Ciencia y tecnología en el desarrollo
El futuro de la humanidad, así como de todos los seres vivos del planeta, está en nuestras propias manos, las sociedades cambian al influjo de los cambios de cultura y conocimiento del hombre, y por eso mismo la educación en la sociedad debe cambiar drásticamente si deseamos revertir el instinto depredador que hemos adquirido, el desarrollo de la ciencia y la tecnología tiene que ser reorientada para beneficio de los pueblos y su medio ambiente. La nueva educación tiene que crear al Hombre nuevo, con valores nuevos, que sea capaz de preservar la convivencia pacífica entre hombres y mujeres de todas las culturas, resguardando el equilibrio de la naturaleza en función de satisfacer nuestras necesidades básicas así como de las generaciones venideras.
La concepción del desarrollo sostenible surge en la década de los años 60 como una consecuencia de la crisis ambiental que se empieza a vivir en nuestro planeta, resultado de la visión desarrollista desenfrenada del modelo capitalista inhumano e insensible. Un modelo capitalista que promueve y facilita el surgimiento de pequeños grupos de poder que viven en la opulencia irracional así como el surgimiento de sociedades cuyo bienestar se fundamenta en la locura del consumismo y el uso irracional de los recursos naturales y energéticos. El único justificativo de este modelo resulta ser el logro del supuesto bienestar de los seres humanos, sin medir las consecuencias y peor aun cuando este modelo no garantiza en manera alguna la distribución ecuánime del bienestar humano. Los límites físicos de los recursos naturales y energéticos del planeta no permitirían que toda la humanidad tenga el mismo nivel de vida de los países más desarrollados, con lo cual se devela la falacia de sus argumentos. Con el mismo análisis se derrumba la teoría de un capitalismo mas humano. El eje del desarrollo tiene que ser la preservación del ecosistema con el ser humano como principal beneficiado.
La humanidad no puede continuar con el ritmo de sobre-explotación de los recursos naturales y el derroche de las energías no-renovables. Los desequilibrios que ha causado en la naturaleza ya no pueden tomarse como meramente especulativos, los cambios climáticos se perciben fácilmente, aumento global de la temperatura, descongelamiento de los glaciales, adelgazamiento de la capa de ozono, frecuencia de desastres naturales como consecuencia de posibles trastornos climáticos son algunas de las evidencias del daño causado a la naturaleza. Los países responsables de estos desequilibrios hasta la fecha no han hecho ningún esfuerzo por controlar su voracidad por el consumismo. Por otra parte, un crecimiento irrestricto de la población también puede constituirse en un factor negativo para la sustentabilidad del desarrollo y la preservación del ecosistema.
La nueva sociedad que deseamos construir tiene que basarse en la planificación de un desarrollo que permita satisfacer las necesidades básicas de todo el pueblo boliviano, para que todos tengan las mismas oportunidades de acceso a los servicios básicos, educación, salud, vivienda, seguridad alimentaria y trabajo, pero al mismo tiempo manteniendo un equilibrio saludable entre las necesidades del hombre y el medio ambiente, garantizando que las futuras generaciones tengan también la posibilidad de satisfacer sus propias necesidades. La premisa fundamental del vivir bien requiere de una planificación lógica del desarrollo.
La explotación de los recursos naturales renovables y no-renovables no puede realizarse de manera indiscriminada, es decir con la vieja lógica de que hay que explotar todo lo que se pueda porque eso genera divisas para el estado, ya sea por exportación directa de la materia prima o eventualmente con valor agregado. La explotación debe planificarse tomando en cuenta los siguientes criterios: Satisfacer la demanda local tanto para el consumo directo como para su industrialización, la exportación de nuestra materia prima debe estar en función de las necesidades económicas del país para importar productos que no producimos y finalmente preservar el máximo equilibrio entre la explotación y la preservación del medio ambiente, esto significa que no debemos agotar los recursos no-renovables sin antes contar con los recursos renovables sustitutivos y a su vez estos recursos renovables no deberían explotarse a un ritmo mayor del que pueden regenerarse.
La industrialización debe planificarse pensando fundamentalmente en producir los bienes de consumo que nos permitan satisfacer nuestras necesidades básicas, evitando la contaminación ambiental que genere trastornos irreversibles en el medio ambiente. Los excedentes de producción solo deberían cubrir nuestros compromisos internacionales en el marco de una economía de complementación productiva, generando divisas complementarias para mantener un equilibrio en la balanza de importación y exportación e impulsar la investigación y el desarrollo de tecnología que permita generar energía con recursos naturales renovables en previsión al agotamiento inminente de los no-renovables.
La investigación de la ciencia y la tecnología debemos orientar a encontrar las formas más eficientes del uso y aprovechamiento de nuestros recursos naturales así como de nuestras fuentes de energía con un mínimo de contaminación ambiental, para optimizar la producción y mejorar la eficiencia de nuestras empresas productivas, una ciencia y tecnología capaz de incidir positivamente en la educación y salud de los pueblos, dejando de lado la tecnología del consumismo.
El plan de desarrollo necesariamente tiene que ser complementada con esta visión del desarrollo sustentable, es preciso actualizar y ampliar la información sobre las reservas de nuestros recursos naturales no-renovables y renovables, el consumo interno de los mismos así como la producción y consumo de bienes con una proyección no menor a los 50 años, establecer de manera real los requerimientos de industrialización que nos permita satisfacer fundamentalmente las necesidades básicas del pueblo boliviano, planificar con las mismas proyecciones la importación de bienes no producidos en el país y en función de estas necesidades planificar la industrialización y los límites de exportación de materia prima o procesada, guardando el equilibrio en la balanza de la importación y la exportación o preferentemente con un pequeño balance favorable al país.
Cochabamba Marzo, 2021
Hugo Siles A.