeron en un comedido patrocinio de un diálogo que excluía a los sin voz de siempre, para salvar el barco a la deriva. Finalmente, el salvavidas del régimen fue lanzado desde la Asamblea Legislativa Plurinacional con una ley que nada nuevo trae, salvo el ámbito legal suficiente para justificar la represión a todo intento de protesta y rebelión.
Herido de muerte, el pueblo movilizado ha iniciado el desbande. Quedan aún focos de resistencia, particularmente de los campesinos del altiplano boliviano, incrédulos ante la traición cometida por quienes fueron elegidos como sus representantes parlamentarios gracias a sus votos leales. Ahora ellos estarán a merced de los aparatos represivos, amparados en la ley de convocatoria que amenaza con lo de siempre a quienes se opongan a sus designios.
Sólo en ese marco del desbande puede entenderse el júbilo de las élites racistas cruceñas, que han salido al día siguiente a congregarse bajo la estatua del Cristo Redentor, olvidando sus hipócritas apelaciones a la necesidad de no hacer marchas ni aglomeraciones para evitar el contagio del COVID 19. Han dado rienda suelta al festejo, pues se saben triunfadores: lejos van quedando los negros nubarrones conformados por indios y collas, las “bestias” que hay que erradicar de su Bolivia croata.
Queda en evidencia que esa derecha reaccionaria ha asumido la situación como lo que es: una guerra a muerte contra el pueblo. Han utilizado todas las armas y estrategias, las legales y las otras, sin guardar disimulo alguno. Nadie ha puesto en tela de juicio la presencia de grupos paramilitares que hacen ostentación de su fuerza y de sus abusos. Ninguna autoridad ni policía ha detenido a quienes, per se, se encuentran fuera de la ley. Las “pititas” pacíficas han devenido en muchos lugares en grupos violentos, como la Resistencia Juvenil Cochala o la Unión Juvenil Cruceñista, que ahora se aprestan a chicotear a los residuos de protesta en las zonas rurales.
¡Pero hemos logrado, finalmente, que las elecciones se realicen! Vaya ingenuidad. ¿Todavía hay quienes creen que Branco Marinkovic vino para ser ministro por un par de meses? Fernando Camacho, en plena euforia, ha dejado escapar el sentir nunca disimulado de la derecha reaccionaria. Nos ha dicho que no se irán, ni por las buenas ni por las malas. ¿Elecciones? Háganlas en el collao, que aquí en la nación camba no lo permitiremos. Lo ha dicho así de claro. En Santa Cruz, los grupos violentos organizados con el beneplácito del gobierno y con el generoso apoyo de la embajada norteamericana, se encargarán de recordarnos que primero está la salud del pueblo y que las elecciones son una clara invitación al COVID 19 a hacer estragos a nuestra población, que ellos defienden contra las hordas de salvajes que no se dan cuenta del peligro que se corre.
Y si el milagro ocurriera, ¿habrá fuerza y organización para combatir el fraude en la que es experta USAID, la agencia yanqui que ya ha metido mano en nuestro sistema electoral? ¿Volverá el pueblo a los caminos a defender un cada vez más hipotético triunfo? La historia de este bloqueo de agosto de 2020 es una más de los éxitos malgastados que jalonan la lucha del pueblo boliviano.