Las gestas racistas y coloniales
El ex dirigente del Comité Cívico de Santa Cruz, cuando se refiere al golpe de Estado del año 2019 señala que se trató de “una gesta heroica”, similar adjetivo se utilizó para justificar el asesinato de Gualberto Villarroel en 1946 para justificar estos asesinatos, se publicó un libro como se ha hecho también con el golpe de Estado del año 2019. Estos hechos no son coincidencias, son parte de la historia permanente de la lucha por la definitiva liberación del colonialismo que comenzó en 1532.
Durante años hemos mantenido una línea de análisis que se encuentra afirmada en la matriz colonial de la formación social boliviana y los hechos van confirmando que la contradicción principal tiene que ver con la mentalidad colonial que pervive en las élites del poder económico, que han logrado mantener subordinado a los pueblos originarios.
Esta capacidad de ejercicio de poder, ha utilizado todos los dispositivos que tiene a su alcance, primero su aliado histórico que es la religión católica y luego la evangélica, con algunos matices; luego utilizaron la política como instrumento del poder (desde la fundación de su República) completando este triángulo encontramos a los medios de comunicación.
Iglesia, política y medios de comunicación, son hoy los dispositivos de defensa del colonialismo como ordenador de la vida en Bolivia y los sectores aparentemente “revolucionarios”, aceptan estas reglas del juego. Entonces no debe extrañar a nadie que tengamos una iglesia defendiendo la muerte y a los asesinos, medios de comunicación hablando de “general repudio por la detención de Añez” o tener como autoridades electas a corruptos, acosadores y golpistas.
Este triángulo colonial, convive con el marxismo dogmático, incrustado en el seno del MAS, es el perfecto aliado de las corrientes “pactistas” del instrumento político forjado por los pueblos indígenas, impidiendo llevar adelante la idea principal que dio nacimiento al MAS-IPSP: romper con el colonialismo.
La ruptura del orden colonial es de confrontación, siempre fue así desde la resistencia de Wilkapampa en 1536 hasta agosto del año 2020, hoy la confrontación se presenta en el pensamiento guía de la gestión pública.
Los intereses coloniales persistentes en nuestra formación social, forman parte de las estrategias geopolíticas mundiales, no debemos olvidar que el imperialismo es siempre colonialista, por eso el rol de las embajadas imperiales de EEUU y de Inglaterra en las muertes de Senkata y Huayllani.
La democracia, que fue reconquistada por los movimientos sociales, en agosto del año 2020, no puede ser debilitada por una gestión de gobierno basada en la incertidumbre ideológica y la carencia de un programa de afirmación del Estado Plurinacional.
Los enclaves coloniales que habitan en los centros urbanos, han sido actores principales en el golpe de Estado del 2019, han sido pilares en las represiones a mujeres como en las avenidas y calles de Cochabamba, Santa Cruz, Sucre, La Paz, y hoy como minorías políticas, se asientan en estos territorios para implementar el racismo colonial como gestión de gobierno.
Las concesiones de los “pactistas” han hecho daño a los procesos de emancipación de los pueblos originarios y sus consecuencias son la presencia y opinión de viejos colonialistas que pretenden dar lecciones de ética, democracia, justicia, olvidando que fueron protagonistas de masacres de golpes de Estado, de violaciones a los derechos humanos, y de tener cuentas pendientes con la justicia.
El verdadero “Pachakuty” será obra de los pueblos originarios y sus organizaciones, que son los verdaderos actores y sostén del gobierno actual, eso ha quedado demostrado en los resultados electorales, esperemos que el gobierno escuche el mensaje claro y profundo que emerge de los ayllus y comunidades y obre en consecuencia.
*Camilo Katari, es escritor e historiador potosino