Redoble por Lima (con el perdón de M. Scorza)
Que la ignorancia es atrevida, lo sabemos todos y todas. A lo largo de nuestra historia común, en Abya Yala, desde el mismo día que el comerciante Cristóbal Colón desembarcó, hemos sido considerados como “invisibles” y la realidad era y es lo que los colonialistas suponen es la verdad material y espiritual. Con este pensamiento destruyeron los símbolos de una civilización basada en el respeto al otro, esta política de “extirpación de idolatrías” de cuño colonial se continúa practicando en los países andinos, en los parlamentos de los Estados supuestamente liberados del “yugo español”.
Un desconocido diputado Fujimorista, se ha ocupado de hacernos recuerdo que vivimos en Estados coloniales y que las identidades culturales son cuentos, ¡vale! Y la madre España ha vuelto para sentar propiedad, nuevamente en estas tierras de indios.
Aquellos que con sorna califican de “pachamamistas” a quienes defienden su identidad cultural y política, tendrán que poner sus barbas coloniales en remojo, ya son otros tiempos, las palabras e insultos en boca de los “q’aras, de los mistis” ya no tienen la fuerza que tenía cuando eran patrones de hacienda y utilizaban al ejército para acallar las voces y acciones rebeldes de sus pongos. Son otros tiempos, porque hemos aprendido que caminar con los nietos y bisinietos de Pizarro, no es bueno porque siguen teniendo sus genes coloniales y eurocéntricos y que furibundos nos dicen que todos nuestros símbolos “son inventos”, que sólo los nobles europeos tienen legitimidad en sus colores y banderas creadas por derecho divino, lo demás son inventos o en concursos radiales o en computadoras prestadas. Ese es el nivel de enajenación que ha impuesto el colonialismo del que no se libran algunos “intelectuales aymaras”.
La fuerza revolucionaria que recorre el Abya Yala se encuentra en los pueblos y naciones originarias, este es un hecho irreversible, y quienes insisten en analizar la realidad del continente, exclusivamente desde la mirada eurocéntrica, están fuera de época. Ya no se trata de explicar la política como la pugna por el poder; la política desde la mirada de las naciones originarias es la lucha por la vida, es por la totalidad de las relaciones que configuran la comunidad, el ayllu. No es la lucha por un retazo del poder (gobierno) por eso el Instrumento Político nació con la idea de cambiar el Estado, no cambiar el gobierno. Esta mirada miope hace que actualmente existan fracciones que no ven la dimensión histórica de la conformación del Instrumento Político y lo quieren reducir a un mero partido político tradicional que pugna por llegar a ser administrador del gobierno, sin importarle la estructura colonial que lo sostiene.
El actual campo de batalla en el Perú nos confirma que estamos en otros tiempos. La sede del Virreinato ha sido tomada, pese a desigual batalla, por los hijos de Tupak Amaru, pero la llamada clase política sigue discutiendo si los indios tienen alma, discuten acerca de las fuerzas infernales desatadas en el Estado Plurinacional de Bolivia y que esos diablos ya han logrado pactos con los serranos, para cercar y corromper el paraíso limeño.
Los miles de Garabombos se han hecho visibles y los jinetes insomnes, cabalgan como fantasmas por los jirones coloniales, Agapito Robles nuevamente está interpelando a los despojadores. Es una larga lucha, por supuesto ya tiene más de quinientos años.
La ignorancia es atrevida, decíamos al comenzar estas notas, pero en realidad no es solamente la ignorancia, que incluso puede ser perdonada, es el desprecio de uno mismo, es esa consciencia enajenada que hace que “de rodillas hecho llaga que se postra al tirano».