Los problemas de división de la derecha pedestre podrían ser resueltos por un General de División Aérea
Titulo la presente nota usando una idea del gran Coco Manto, quien en un artículo del Semanario Pulso del 11 al 17 de junio de 2004, escribía: “Con tanta división general abajo, un día de estos la embajada nos va a poner un general de división encima”.
El viaje de Murillo a Estados Unidos, reza el anuncio oficial, es para tener reuniones con la Organización de Estados Americanos (OEA), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Departamento de Estado.
Dadas las condiciones de la coyuntura electoral, este viaje no puede tener otro contexto y motivos que no estén ligados a este acontecimiento que, de ser legal y lícito, debía entregar el poder a Luis Arce y David Choquehuanca en primera vuelta, según indican las encuestas y sus proyecciones de voto.
Nos preguntamos: ¿Después de toda la parafernalia golpista de noviembre, se devolverá el poder al Movimiento Al Socialismo (MAS), que sin duda se sentirá más envalentonado que cuando Evo Morales gobernaba? ¿Reconocer la victoria electoral del MAS no sería un acto suicida de la oligarquía croata y sus socios mesotutistas y conadistas? ¿Doria Medina y Costas aceptarían esto? Creemos que esta oligarquía no buscará su autodestrucción y que sus planes son otros.
Noviembre no concluía con destronar a Evo Morales. Querían dar una lección “al populismo comunista” usando como arma el terrorismo de Estado, eliminando al MAS de la futura historia política de Bolivia. Además de perseguir a dirigentes, encarcelar a inocentes y propinar matanzas como las de Sacaba y Senkata, usarían otras fórmulas como quitarle la personería jurídica al MAS. Por eso la pregunta del periodista Enrique Salazar a Luis Arce sobre los resultados de la encuesta no fue inocente. Salazar demostró su amistad con el peruano Chávez, excaporal de la Vicepresidencia, al cumplirle el encargo de hacer “la preguntita misil” a Arce. No olviden que el peruano es hoy jefe de campaña de Camacho.
La oligarquía antiboliviana no soltará el poder que extrañó durante 13 años y tuvo temor y pánico de perderlo definitivamente durante los primeros años del gobierno de Morales. Felizmente para ellos e infelizmente para el proyecto transformador, sus maniobras envolventes le dieron resultado al “envolver las mentes” de dirigentes políticos del Proceso de Cambio y reposicionarse hasta lograr condiciones materiales y subjetivas que le permitieron golpear en noviembre de 2019.
Por tanto, la oligarquía croata y sus socios locales no arriesgarán poder, aun sea usando la violencia. Me pregunto: ¿Crearon grupos paramilitares en casi todos los departamentos para cortar margaritas? Por supuesto que no. Estos actúan al mismo estilo gringo, como los operadores de las tareas sucias de las Fuerzas Armadas, como ocurre con el Ejército norteamericano, que hoy contrata a mercenarios de agencias de seguridad para actuar en los países ocupados. Estos mercenarios no son juzgados por las leyes estadounidenses, pues no son servidores públicos.
Solo así se puede entender en Bolivia la impunidad otorgada a la Unión Juvenil Cruceñista (UJC), la Resistencia Cochala y a los enchalecados con ropa militar, cascos y escudos que actúan en La Paz, Oruro, Chuquisaca y Potosí. Representa, en pequeño, el modelo de las autodefensas de Colombia, organismo paramilitar que actúa bajo la protección de las Fuerzas Armadas colombianas, y que esperamos no evolucionen hasta los niveles de importancia que tienen en el país hermano.
En estos grupos ilegales incluyen también policías, como ya ha quedado demostrado, y cuentan con entrenamiento por militares, como en el caso de Santa Cruz.
En la segunda semana de septiembre, estos se reunieron en Sucre, con escándalos, borracheras, granadas de gas, cocaína, marihuana y Covid-19 de por medio. En ese evento nacional decidieron convocarse en la ciudad de La Paz, el 5 de septiembre para presionar a las autoridades judiciales para revocar la personería jurídica del MAS y exigir la renuncia del “insólito e inexplicable” Fiscal General, Juan Lanchipa.
Cualquiera sea el resultado de este acto, no dudemos que buscará provocar a las organizaciones populares, pretendiendo un enfrentamiento entre población civil, acusando al evismo de producir actos terroristas y alzamiento armado, como ya lo predijera el ministro Murillo con su bola de cristal.
Este hecho, junto a otros similares, generaría condiciones para estructurar un escenario donde se dicte un estado de excepción primero y la entrega del poder por la presidenta Áñez a las Fuerzas Armadas después, ante “el riesgo en el que se encontraba la pervivencia de la nación”, según sus códigos republicanos.
Un escenario como el descrito puede explicar la visita del hombre duro de Áñez a Washington.
Murillo buscaría no solamente que el Departamento de Estado le devuelva la confianza quitada al gobierno de transición, sino también conjugar las visiones de la Administración de Control de Drogas (DEA) y la CIA sobre el actual gobierno Bolivia, las que difieren en su lectura política y lo concerniente a la exportación de grandes volúmenes de cocaína desde aeropuertos legales.
El ok del Departamento de Estado daría aire al Gobierno para “frenar el avance incontenible del masismo ateo y nacionalizador”. La OEA daría su bendición para postergar elecciones por no existir las condiciones políticas para ejecutarlas, sea en primera o segunda vuelta, y ante la crisis política y económica que se avecina, el BID otorgaría bajo sus condiciones los créditos pertinentes para su sostenimiento.
¿Por qué me atrevo a afirmar esto si no tengo bola de cristal como el Ministro en cuestión?
Por la profunda división de la derecha, que en sus expresiones “democrática” y autoritaria (sin olvidar que ambas, después de confrontar el debe y el haber, son golpistas y amigas del Departamento de Estado) al presente no cuentan con un objetivo común como fue sacar a Evo Morales del gobierno.
Hoy el falso demócrata Carlos Mesa tiene una Comunidad Ciudadana fraccionada, pues dejó de ser una comunidad de intereses, ya que sus intereses personales priman dejando de lado la participación ciudadana. Se le fueron muchos adherentes pititas, activistas e intelectuales porque demostró ser un déspota elitista que toma decisiones inconsultas, que no respeta lo acordado y menos los basamentos de una democracia interna. Se le fueron sus jóvenes para adscribirse a Camacho. Si bien sigue teniendo la segunda intención de voto a nivel nacional, Camacho avanza raudamente desde atrás. Por otra parte, los exaliados de Mesa siguen los lineamentos de sus amos de la Avenida Arce.
Los halcones proponen fraude electoral contra Mesa, para lograr condiciones de una segunda vuelta con Camacho, como contendor de Arce. Este fraude también recortaría votos al MAS con el objetivo que Camacho tenga una más numerosa bancada en la Asamblea Plurinacional.
Camacho hoy se encuentra enfrentado diametralmente con Mesa, acusándolo de incapaz y cobarde, y usando un discurso de violencia contenida y sustentado en la cruz y el rosario.
Por su parte, las palomas buscan que los votos de la renunciada Áñez migren hacia Mesa aunque sin asegurar su victoria en segunda vuelta, ya que Camacho anunció que no le otorgara sus votos.
La división de la derecha es evidente. Sus grupos de poder como las Logias Toborochi y Caballeros del Oriente, están divididos. Sus partidos políticos no tienen la voluntad de forjar un proyecto común. Es más, Doria Medina y Costas dicen ahora que no fueron parte del gobierno de Áñez. Su unificación a menos de 20 días del acto electoral solo puede ser resultado de un milagro, y aun así seguirán mostrando sus diferencias y ambiciones.
Por eso el escenario de una salida de fuerza no debería extrañarnos, viendo que además en los gobiernos de Brasil, Colombia, Ecuador, Chile, los militares son actualmente el poder tras del trono, con la bendición del Departamento de Estado. Me pregunto si silenciosamente no se estará imponiendo esa forma de injerencia gringa en América Latina.
En Bolivia no estamos lejos de que esto pueda suceder, con las variantes de una situación política tan compleja como la producida por la incapacidad de la derecha boliviana para encontrar una salida democrática que sirva a sus intereses, conjugados con los de la metrópoli del norte.