El Pensamiento descolonizador del Che

La incertidumbre, como sentimiento nuevamente recorre las calles y avenidas del país, pero también existe una especie de angustia  ideológica que es uno de los componentes de la crisis que arrastramos desde hace ya bastante tiempo. El concepto “abigarrado” acuñado por Zavaleta (aunque se sostiene que F. Reinaga también ya lo había planteado) es útil para descubrir que en los pliegues de la yuxtaposición de ese abigarramiento se esconden los viejos complejos y matrices de pensamiento que son fundantes de la estructura social en Bolivia.

Durante siglos la sociedad boliviana estaba conformada por la población urbana, con diversidad de actividades y ocupaciones; desde dueños de minas y haciendas, hasta los artesanos y por otro lado “los indios”. Esta relación fue organizada en los tiempos coloniales, se configuró en los andes un nuevo orden de las cosas: el orden colonial.

Actualmente, en las reyertas políticas, los pliegues de lo “abigarrado” se muestran con toda su desnudez, aflora de manera violenta el carácter racista, elemento constitutivo del orden colonial, y sus múltiples expresiones, no pueden ser debatidas en el marco de la democracia liberal hija de este mismo sistema colonial planetario.

Volcar los ojos a nuestra condición colonial, facilitaría y mucho, los procesos de liberación nacional, en el caso boliviano de liberación plurinacional, y la consolidación de un Estado cuyo esbozo de encuentra en nuestra actual Constitución Política, producto de una tormentosa Asamblea Constituyente.

Desde Mariátegui, pasando por Gamaliel Churata, los pensadores marxistas, verazmente dialecticos, han puesto los ojos en esta condición colonial, entre ellos el Comandante de américa Ernesto Che Guevara, que señalaba: “Nuestros ojos libres se abren hoy a nuevos horizontes y son capaces de ver lo que ayer nuestra condición de esclavos coloniales nos impedían observar: que la ‘civilización occidental’  esconde bajo su vistosa fachada un cuadro de hienas y chacales”.

Somos los herederos de esa cultura occidental, y vemos a los chacales y las hienas que se ensañan con quéchuas y aymaras, que a veces con rostros mineros, y otras con polleras al viento como María Barzola o las actuales “bartolinas” son las víctimas principales en las incontables masacres y  con la misma naturalidad de haber degollado al Inca Atahuallpa, o descuartizado el cuerpo de Tupak Katari.   

El Che cuando analiza este fenómeno colonial recuerda: “Nos acordamos que ayer, casi, veíamos a un pequeño país de Europa, trabajador y civilizado, el reino de Bélgica, invadido por las hordas hitlerianas; amargaba nuestra conciencia el saber de ese pequeño pueblo masacrado por el imperialismo germano y lo veíamos con cariño. Pero esta otra cara de la moneda imperialista era la que muchos no percibíamos.

Quizás hijos de patriotas  belgas que murieran por defender la libertad de su país, son los que asesinaran a mansalva a millares de congoleños en nombre de la raza blanca, así como ellos sufrieron la bota germana porque su contenido de sangre no aria no era suficientemente elevado …Quizás muchos de aquellos soldados, convertidos en subhombres  por la maquinaria imperialista, piensen de buena fe que están defendiendo los derechos de una raza superior; pero aquí en la ONU son mayoritarios los pueblos  que tienen sus pieles tostadas por distintos soles, coloreadas por distintos pigmentos, y han llegado a comprender  plenamente que la diferencia entre los hombres  no está dada por el color de la piel, sino por las formas de propiedad de los medios de producción, por las relaciones de producción”. [1]   

La descripción, tan cercana a nuestra realidad donde un pequeño grupo de aventureros se adueñó de la tierra, del oro, la plata y luego de la administración del Estado, determinando que las relaciones sociales de producción coloniales se prolonguen hasta nuestros días.

Las nuevas escaramuzas de la violencia entre los defensores de una “democracia” a su medida y pensamiento colonial, nos obliga a repensar en la caracterización de las estrategias imperialistas, para mantener estas estructuras de poder colonial, como la garantía de su expansión y consolidación.

El proyecto político que usurpó el poder en el año 2019, sigue en pie, y no es otro que mantener el enclave colonial, funcional al poder imperial, con el nombre de “República, democracia, civilización, etc”. El camino de la revolución en Bolivia tiene que saldar cuentas con ese nido de “hienas y chacales” que heredamos de los Almagros y Pizarros.


[1] Las citas del Comandante Che Guevara han sido tomadas de “El Libro Verde Olivo”Ed. Diógenes México 1973.

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