Entrevista con Isabel Vizcarra del Café Semilla Juvenil
En el 2018 le hicimos una entrevista a Isabel Viscarra que publicamos en uno de los primeros números de Venceremos que circulaba en papel, la reproducimos hoy profundamente dolidos por su partida…
El Café Semilla Juvenil a punto de cumplir 32 años de vida, se mantiene como un referente cultural de la ciudad de La Paz, donde a lo largo de los años de actividad constante varias generaciones han construido debates, reflexiones, conferencias, simposios y encuentros para analizar y tomar conciencia de nuestra realidad. Venceremos conversó con Isabel Viscarra Quezada, asesora del Café, quien nos recibió en la calidez de su hogar para compartirnos generosamente un poco de la experiencia de este espacio colectivo históricamente comprometido con su tiempo histórico.
¿Cómo nace el Café Semilla?
Estos cafés, nacen en realidad en Canadá. Se llamaban cafés cristianos y eran espacios de reunión y encuentro que funcionaban bajo el paraguas y tutela de la iglesia católica, casi en cada parroquia, en un contexto histórico y cultural donde la soledad se apoderaba de las grandes ciudades. Entonces habían creado esos sitios para que sean un encuentro de la gente, donde vayan y charlen y estén con otros. En esos cafés había siempre un sacerdote, un psicólogo y hasta psiquiatras por los casos tan dramáticos que había. También tenían su espacio formativo para jóvenes. Entonces una voluntaria canadiense que vino aquí en los años ochenta, se encontró que a nivel juvenil y popular no habían centros de formación y debate. Es así que ella se contactó con un sacerdote llamado Daniel Stretch. El padre Daniel no era un cura clásico. Era muy inquieto por los problemas sociales. Desde la diócesis de San Luis, se fundaron los cafés cristianos y las parroquias periféricas. Después los cafés se concentraron en el café Arte y Cultura, ubicado entonces en El Prado paceño, donde es la parroquia de María Auxiliadora. Posteriormente, el café se dividió por cuestiones políticas. Más adelante, en el año 86, el padre Daniel tuvo contacto con un grupo de jóvenes de la parroquia de Cristo Rey, y así nació el Café Semilla Juvenil. El padre Daniel nos llamó a algunas personas para que fuéramos asesoras. Éramos 12. Sobre este tema, yo pienso que un asesor no está para mandar, sino para meterse adentro, y ensuciarse los pies con barro. Yo desde que ingresé no volví a salir. El primer grupo que hubo en el café era muy bonito y con mucha fuerza, tenían un gran compromiso, constancia y la mística de hacer y dar. Hasta ahora que van a ser 32 años algunos de ellos vienen al café.
El café funciona con voluntariado. ¿Cómo se mantienen?
Nos mantenemos con nuestros aportes y la ayuda de los amigos del café que colaboran con su granito de arena. Funcionamos en la parroquia de San Pedro, concretamente en las canchas. Un lugar muy histórico donde se fundó la pre asamblea de derechos humanos, en la época de Banzer. Bajo la protección de la iglesia se reunían en ese galpón los familiares de los presos, detenidos, desaparecidos y exiliados durante la dictadura. Para nosotros ese lugar es muy importante y sentimos que tiene nuestro ajayu. Ahí tenemos nuestro local.
¿Quiénes asisten al café?
Es un grupo ecuménico amplio, no nos importa si son creyentes o no, de hecho, va gente que no es creyente. La condición es creer en la vida, en el otro, y en un camino de liberación. El método que se juzgó para iniciar el café, fue preguntarnos primero, el por qué y el para qué. Porque vimos que era realmente necesario tener un grupo de reflexión, de estudio, de análisis de la realidad. En esa época, tiempo de la teología de la liberación, nos inspiramos en las comunidades de base, que tenían su época de oro en Brasil y en Centroamérica. También en el Perú con Gustavo Gutiérrez, quien escribió una de las luces de la teología de liberación. Entonces la idea era dejarnos interpelar y cuestionar por la realidad hasta que nos duela. No por sádicos claro, sino porque queríamos que la realidad nos mueva, a ver porqué son así las cosas, y para ir hacia un cambio personal y grupal. Entonces nos preguntábamos por las desigualdades en el mundo y en el país, y la respuesta siempre era la misma. Por el sistema capitalista opresor, que no le importa la vida. En el café queríamos cambiar desde lo pequeño hasta lo grande. Claro que no somos tan ilusos de pensar que con ese pequeño grupo se va a cambiar todo, pero es una tarea de hormiguita la que puede hacer un océano.
¿Qué tipo de actividades se realizan?
Hemos tenido, charlas de toda clase. Políticas, culturales, deportivas, y de toda índole. Tanto con gente de otros países como con gente nuestra y destacamos que nuestros conferencistas nunca nos han cobrado ni un centavo. En el café hemos adoptado el método de ver, juzgar y actuar. Este último es el más difícil. Y nuestro lema es “un mínimo de estructura y máximo de eficacia” Yo creo que eso se ha plasmado a lo largo de estos años.
¿Cuál es la cosecha de esta semilla revolucionaria?
La cosecha ha sido convencernos de que vale la pena vivir, de que es hermosa la vida y de que uno ama mucho a Bolivia. Eso es una satisfacción. La alegría de compartir con otros lo hermosa que es la vida cuando hay un plan liberador. Otro fruto que debemos recuperar fue el café para niños que hicimos hace unos años. Ahí los niños escogían el tema a debatir. El primero que eligieron fue, “¿por qué los adultos no creen en los niños’”. Esa actividad la queremos retomar. Eso me trae al recuerdo una anécdota chistosa que ocurrió en uno de esos encuentros. Junto a Carlos Soria Galvarro decidimos comprar juguitos en vez de café para invitar, ya que había niños. Carlos me llama y me dice: “este jugo está rancio”. Qué vergüenza pensé, y probé el jugo. Resulta que no estaba rancio, peor aún, era con alcohol y yo les había ofrecido a los niños. Muerta de vergüenza tuve que salir a impedir que sigan tomando. Imagínate que el juguito con trago valía menos que el sin alcohol. Una barbaridad. Los jóvenes han cambiado bastante. A mí me encantan los jóvenes porque son signo de vitalidad, pero ahora se cansan rápido de las cosas. No me gusta decir que antes éramos mejores, pero la famosa televisión y los medios han jugado un papel negativo. Lo que me parece positivo es que ahora hay muchas conferencias y charlas de todo tipo en todas partes y eso me place. Ahora en Bolivia hay debates, seminarios, simposios, y los jóvenes deben ganar protagonismo con sus nuevas ideas para construir un país más justo para todos.