Adiós a los óscares, el gobierno que hace aguas
Dos renuncias a sendos ministerios en menos de 24 horas dan la pauta del carnaval que es el gobierno de facto presidido por la autoproclamada presidenta Jeaninne Añez. Oscar Ortiz, el ex candidato del 3% en la anterior elección, y Oscar Mercado, no forman más parte del Ejecutivo que prometía ser de transición, respetuoso de las leyes y defensor de la democracia. Nada de ello, la juntucha sucumbe a los caprichos de Arturo Murillo, el hombre fuerte del régimen, el que cree que el poder es eterno…
Triste aunque previsible final para el representante de las logias cruceñas –no lo afirmamos sólo nosotros, lo confirma el bocón del ministro de Gobierno–, quien desde el ministerio de finanzas lanzó un salvavidas por demás generoso a sus compinches agroempresarios, mediante la concesión de un préstamo que sale del bolsillo del pueblo boliviano. Nadie ha salido a defenderlo; por el contrario, ha recibido el aluvión de improperios de parte de su rival que, nuevamente, se da el lujo de cambiar el gabinete en nombre de la autoproclamada, que tampoco dice esta boca es mía. Punto de fricción ha sido la “devolución” a ELFEC de ciertas acciones que pasaron a poder del Estado merced a la política nacionalizadora del gobierno de Evo. Aunque Ortíz es un furibundo defensor del dejar hacer dejar pasar, creyó demasiado descarada la forma y el procedimiento para dar marcha a un proceso de desnacionalización en beneficio de los compinches cochabambinos.
Más triste aún es la salida del ministro de Trabajo. Sin decir ni chis ni mus, su alejamiento ha sido comunicado en un breve anuncio del ministerio, como si se tratara de una disposición administrativa. Aunque, en rigor, sí lo es, se supone que una alta autoridad debe informar al pueblo los motivos de su “renuncia”. Nada de ello ha ocurrido; ha tenido que hacer mutis por telón de fondo, sin más trámite. Y, como Ortíz, sólo le queda sacar sus pertenencias del circunstancial escritorio que ocupó para defender los intereses empresariales, mediando a favor del patrón en los despidos incesantes que han caracterizado este periodo de nefasto gobierno.
La enseñanza va más allá de ambas anécdotas. Nos recuerda a las continuas crisis de gabinete en las épocas neoliberales, cuando se colaba con chicle las ensaladas de gobierno que se negociaban en los pasillos del Congreso. No había necesidad de discusión programática, porque el Plan de Gobierno era entregado por la embajada norteamericana, para que nadie se salga del libreto. Sólo había que negociar espacios de poder, para acomodar a la militancia. Así, el país nunca marchó.
Así, Bolivia nunca avanzará. Esa es la lección de fondo que debe aprender el pueblo boliviano, especialmente en sus estamentos menos esclarecidos que, todavía, confían en la propaganda y publicidad made in USA, que acuña frases de impacto, carentes de contenido. “Que no vuelva la dictadura”, dicen; haciendo del slogan una forma de tapar la total ineficiencia e ineficacia de estas juntuchas que se arman sobre la base de su común odio al pueblo y a todo lo que huela a indio, a cholo, a indígena originario.
Aquellos que hablan de voto útil –otro slogan para restarle votos al MAS IPSP y su binomio Lucho – David– sólo pretenden contribuir con un caudal electoral al desgobierno y a la deslegitimación de un imprescindible gobierno fuerte y representativo, con ascendiente popular suficiente para encarar la crisis que cada día se agudiza, con medidas profundas que pongan freno a la voracidad de las transnacionales imperiales, que recupere la economía y promueva políticas para enfrentar las dos pandemias, la del corona virus y la del neoliberalismo. Lo otro es caminar hacia el suicidio, viabilizando un gobierno de coalición derechista cuyos frutos y resultados se expresan en el actual desgobierno, carente de ideas aunque hábil para negociados que les permite llenarse los bolsillos a costa del hambre y la salud del pueblo.
El 18 de octubre, si es que antes no consuman el harakiri de proscribir al MAS IPSP de las próximas elecciones, hombres y mujeres de la patria tienen su destino en sus manos, votando por esa mayoría azul que se manifiesta en múltiples expresiones de apoyo a Lucho y David; y que debe organizarse rápidamente para defender sus derechos no sólo en las urnas.
P. S. Al cierre de esta nota, se producía una tercera renuncia, la de un tal José Abel Martínez, del Ministerio de Desarrollo Productivo y se anuncian otras.