Defender la Vida
Hemos guardado un prudente silencio esperando que las ideas luminosas del “Vivir Bien” se apliquen con el nuevo gobierno, en una sociedad castigada por la crisis mundial de una civilización cada vez más decadente. Lamentablemente nuestra expectativa tuvo un duro revés con la impunidad que gozan los autores del golpe de Estado y sus operadores inmediatos.
Estamos en ese momento cuando el mundo se pone “patas arriba” como señaló Galeano, y parece que estamos en el reino de la infamia, cuando vemos a un candidato de grueso bigote ser aprobado en su intento de llegar a la Alcaldía que fue presa de la violencia por su complicidad con las ideas separatistas, o cuando una dictadora aconseja a un gobierno salido de las urnas.
Estamos en un mundo “patas arriba” cuando se mueren hombres y mujeres de temple y coraje y los infames tienen suficiente aire para seguir conspirando en contra de la vida.
Seríamos ingenuos si pensamos que la tragedia de la vida afecta los intereses de un bloque colonial empeñado en mantener sus privilegios a costa de la exclusión y sumisión de quéchuas, aymaras, guaraníes y de tantos otros pueblos de las tierras bajas.
Seríamos ingenuos si creemos que los medios de comunicación se tornaron “imparciales” y democráticos; la democracia no enterró a la bestia fascista, que agazapada ya comienza a caminar y mostrar sus garras sanguinolentas de la última cacería.
La democracia en Bolivia no está consolidada, como no lo está en el resto de los países que se empeñan en cortar las dependencias coloniales. Trump no está más en la Casa Blanca, pero su fantasma recorre sus pasillos y les recuerda a sus ocupantes pasajeros que el imperio es más grande que sus buenos deseos y mantienen sus políticas brutales de bloqueo a Cuba o Venezuela.
Estamos muy ocupados en trepar el árbol del poder local y no miramos el bosque amenazado por tormentas, que ya se están anunciando. Seguramente ya no serán aulas universitarias el lugar donde se planifique, otra vez, la muerte de la democracia y los rezos farisaicos bañados en agua bendita seguirán conquistando almas caritativas que tarde, como siempre, se darán cuenta que fueron arcilla en manos de predicadores más cercanos al infierno que a la tierra prometida.
Comenzamos un año muy complicado, el miedo está dominando el ambiente y sus grandes divulgadores desde las pantallas, las hojas amarillentas de los diarios, las radios y las redes suciables, nos arrebatan la poca libertad de pensar. Nos obligan a ser dependientes, a esperar salvadores que nos prometan un futuro porvenir, nos obligan a asumir nuestra condición colonial.
Descolonizarnos es volver a construir comunidad, a practicar el valor perdido de la solidaridad, a respetar la diferencia y a valorar la vida. “El Revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de Amor” decía el Che, palabra enorme que obliga a examinar nuestras actitudes, nuestras prácticas cotidianas plagadas de formas sin contenido. Recuperar la praxis del Vivir Bien, es el inicio de la descolonización. Hoy más que nunca estamos obligados a defender la vida, la vida plena.
*Camilo Katari, es escritor e historiador potosino