Mentiras y manipulación mediática, armas fundamentales en el conflicto Rusia Ucrania
Las principales plataformas mundiales, como las redes sociales, se han autoproclamado jueces de la verdad mundial en medio del conflicto entre dos países. Los medios hegemónicos ligados a las transnacionales más grandes del mundo, instalan la guerra en el imaginario colectivo. De esta forma hemos entrado a la verificación de una guerra de cuarta hasta de quinta generación, es también lo que llaman la guerra híbrida, la mentira como arma y la verdad como víctima.
La cobertura de los principales medios de comunicación sobre la crisis de Ucrania es altamente manipulada con claros componentes racistas y llena de prejuicios, fabricados desde Washington para instrumentalizar la guerra de guerrillas geopolítica e ideológica de las “fuerzas del bien”, la civilización occidental, contra la “fuerza del mal”: los rusos “comunistas”, los caucásicos y los euroasiáticos.
La mentira está siendo utilizada una vez más como un arma de guerra en esta guerra cultural. La tarea es instaurar la mentira, el bulo, el fake; el chisme sin corroboración en el imaginario colectivo, para manejar a las masas, atraer a votantes con engaños.
La mentira manejada así es un mecanismo de destrucción masiva que sirve para excusar de responsabilidades a inescrupulosos empresarios y/o políticos, criminales o negligentes.
Por supuesto que en todos los demás casos no etiquetan ni mencionan las afiliaciones de los medios occidentales con los gobiernos alineados. Grandes corporaciones y cadenas creadoras de opinión, como Fox News o CNN, en pleno centro del imperio, son los responsables de apoyar guerras masivas.
Sus crímenes de lesa humanidad, no son más independientes por ser privadas, sino todo lo contrario: sus imperios no dependen de los lectores sino de sus millonarios anunciantes y los poderosos intereses de su micro clase social.
Sus noticias deberían ser precedidas con la advertencia: “este medio está afiliado o responde a los intereses especiales de lobbies, corporaciones y transnacionales”.
En gran medida, los medios privados que no ocultan su afiliación a un gobierno, a un sindicato o a una ideología, son más honestos que aquellos con una proyección internacional y una influencia devastadora que se muestran “medios independientes”, “éticos” y de ser campeones en la objetividad informativa.
Es más, la objetividad mediática no existe y la neutralidad es mera cobardía, cuando no cinismo. Lo que existe y debería apreciarse es la honestidad, reconocer de una buena vez a qué visión del mundo apoyamos y si esa visión depende de nuestros intereses personales, de clase, o a algo más amplio llamado humanidad.
La “Guerra de Ucrania” comenzó anticipadamente en la prensa y las redes sociales. El constante discurso de desautorización de la credibilidad de Rusia, va acompañado de la imposición de que la versión oficial de Occidente es obligatoriamente veraz. Esta es una clara muestra del grado de desinformación. Precisamente, uno de los formatos de desinformación es aceptar como válida la información oficial de una de las partes.
La llamada “guerra” no empezó con la “invasión rusa” ni con las tan difundidas imágenes de los tanques camino a Kiev. Eso es lo que se ve por televisión, donde la OTAN parece un actor de reparto dentro de las operaciones, esas que hasta la agencia estadounidense de noticias AP llamó “desinformación sobre el conflicto ruso-ucraniano”.
Es parte de una estrategia en la que hasta la gente más honesta cae: si estás contra el imperialismo de la OTAN estás a favor de la guerra de Putin. O no menciones nuestro imperialismo porque están muriendo inocentes en Ucrania.
Pero por los efectos de la manipulación mediática y en las redes, lo más increíble es que consecuentemente llegó al fútbol a la perfección. Y ésta no es solo una metáfora: la vieja mafia de la FIFA ha suspendido a la selección rusa de futbol del mundial de Qatar de este año, un mundial donde los Derechos Humanos brillan por su ausencia.
Recordemos que la FIFA en el pasado, pudo realizar copas mundiales en dictaduras fascistas, como en la Argentina de Videla en 1978 o en la Italia fascista de Mussolini en 1934. La FIFA también supo mantener la “neutralidad deportiva” durante masacres más recientes. Las grandes cadenas deportivas de televisión nunca habían transmitido con el banner “No a la guerra” como hasta ahora. Pero estamos comprobando que entre mafiosos se defienden bien.
Para ver eso muy de cerca, retratamos los sucedido en Bolivia, el club Bolívar siguió el libreto de las canchas europeas con sus carteles de “No a la Guerra”, en el partido con Always Ready. Y por esa acción de copiar todo lo que agita en viejo continente, les vino la hecatombe de sufrir la desclasificación por su inoperancia en su partido en el Ecuador.
Hoy no solo asistimos a una extrema ideologización y parcialidad en la cobertura de los sucesos en Ucrania, sino que las mentiras y la manipulación del imaginario colectivo se ven potenciados en las redes sociales y llevan a la hipertrofia de una masa informativa fuera de todo control y verificación.
En un mundo donde la comunicación se ha convertido en materia prima estratégica –más rentable aún que el petróleo– y donde se negocia la economía de lo inmaterial, el control de Internet (y de las redes sociales) otorga a quien ejerce el poder una ventaja estratégica, geopolítica, decisiva.
De ahí que lo más grave ocurrido con los medios de occidente habían lanzado un mensaje que dice «este canal no está disponible en tu país», el sitio web estadounidense YouTube anunció a los usuarios europeos que los canales de Sputnik y Rusia Today (RT) fueron bloqueados. Lo mismo hizo el conglomerado estadounidense Meta, que agrupa a Facebook, Instagram y WhatsApp.
Ya es hora que dejemos que la libertad de información esté en manos de grandes corporaciones que tienen sus intereses por encima de las legislaciones y constituciones de los países que, en teoría, garantizan el derecho a la información libre de sus ciudadanos, porque la actitud de mentira de la propia Unión Europea y de las democracias liberales, está conculcando uno de los derechos que pregonan y que utilizan para atacar a otros países.
*Luis Camilo Romero, es comunicador boliviano para América Latina y el Caribe