El inusual viaje del ministro Murillo

¿A qué viajó Arturo Murillo a Estados Unidos, en representación del gobierno de facto de la autoproclamada? Una primera respuesta resulta ser una verdad de Perogrullo: a recibir órdenes, ni duda cabe. Pero, lo preocupante es saber qué tipo de órdenes puede recibir un ministro boliviano del Departamento de Estado que no se puedan transmitir de manera rápida y en propio suelo boliviano.

Surgen entonces las susceptibilidades, toda vez que se supone que el funcionario de marras es, finalmente, un burócrata con fecha de expiración. Puesto que, también se supone, el 18 de octubre el gobierno de facto acaba funciones y, por las trifulcas internas de la derecha, es impensable un eventual triunfo de cualquiera de las fórmulas anti MAS que se preparan para lograr la hazaña de una segunda vuelta, habida cuenta del reconocimiento implícito y explícito del triunfo del binomio Lucho – David en las justas electorales del 18 de octubre próximo.

Entonces, ¿qué tema de importancia podría tratar el bocón Murillo con sus pares de Washington? ¿Qué amerita su viaje a la capital norteamericana? Algunas fuentes señalan que la posibilidad de una proscripción del MAS IPSP de la carrera electoral tendría un efecto devastador sobre el tablero político boliviano. Negarle el derecho a elección a quienes propios y extraños reconocen más del 40% de la preferencia electoral, es sencillamente cerrarle al pueblo el derecho legítimo a elegir a su próximo gobierno. Hacerlo requiere tener no sólo el consentimiento de la administración Trump –cuya prórroga parece también en tela de juicio por las tendencias electorales que avizoran un triunfo de los demócratas en las elecciones de noviembre próximo–, sino de su pleno y decidido apoyo. Es decir, la imposición del uso de la fuerza militar y policial para reprimir al pueblo, aunque los muertos se cuenten luego por centenares.

Evitar a toda costa el triunfo del MAS IPSP y su retorno al gobierno. Tal misión es, en definitiva, el encargo que lleva Murillo en representación de las cada vez más menguadas fuerzas electorales de la derecha. El objetivo va acompañado por una serie de variables que van desde la proscripción y la denuncia de fraude y anulación de elecciones; hasta la simple y llana negativa a entregarle el gobierno, en caso de llegar al evento electoral con reglas y procedimientos claros. Incluye el fraude electoral para forzar una segunda vuelta y, por lo que ya se filtra, supone también esquilmarle votos no sólo al MAS IPSP, sino al cándido candidato Carlos Mesa, que no tiene la confianza de los norteamericanos por su demostrada pusilanimidad. Apuesta atrevida, promover a Fernando Camacho a un segundo lugar para que sea él quien dispute en nombre de la coalición derechista, un balotaje en el que el fraude es más fácil de llevar a cabo.

Estos temas son de común interés para Murillo y sus mandantes norteamericanos. Se trata, en definitiva, de afianzar un modelo que, con elecciones o sin ellas, garantice la hegemonía norteamericana en la región y le facilite la extracción del litio y de las tierras raras, aquellos minerales estratégicos de los que Bolivia aún no se beneficia, para impulsar en mejores condiciones su contienda –la norteamericana– con sus rivales chinos y rusos. Si para “defender la democracia” es necesario un baño de sangre, Murillo y sus compinches han dado suficientes pruebas de falta de escrúpulos para cumplir el encargo a la perfección.

Que su llegada a tierras del norte haya sido objeto de un rechazo contundente de la comunidad boliviana que aguardaba a Murillo, no es obstáculo para que éste, en nombre del país, esté dispuesto a firmar y aceptar las condiciones que ese viejo imperialismo yanqui impone a nuestra región. Por lo pronto, el pueblo movilizado da suficientes pruebas de fe ciega en la palabra empeñada por los mentirosos que ya postergaron repetidamente las elecciones nacionales. Cada vez más, interesa no sólo defender el derecho a elegir, sino, también, a organizarse para derrotar al fraude y a las maniobras antidemocráticas de los que –Carlos Sánchez Berzaín dixit– tienen clara su derrota el 18 de octubre.

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