La población de nuestra amada Bolivia ha contemplado indignada, impotente y aún acongojada, los ataques perpetrados recientemente contra mujeres del Pueblo Ayoreo en la localidad de Concepción, dirigidos – con una fiereza sin par – por el sub Gobernador y cívicos de esa población.

Más allá de constituir una muestra flagrante de discriminación, racismo y violencia contra la mujer, expone una vez más el carácter patriarcal y patronal de grupos de poder del Departamento de Santa Cruz, que se arrogan el derecho de decidir sobre la vida y el bienestar de las personas.

Habrá que anotar que el pueblo ayoreo expresado orgánicamente en CANOB es legítimamente la expresión de lo ancestral de la cruceñidad dada su existencia anterior a la República y al propio departamento de Santa Cruz. Es, a su vez una sociedad matriarcal dado el papel de la mujer ayorea como núcleo de su estructura organizativa y social. Sin embargo, para sus agresores vuelve a ser » el camba» que hay que castigar con » chicote en mano», aun tratándose de mujeres de tercera edad, justo con el único pueblo en Bolivia que reconoce la primacía de la mujer y el liderazgo de las más abuelitas ( recordemos a la histórica hermana » Luisa»).

Esta agresión es muy simbólica y dolorosa para Santa Cruz y Bolivia porque tiene como víctima al camba verdadero y a su núcleo matriarcal. Además justo en el caso del pueblo más discriminado e incomprendido de Santa Cruz dada su profunda diferencia cultura, inclusive, con relación a los otros pueblos indígenas ancestrales de Santa Cruz, lo que los ubica en triple condición de desventaja con relación al resto de la sociedad: primero por su condición indígena, segundo por su condición de pobreza económica y tercero por su condición de » sociedad matriarcal «. Desde el punto de vista simbólico esta agresión es equivalente a golpear a la propia madre, lo que desnuda el odio racial, la ignorancia estamental y el servilismo del «cunumi provinciano » frente al » patrón señorial » de la ciudad.

No satisfechos con la agresión, derribaron y quemaron casas de ciudadanos ayoreos, en el peor espíritu fascista, carente de todo sentimiento humano. Dichos atropellos son parte consustancial de un proyecto desestabilizador, muy similar al que sufrimos en el año 2019. Los perpetradores son los mismos, demostrando con sus hechos execrables y violentos su desprecio por los mecanismos de nuestra democracia y los resultados en las urnas.

La irritación que les produce la pérdida de privilegios a esta cofradía golpista, los lleva una vez más a castigar a trabajadores y trabajadoras mediante el terror, amenazas y coacciones, impidiéndoles ejercer su derecho al trabajo y al libre tránsito. La violencia ejercida contra las hermanas ayoreas y la ferocidad contra sectores mayoritarios de la población cruceña son parte de un mismo plan que es necesario exponer, denunciar y rechazar con toda nuestra firmeza. Pedimos la inmediata aplicación de la Ley.

NO A LA VIOLENCIA. NO AL RACISMO. NO A LA IMPUNIDAD.