Rompiendo el dulce encanto de la burguesia cruceña
La “quiebra” del banco FASSIL y la trágica muerte del interventor Colodro han obligado a pronunciarse al Comité Cívico de Santa Cruz que había guardado un silencio sepulcral ante estos hechos, el Sr. Larach, su presidente, ante las críticas a su silencio no ha tenido mejor idea que defenderse con la vieja premisa de que la mejor defensa es el ataque. Acusa al gobierno nacional de “querer criminalizar al modelo cruceño”, el argumento que esgrime es que el modelo cruceño es “más que 100 empresarios o la cartera de un banco quebrado”. Otros políticos, repiten majaderamente que no le hace bien a la “democracia ” ni a las instituciones estos supuestos ataques del gobierno y que hay cosas más importantes en que ocuparse.
Eso se llama victimizarse y es una vieja fórmula, cuando se descubre que muchos de esos “empresarios” roban, explotan y corrompen impunemente desde hace ya bastantes años, se victimizan para tratar de tapar éste y otros escabrosos hechos. ¡ Esta demostrado: la impunidad es el canon para mantener vivo el mito!.
Nos referimos al mito de pujantes empresarios agroindustriales con un accionar puramente económico y productivo, impulsores de la modernidad cruceña. El Comité Cívico de santa Cruz a través de Larach, lo que hace es utilizar ese mito que hasta hace poco funcionaba más o menos creíble, pero que a la luz de los últimos hechos tambalea.
Sería simplista afirmar que el modelo cruceño está representado por un grupo de empresarios corruptos, pero es más simplista y falso afirmar que un grupo de empresarios y sus logias representan a la cruceñidad.
Cuando se analiza y se estudia a esas élites cruceñas desde la sociología, la historia y la propia economía, pronto se descubre que su dinámica puramente “económica” sólo existe en la imaginación y el discurso de políticos neoliberales, basta recordar las quiebras del Banco Agrícola, Banco Sur, BIDESA, Aerosur; más reciente, lo de COTAS, los items fantasmas un larguísimo etcétera que no es una suma de casualidades, no es una simple anomalía como quieren hacernos creer Larach o una degeneración reciente como piensa Doria Medina, sino un componente parasitario indisociable de la reproducción del modelo agroexportador cruceño.
El mito se instala no solo con ideas, hace falta coerción, o es pura casualidad que las revelaciones alrededor de este caso dan cuenta de desvíos hacia la mismísima Unión Juvenil Cruceñista, brazo armado de la lumpenburguesia, que también necesita respaldo institucional y económico ¿No será hora de que el Comité Cívico y los Interinstitucionales expliquen los orígenes de los fondos que manejan para promover paros?
Cuando se utiliza el término lumpenburguesia no es con el afán de adjetivar a algo o alguien, es una de las características de este modelo que promueven las élites cruceñas, no en el sentido de “burguesías degradadas” que utilizaron los teóricos de la dependencia en los años 60 y 70, para designar a las burguesías periféricas, subdesarrolladas y coloniales de nuestros países para diferenciarlas de las burguesías centrales e imperialistas. Lo que hoy existe es una lumpenburguesia global, consecuencia de la hegemonía financiera que terminó imponiéndose a los capitales productivos y que transformó completamente la naturaleza de las élites económicas del planeta, para ello se impuso la desregulación (es decir, la violación creciente de todas las normas), el cortoplacismo y las dinámicas depredadoras que han sido los comportamientos dominantes, y produjeron veloces concentraciones de ingresos tanto en los países centrales como en los periféricos, marginaciones sociales, deterioros institucionales (incluidas las crisis de representatividad). Eso se vivió en los años de la democracia pactada en Bolivia.
Es lo que existe detrás del affaire FASSIL, una dinámica de tipo “financiero” que combina a gran velocidad toda clase de negocios legales, semilegales o abiertamente ilegales, que teje alianzas con la industria ( Compañía Industrial Hermanos Vicente , lmport Export Las Lomas y otros) o el agrobusiness (Los barbery, los Marinkovic y más ) hasta el narcotráfico (El caso Nallar para citar un ejemplo ) , pasando por operaciones especulativas o comerciales más o menos opacas.
Las élites económicas en Bolivia no solo las cruceñas aparecen como una parte integrante de la lumpenburguesía global, son su sombra periférica, ni más ni menos degradadas que sus paradigmas internacionales.
Muy por debajo de todo ese universo, sobreviven pequeños y medianos empresarios industriales, agrícolas o ganaderos que no forman parte de las élites, pero que, si consiguen ingresar al ascensor de la prosperidad, inevitablemente son capturados por esta cultura.
Por eso debemos exigir que se desenrede el ovillo de esa dinámica financiera delincuencial, que es la mejor manera de desenmascarar los rostros de esa lumpenburguesia, y que existe, nada más y nada menos, gracias a las cuantiosas subvenciones que, desde la década del ´50, le viene haciendo el Estado, bajo aquella premisa movimientista de “crear una burguesía nacional”, tan equívoca como aquella más reciente de suponer la posibilidad de un “capitalismo andino”.
Por eso se debe evitar que el affaire del banco Fassil no quede como otra anécdota más de los delitos financieros que comete esta clase dominante, racista y retrógrada, particularmente en Santa Cruz. Hay que sentar en el banquillo de los acusados no sólo a unos cuantos funcionarios venales que fueron el preservativo usado en la violación; sino a todos aquellos empresarios que ya han sido identificados con nombre y apellido. Hay que poner no sólo entre rejas a ese cártel delincuencial que es el Santa Cruz Financial Group; sino a toda la clase política que los retroalimenta.
Para defender este proceso es necesario desmontar esas mistificaciones a través del cual las logias cruceñas inducen a sectores populares a avalar valores y prácticas que en los hechos son perjudiciales para sus intereses.
Se trata de ir hasta el fondo del asunto y ¡SÍ!, se trata de un tema político. La política no es una cuestión de tipos buenos contra malos, o una guerra de colores – azules contra verdes-. Es la disputa por la hegemonía que es, en definitiva lo que determina por dónde va un país y su economía.
Para finalizar es bueno reflexionar acerca de esto que escribió Jorge Beinstein, un militante revolucionario que ahora ya no esta con nosotros: “estamos ingresando en una nueva etapa histórica de duración incierta, marcada por una crisis deflacionaria global que se va agravando acompañada por señales alarmantes de guerra (que ya se convirtió en una realidad). Las élites dominantes locales no son el sujeto de una nueva gobernabilidad, sino el objeto de un proceso de decadencia que las desborda. Peor aún: esas lumpenburguesías aportan crisis a la crisis (más allá de sus manipulaciones mediáticas, que tratan de demostrar lo contrario), creen tener mucho poder, pero no son más que instrumentos ciegos de un futuro sombrío. Aunque la declinación real del sistema abre la posibilidad de un renacimiento popular, seguramente difícil, doloroso, no escrito en manuales, ni siguiendo rutas bien pavimentadas y previsibles”