Politizar_nos
Tengo un amigo que me asegura que no es de derecha ni de izquierda. Otro amigo que está muy de acuerdo con el primero y que además me asegura que eso de hablar de derecha y de izquierda es retrógrado, que necesitamos otro vocabulario, que las de izquierda somos unas reaccionarias. Y por mucho que yo los quiera, por muy amigos del alma que sean, jamás cedo ni un milímetro: no se puede no ser ni de derecha ni de izquierda, y no se puede, y menos al mismo tiempo, negar que la derecha y la izquierda existen.
Las nociones de derecha e izquierda no polarizan a la sociedad. Expresan una lucha continua construida en torno y a partir del poder, una lucha entre los que tienen y los que no. No hay política sin polos y los polos son pues siempre opuestos. Hay sí una suerte de frontera, de no-lugar, un punto invisible e inhabitable que divide a la derecha de la izquierda, y los que niegan la existencia de ambos lados están (diré casi siempre porque debe haber excepciones aunque yo no las conozca) del lado diestro.
(También hay, por supuesto, mezcolanzas complejas, posturas que toman esto de un lado y aquello del otro –tantas variaciones como gentes–, pero siempre inclinadas hacia un lado del espectro político).
Con la derecha declarada hablamos el mismo idioma aunque nuestra visión del mundo y nuestros horizontes sean radicalmente distintos. Nuestros proyectos y aspiraciones son lo que nos divide. La derecha reconoce que la izquierda existe y nosotras la reconocemos e identificamos con claridad sus amenazas. La derecha es, hasta en su expresión más liberal, profundamente reaccionaria. Nosotras, en cambio, no buscamos el liberalismo sino la libertad, y al final de cuentas más que miedo nos tenemos asco.
Esa falsa autopercepción de ser del centro, esa noción ficticia de que hay una neutralidad posible y de que esa neutralidad es además moralmente superior a cualquiera de los otras dos opciones, es la amenaza más urgente contra la que nos enfrentamos quienes pensamos, soñamos y buscamos construir un mundo más justo. Me pesa decirlo, pero me parezco más a un facho declarado que a un autoidentificado “apolítico”.
Qué podemos hacer para enfrentarnos al centrismo creciente que lo invade todo, que viene además inyectado del ADN liberal yankee, contagiado del discurso _demócrata_ de la dizque izquierda de los yunaited esteits? Qué podemos hacer para resistir ante ese disfraz de neutralidad tan macabro del fascismo que tiene como objetivo final despolitizarlo todo?
Politizarnos.
Politizar nuestro cotidiano, politizar lo que comemos, lo que vestimos, politizar nuestros amores, nuestras maternidades, nuestros placeres y nuestras angustias, y para eso necesitamos comenzar, recomenzar y no abandonar nuestra propia formación política. Más que para convencer a mis amigos de nada, necesito estar convencida yo, llenarme de argumentos que me mantengan en pie, que no me dejen dudar ni un solo segundo de que lo que estoy haciendo, de que lo que estamos haciendo, es lo que tenemos que hacer. Necesitamos razones, preguntas y respuestas que nos den las fuerzas que necesitamos para resistir ante la desilusión, prepararnos para la insatisfacción y seguir buscando.
Que esta sea una invitación a participar de los cursos que estamos organizando, pero sobre todo una invitación a seguir pensando juntas, a seguir conversando.
Estelí