Defensor(a) es para el Pueblo
Toda revolución ética y moral, trastoca la realidad material y simbólica del Estado y la sociedad, hoy estamos asistiendo a otro escenario donde un cargo público –en este caso del(la) Defensor(a) del Pueblo- es una especie de manjar exquisito para ir sobre él y atraparlo a como dé lugar, pero sin entender a fondo, el sentido de esa misión.
La Defensoría del Pueblo, tal como lo estamos viendo, tal parece que no está bien entendida en su verdadera concepción para lo que originalmente fue creada como ocurrió con la APDHB en 1976, la Defensoría del Pueblo fue creada por mandato constitucional el 30 de diciembre de 1997 mediante Ley N° 1818, y no es pues como muchos entienden por ahí una oficina de quejas o de lamentos donde tienes que ir a llorar y hacer drama para que te atiendan.
Si comprobamos en sus acciones, podemos asemejar a lo que en la práctica de DD.HH. también lo vino haciendo desde su inicio: velar por la vigencia, promoción, difusión y cumplimiento de los derechos humanos, individuales y colectivos, que se establecen en la Constitución Política del Estado, las leyes y los instrumentos internacionales.
De ahí que quienes tomaron el mando de esa institución pública han tenido que ver con prácticas de defensa y promoción de los DD.HH. muchos de los que asumieron el cargo vimos que sus acciones fueron poco creíbles a la hora de conocer sus resultados, de entender su compromiso y su pleno convencimiento en la lucha y defensa de los derechos de los más pobres.
En el proceso de la vida de quienes estuvieron al frente de la promoción de Derechos humanos, la mayor representatividad en los años ‘80 fueron dirigentes sindicales y de organizaciones populares, muchos de estos venidos de las luchas sociales, huelgas de hambre, perseguidos, detenidos, torturados, exiliados y confinados.
El trabajo de la defensa de los derechos humanos y su promoción, no ha sido simple, los operadores que a título de activistas de los derechos humanos de éste último tiempo, han encontrado en esa institución, en algunos casos un espacio que le sirva como escalera para puestos de poder político, otros, con fines económicos.
Los que realizaron un trabajo militante y comprometido en la causa de los derechos humanos ya no están con nosotros, la figura significativa y arriesgada hasta el final de Luis Espinal, junto a los que desafiaron las dictaduras o regímenes que conculcaron esos derechos; esos sí merecen el reconocimiento del pueblo y permanecerán en la memoria colectiva.
De igual modo debemos resaltar el rol que asume la primera presidenta de la Defensoría del Pueblo, doña Ana María Romero que desde su creación muestra hasta dónde podemos confiar en un trabajo comprometido, leal y consecuente en esos propósitos tan lejos de los que hoy se manejan con las personas que dicen perfilarse al cargo.
Recordar a Waldo Albarracín debe ser como tomarse un trago amargo o un tónico raro para escupirlo, porque su relación que hiciera con los principales actores del golpe de estado de 2019, nos da a clarificar que jamás entendió el trabajo de defensa de los DD.HH. y peor de ser leal a sus principios, nada, porque se puso de la mano para defenderlos y encima nos viene con la mentira que fue la gente del MAS que quemó su casa.
Somos testigos que desde el rectorado de la Universidad Mayor de San Andrés, era muy atento con sus “estudiantes” y docentes abriendo las aulas a los miembros de la Unión Juvenil Cruceñista, a los motoqueros de la RJC para esconder sus arsenales con los que causaron tanta violencia en la ciudad de La Paz durante el golpe de Estado de noviembre del 2019.
Tan igual pero con menos peso político, por su carisma de pastor metodista fue Rolando Villena, que a decir de muchos, fue un acomodadizo a los momentos de la coyuntura pero siguiendo el libreto de los opositores para asestar con su discurso de “Defensor”, que es el gobierno del MAS que viola los DD.HH. Revisando su gestión, ahí esta parte de su historia con estrecha relación con el famoso CONADE de Albarracín, Morales y cívicos de la ultra derecha, instrumento servil a los golpistas. Villena no trascendió en su accionar en el cargo y se fue sin pena ni gloria.
Mirando a esos actores con título de ‘defensores del pueblo’ ¿a qué le viene que los opositores se afanen en exigir 2/3 para definir esa convocatoria a defensor del pueblo cuando, cualquiera de los que se elija pueda tomar el destino de los pseudo izquierdistas, ‘defensores de los derechos del pueblo’ como los que fueron Albarracín y Villena?
Escuchar que quieren postular a María Galindo para el cargo, creí que era una broma pesada pero, no puedo creer que gente de la ciudad de El Alto la propongan (¡!!) y parece que es muy seria la proposición.
De igual modo cuando algunos ingenuos hablan de proponer a Lidia Patty, ya pienso que sacar nombres está de buen tamaño y no por deslegitimar su rol como ex diputada sino porque está clara la convocatoria que gente afín a un partido no puede postularse, a más de eso, la broma tiene tintes de burla y con componentes racistas.
Nuestro país debe contar con una institución como la Defensoría del Pueblo pero con alta legitimidad, como fue desde su inicio, lejos de actores políticos, de los poderes fácticos, de vinculaciones con los medios de comunicación afines a la oposición para que cumpla sin presiones su misión constitucional de velar por los derechos humanos.
La defensa de los derechos del pueblo tiene que hacerse desde la humildad de un servicio como lo hizo sencillamente Luis Espinal que nos enseñó a “Gastar la Vida” por el pueblo, “sin poses, sin gestos ampulosos y falsa teatralidad… sin publicidad, como el agua de la vertiente, como la madre da el pecho al niño, como el sudor humilde del sembrador”. (“Gastar la Vida”, Oraciones a Quemarropa, Luis Espinal).
*Luis Camilo Romero, es comunicador boliviano para América Latina y El Caribe