La crisis como oportunidad
En 1985, el Ajuste Estructural llega de la mano del viejo MNR, un partido que enarboló consignas revolucionarias, que ya se encontraban, como demandas en los movimientos sociales de la época como los campesinos, fabriles y mineros “Minas al Estado y tierras al indio” formaban parte del imaginario revolucionario, que se fue construyendo desde las cálidas tierras del Chaco. “La guerra del Chaco, con su absurdo carácter de duelo multitudinario entre soldados desnudos, es el fenómeno a partir del cual comienzan la conciencia y la rebelión de las clases nacionales”i nos dice René Zavaleta. Y es que hasta entonces los patrones de hacienda y los dueños de las minas decidían el destino de Bolivia.
Si fabriles, artesanos, mineros y campesinos son las “clases nacionales” ¿Quienes se encuentran del otro lado? Volvemos a Zavaleta: “Con sus burócratas y sus políticos, que a veces trabucaban un oficio con el otro, con la trama larga y ancha de sus intereses, de sus francachelas y sus corruptelas, el Superestado crea lo que se llamó la rosca apelativo que es un bolivianismo, que sugiere la clandestinidad de un círculo de conjurados, el encierro calificado y antinacional”ii.
Hacemos este recorrido, para enfocar las palabras de Segundina Flores, lidereza actual del poderoso movimiento de mujeres originarias y campesinas Bartolina Sisa, y su declaración que señala a un grupo de haber actuado a espaldas de las organizaciones nucledas en el Pacto de Unidad y la COB, estas “clases nacionales” herederas, no de la frontera Chaqueña de rebelión sino de las mil batallas iniciadas por Manco Inca, Tomás Katari, Tupak Amaru, Tupak Katari, Bartolina Sisa, Kurusa Llawe, Gregoria Apaza, Zarate Willka;
El ajuste estructural del MNR en 1985, destruyó físicamente a la vanguardia de las luchas proletarias en Bolivia: los mineros organizados en la FSTMB y que por Estatuto ocupan la cartera Ejecutiva de la COB. Este desmantelamiento del sujeto histórico y vanguardia política boliviana, fue reemplazado por el movimiento de pueblos originarios nucleados en la CSUTCB y la CNMCB-BS y luego, en tiempo pre-constituyente construyeron el Pacto de Unidad de participación decisiva en la Asamblea Constituyente. El Instrumento Político que nació del seno de estas organizaciones tenía el desafío de cambiar el Estado, después de 180 años de vida republicana, caracterizada por la exclusión y menosprecio de estas “Clases nacionales”.
El Instrumento Político de los pueblos originarios, conquistó el poder político y se enfrentó al desafió de la gestión de gobierno, y en este proceso la mayoría de partidos de la izquierda boliviana se integran al “proceso de cambio” con sus técnicos, sus intelectuales y sus “cuadros políticos”. En este proceso no siempre hubo una buena sintonía entre los intereses de pueblos originarios y la burocracia que gestionaba el gobierno. Estas fisuras se han mantenido y expresado de la manera más dramática en esta crisis múltiple y prolongada, ocasionada por el gobierno de facto.
En muchas oportunidades se ha tratado de comparar al IPSP-MAS con el MNR, debido a que en la práctica el IPSP-MAS representa una “alianza de clases” expresada, principalmente en la gestión de gobierno, esta comparación no es cabal, en la medida que la estructura del IPSP-MAS está compuesta de sus organizaciones fundadoras, que representan fundamentalmente a pueblos originarios e interculturales. Estas estructuras que sostienen al IPSP-MAS, se encuentran en debates internos muy profundos, para fijar posición en estos tiempos que ahora se han tornado electorales.
El IPSP-MAS en su nacimiento y posteriormente en la Asamblea Constituyente marcó un horizonte histórico: El Estado Plurinacional, condicionando todas las reformas a ese objetivo; que comenzó a tomar cuerpo a partir del año 2009.
El desmantelamiento del Estado, por parte del gobierno de facto, pone en primer plano de la acción política este objetivo histórico, ya no como construcción, sino primero como rescate y luego su consolidación, que llevará muchos años, ya que esta crisis, crisis múltiple y prolongada, ha demostrado que una parte de la sociedad boliviana no tiene la capacidad ni voluntad del respeto a la diferencia como primer valor del Estado Plurinacional.
Esta “revelación” del rostro racista que se nutre de las teorías fascistoides, que nos ha demostrado la crisis, obliga a que superemos todos los desencuentros, los rencores y los proyectos personales para retornar al Qapaj Ñan, a esa ruta trazada para una vida equilibrada, complementaria, respetuosa de las relaciones de reciprocidad entre naturaleza sociedad y Estado. Se trata de transformar la crisis en una energía creativa que permita construir la agenda de rescate del Estado Plurinacional, de configurar sus componentes y para ello derrotar, nuevamente, las ideas conservadoras y fraccionalistas de un territorio que espera la celebración de sus ayllus, de las comunidades rurales y urbanas.
i René Zavaleta M. La formación de la conciencia nacional.Los Amigos del Libro.1990. Cochabamba-La Paz.
ii Idem.