Los SIPCARIOS de la SIP en Bolivia
Esta semana, tras el pronunciamiento de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), en el que había expresado su preocupación por la campaña de “asfixia económica y presión política” que, según ese, ‘sufre’ la Editorial Canelas, de Los Tiempos, diario de derechas en Cochabamba, vuelve la retórica de enfrentarse con nuevo pretexto contra el gobierno.
Ese matutino como algunos más que conocemos, entran en la misma línea de hacer escándalo como ya lo hiciera hace seis años, Amalia Pando, cuando lideraba una campaña con el mismo motivo en Erbol, para denunciar que ‘sufren asfixia económica’.
Lo curioso es que, esos medios que en el tiempo neoliberal recibían ingentes sumas económicas por pautas publicitarias, echan ahora chillidos calificando a su labor, dizque “periodismo independiente”. Y clamaron que hasta políticos como Creemos, les expresen su “solidaridad”, con denuncias de “la arremetida del Gobierno a los medios de comunicación “imparciales y objetivos”, que propician –según estos- una “asfixia” económica y presión política con la intención de eliminar el ejercicio de la libertad de expresión en Bolivia”.
Los Tiempos, como los que fueron del grupo canelas (Correo del Sur, El Potosí y otros…), son como diría Coco Manto: “Másteres de la engañifa, claman auxilio a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), y lo primero que hace la SIP es “condenar profundamente” al Gobierno “porque estigmatiza el libre ejercicio de la prensa”, según estos.
¿Pero qué es la SIP? Un parapeto de los dueños de diarios para destruir, desde la Guerra Fría, a los que luchan contra la dependencia y el neoliberalismo. Igual que hace hoy la OEA contra países como Venezuela, Nicaragua y Bolivia.
La SIP es, en rigor, -lo dice Coco Manto-, ‘la sociedad imperial de los propietarios de periódicos privados (SIPPP), poderosos que pagan con papeles al portador a periodistas propensos a la prebenda pordiosera para pegar a presidentes progresistas que ponen de pie a pueblos patriotas (pppppppppp)’. Punto.
Son pues esos periodistas que disparan infundios pagados por la SIP son sipcarios. ¿Quejarse ante la SIP y la OEA? Lástima que no haya espacio para escribir de esa otra fámula imperialista en manos de Almagro, el magro.
Son los que huelen a Joseph Goebbels en lo que dicen o escriben. “Calumnia, calumnia, que algo queda”, pedía el capo de propaganda de Hitler a sus cafichos mediáticos. Los amanuenses de hoy se refocilan: ¡columna, columna, que algo quedará! “, también nos decía con mucha razón Coco.
Son los que ‘estercolean’ en el periodismo con la nauseabunda amarillez, metidos en diarios, radios y Tv, arman culebrones compasivos e hipócritas con personas con discapacidad o con guaguas ficticias, víctimas en tiempo real de la trata.
El Papa Francisco ya nos había dicho que, esos SIPcarios, sobre todo, en medios televisivos (UNITEL; RED UNO, PAT) les gusta entrar en la coprofilia, que significa «el amor a la caca, el amor a la porquería», en referencia a los periodistas que «buscan ensuciar, buscan el escándalo por el escándalo» instigados por su «amor a lo sucio, a lo feo».
Los periodistas contratados por esos ‘sipcarios’, en definitiva, son trabajadores asalariados de empresas en las que rigen las leyes de hierro de la propiedad privada. Ante este vergonzoso ejemplo de indignidad periodística los voceros de la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP, los periodistas de la ANF de esta parte del país, es donde se destila hasta campaña de muerte y saboteo contra todo lo que venga de Cuba, Venezuela o Nicaragua.
Los medios privados de comunicación en esta parte del país, como por ejemplo, Radio Panamericana, nos quieren llevar donde a ellos les interesa posicionar sus temas su agenda de todos los días. El menú de su oferta está direccionado según la intencionalidad política e ideológica de su empresario, propietario o dueño del medio, que según titulen, invitan a generar el conflicto. Eso lo hace hábilmente su periodista Juan José Hidalgo.
El gran enemigo, no solamente de este tiempo, sino de siempre, sigue siendo el conglomerado de medios que tienen el respaldo de la SIP, como parte de la estructura del imperio para dominarnos y desde ese pensamiento colonial, expresado en una cultura urbana que odia al “otro” y ese odio ancestral, se ve cada vez más arrinconado, por eso el carácter violento de su expresión.
La mejor manera de enfrentar a esta nueva fuerza colonizadora de los medios privados de comunicación con el respaldo de la SIP, tiene que encontrar una respuesta decisiva de los medios que, desde abajo y con la fuerza de la unidad, se conviertan en el “David” que lucha contra un temible Goliat que cada vez retrocede ante la consistencia de la fortaleza de medios alternativos, redes de colectivos que se organizan y responden con certeza a la agresividad de esos medios corporativos.
Finalmente, no debe desanimarnos esa estrategia engañosa de los medios y sus periodistas, no tiene nada que ver con la libertad de prensa u opinión, sino con la pérdida de credibilidad de ese pueblo al que imaginariamente se pretendía interpretar.
Comunicación y política son hermanas siamesas, por eso los medios expresan pensamientos políticos, no existe una neutralidad en las palabras, ni su periodismo ‘independiente, plural’, lo perverso se encuentra en esconder las verdaderas intenciones político-ideológicas que tienen, y ya el pueblo empieza a darse cuenta.
*Luis Camilo Romero, es comunicador boliviano para América Latina el Caribe