Reforma o Revolución

En varias otras notas nos hemos referido a esta frase de Rosa Luxemburgo, para tipificar el devenir del proceso de cambio, la disyuntiva planteada por Luxemburgo era de marxismo o revisionismo, en nuestro caso trataremos de la revolución o de su caricatura.

“El deber de todo revolucionario es hacer la revolución” sentenciaba el Che como un mensaje claro para todos y todas que se asumen de revolucionarios. En Bolivia, en esta coyuntura ¿Qué significa “ser revolucionario”?

Uno de los peligros en cualquier proceso revolucionario, es la debilidad o sustitución de los basamentos ideológicos que la originan. Cuando se da esta situación un revolucionario debe echar mano de una de las principales armas de una revolución: la crítica.

En Cuba, cuando se debatían las políticas económicas y en especial el rol de la banca y del crédito, el Che señalaba: “Como no estamos de acuerdo con algunas de las funciones apuntadas como propias del Banco, en el periodo de transición; y menos con su enjuiciamiento del Sistema de Presupuestario de Financiamiento, consideramos que no debemos dejar sin respuesta las afirmaciones del Presidente de dicho organismo, fijando nuestra posición al respecto”. En esta cita encontramos uno de los aportes principales, en la práctica revolucionaria del Che, la crítica y la autocrítica, muy ajena en estos años del proceso de cambio, en todos los niveles de gobierno y de las mismas organizaciones sociales.

La crisis económica, dependiendo de su intensidad, rápidamente se transforma en crisis política, peor en estos momentos de crisis mundial, por eso no podemos apartar la economía y su estabilidad de la estabilidad social, que en nuestro caso está impregnada de la memoria corta del golpe del 2019 y su exitosa manipulación subjetiva, que movilizó a gran parte de la población.

Entonces, no solamente se trata de dar conferencias, planes, resoluciones, etc. Solamente para la economía, donde se debe trabajar más en la seguridad subjetiva de la población, no solamente en el gobierno, sino en el proceso inmerso en la crisis mundial. Lamentablemente una elite tecnócrata no asume esta variable entre las prioridades del trabajo cotidiano, su mentalidad colonial (de los tecnócratas) les afirma en su torre de marfil alejados de los y las protagonistas de primera fila en la recuperación de la democracia, que en buen romance fue la reconquista del proceso de cambio; por eso no se debe confundir el 55% como un hecho “democrático” sino como la confirmación del Proceso de Cambio, como política de Estado impuesto por el voto popular.

Hace falta una verdadera convicción revolucionaria (aunque la frase suene desgastada) que se aleje de los oficiosos voceros de las comidillas de una batalla verbal, a veces traducidas en amagos de denuncias jurídicas, que solamente son los humos multicolores que tratan de opacar el necesario debate acerca del rumbo del Proceso de Cambio, que requiere un profundo proceso de crítica y autocrítica del pasado reciente y el presente que se torna confuso y promueve una inseguridad, no en el gobierno sino en el mismo proceso.

Recuperar la conciencia crítica de todos los actores, individuales y colectivos, que se asumen revolucionarios, es la tarea y señal que el pueblo espera para reafirmar su confianza en el largo proceso iniciado en los años 80 del siglo pasado.

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