La oligarquía y el fascismo las vías para la secesión de Bolivia
Tan temprano como diciembre de 2005, mes en el cual en el día 18, Evo Morales y el MAS-IPSP ganaron
las elecciones nacionales, se inició el plan y la estrategia para dividir Bolivia, cercenándole al menos el
departamento de Santa Cruz, aunque la aspiración fue y es, hacerlo también con Beni y Pando.
Esta estrategia tiene un antecedente mediato hace ya 50 años atrás, en el golpe fascista de Hugo Banzer
Suárez, que tuvo como alternativa, ante un eventual fracaso, la secesión de Santa Cruz y su unión con el
Paraguay para formar un nuevo estado cuya capital sería la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Este plan
tenía el auspicio de las embajadas de Estados Unidos y el Brasil y el financiamiento de sus gobiernos y
marginalmente de la naciente oligarquía.
Un segundo antecedente mucho más próximo es el golpe cívico-prefectural de 2008, que tenía como su
principal componente militar, a mercenarios contratados en Hungría y Croacia, esta vez financiados no
solo por las mismas potencias que en 1971, sino por la ya consolidada y poderosa oligarquía, que tiene
entre sus principales dirigentes a inmigrantes de Croacia, Alemania e Italia, con antecedentes y vinculación
con grupos nazi fascistas. En esta oportunidad se conocieron además a los ideólogos de la
autodenominada “media luna”, Sergio Antelo y Carlos Dabdoub, que pergeñaron una confusa pseudo
teoría, que tiene como fundamento social a una ilusoria “nación camba”, que tendría el derecho a la
autodeterminación y fundación de una nueva entidad estatal, cuyos territorios serían los departamentos
de Santa Cruz, Beni y Pando.
La aventura fracasó no sin antes remitir una carta “oficial” al secretario general de las Naciones Unidas,
comunicándole el próximo nacimiento de una nueva república en el corazón de Sudamérica, distinta de
Bolivia. El tercer intento también frustrado por la lucha del pueblo boliviano fue el golpe fascista de
noviembre de 2019, financiado y operado por los mismos actores que en 1971 y 2019.
Hoy tenemos en curso una estrategia que tiene el mismo propósito, de dividir Bolivia. Ya se aplican varias
vías convergentes. La primera es promover y atraer a otros departamentos para alcanzar el federalismo,
con la finalidad de restarle competencias y fortalezas al gobierno del estado plurinacional. Pretenden
incluso llegar a controlar la seguridad interna (policía y fuerzas armadas), judicatura y sobre todo recursos
naturales, gas petróleo, hierro y el precámbrico (¿tierras raras y metales críticos?), para su entrega a
grandes empresas transnacionales. El primer paso es el pacto fiscal que reduzca drásticamente los
recursos del tesoro general, para incrementar, los recursos regionales, decir disminuir la inversión publica
para los proyectos estratégicos y la capacidad de las empresas públicas.
Una segunda vía es la de estrangular a las pequeñas y micro-empresas, obligándolas a paros sucesivos,
mientras las grandes empresas gozan de plena libertad para continuar sus actividades productivas. Esta
vía ya se cumple desde el paro de 36 días, continua hoy y continuará en el futuro. El propósito es atacar
con la violencia de paramilitares y lumpen mercenarios, los emprendimientos de pobladores que
provienen de occidente, para empujarlos a abandonar Santa Cruz, a semejanza de lo que hacen los
sionistas en Palestina y/o transformarlos en fuerza de trabajo excedente, abaratando su valor.
Una tercera vía es anular la provisión de alimentos para el occidente, con la falsa idea que es Santa Cruz,
o más propiamente la oligarquía latifundista la que alimenta Bolivia.
Finalmente, es el desacato a la institucionalidad democrática, el no pago de impuestos, la exasperación
de la clase media, – con el desabastecimiento y la subida de precios – movilizada en todo el país y
finalmente financiar una vez más el golpe o la declaratoria de independencia.
Es la estrategia fascista contra la integridad de Bolivia. Aquellos “renovadores” que pretenden apaciguar
a la bestia fascista, más aún gobernar con ellos, están demostrando su alta traición no solo al proceso de
cambio sino a Bolivia unida como país soberano e independiente.
¿Cuál la respuesta del gobierno a esta estrategia?
El pueblo boliviano, sus clases explotadas y sus naciones originarias, sus organizaciones sociales y todas
las formaciones políticas patrióticas y de izquierda, deben dar respuesta digna y unitaria, en todos los
campos, a esta conspiración contra la integridad territorial de nuestra Bolivia y su estado plurinacional.