¡CÍNICOS!
El cinismo es propio de gentes sin principios, sin valores. Los cínicos van tras la búsqueda de objetivos sin trepidar un solo instante en los medios para conseguirlos, así sean estos los más detestables, los más obscenos e inmorales.
Los cínicos, son descarados y hasta procaces en su insolente desvergüenza, son desleales y traidores, ruines y mentirosos.
Los cínicos son oportunistas y trepadores, adulones y sumisos con los poderosos, arbitrarios, agresivos y verdugos de los pobres y los desheredados.
El cinismo es proverbial en políticos cuyo fin es llegar al poder a cualquier precio, por cualquier medio, utilizan a sus adláteres como fichas descartables, como peones, sin el más mínimo respeto.
En nuestro país, los cínicos fueron y son legión, se renuevan cada vez con mayor cinismo, con mayor procacidad con mayor desvergüenza, con mayor descaro y con el mayor atrevimiento.
La detención en Estados Unidos de Arturo Murillo, ex ministro del gobierno de facto de Jeanine Añez ha mostrado como pocas veces, el desbordante cinismo de sus anteriores compinches, que con descaro inaudito hacen coro para pedir su extradición y su enjuiciamiento en Bolivia.
Murillo, al igual que Jeanine Añez y todo su gabinete fue organizado e impuesto por los autores intelectuales y materiales del golpe de estado. Camacho, Doria Medina, Carlos Meza y Tuto Quiroga se repartieron el siniestro botín. Murillo su matón principal, cumplió, cual jenízaro aventajado, las tareas encomendadas para mantener a su gobierno, a través del genocidio del pueblo boliviano y el asalto a las arcas del estado a través de sus cuotas de poder.
Los negociados de Murillo y su pandilla, son también los negociados de Meza, Camacho, Quiroga y Doria Medina, porque son sus mentores, sus padrinos. Son igualmente autores intelectuales y planificadores del golpe de estado y sus directas e inmediatas consecuencias: las masacres de Sacaba, Senkata, Pedregal y Betanzos.
Mesa, Camacho, Quiroga y Doria Medina, la pandilla de cínicos, ahora no solo toman distancia de los delitos de su matón, se atreven a censurarlo, se alarman de los delitos que ellos apadrinaron, se sirvieron de él para consumar las mas detestables fechorías contra el pueblo y el patrimonio del Estado; hoy caído en desgracia, cuando ya es inservible a sus intereses, lo traicionan y cual cobardes pandilleros se apresuran a participar de la pateadura.
Murillo fue hombre fuerte del gobierno de facto porque gozaba del apoyo de los cabecillas del golpe, no tenía oponente en el gabinete, aún sabiendo sus limitadas capacidades intelectuales, posiblemente aprovechándolas, lo respaldaron en todo momento para ejecutar el trabajo sucio, para atemorizar a la población y aplastar la resistencia popular.
Sus éxitos fueron efímeros, pero dejaron profundas huellas de sangre, dolor y luto. Murillo debe ser extradictado a Bolivia para ser juzgado por crímenes de lesa humanidad, junto a los autores intelectuales, que ahora pretenden exculparse del modo mas indigno, innoble y cobarde.
No podemos permitir que esta pandilla de cínicos, logren despercudir su sucio atuendo manchado de sangre, corrupción y golpismo. Si no es la justicia, será el pueblo boliviano y sus organizaciones las que impidan sus execrables designios.