Violencia fascista, basta ya!!

Volvió a reactivarse el síndrome de odio y racismo en la capital cruceña tan similar al que habíamos olvidado después de ese cruel 24 de mayo de 2008 en Sucre, cuando se perseguía y golpeaba a campesinos en plena plaza central.

Esta vez el turno fue contra una asambleísta departamental cruceña, Muriel Cruz quien fue objeto de agresión en el ingreso a la gobernación cuando dos mujeres golpearon, patearon y jalaron de los cabellos en el suelo. Incluso, se ve cómo otra persona se acerca y la agredió con un palo.

La violencia también tuvo expresiones similares en Cochabamba contra la concejala Claudia Flores de la agrupación del alcalde Reyes Villa con acciones de odio y de extrema violencia ejecutadas principalmente por mujeres.

Los sucesos de ese 24 de mayo de 2008, en Sucre, como de Santa Cruz no fueron casuales, sino son el resultado de todo un proceso, es la acumulación de conflictos y de enfrentamientos desde el pasado año cuando se vivió los 36 días de ahogamiento a su mismo pueblo.

Además, el resultado de manipulaciones políticas divisionistas que fueron estratégicamente bien armadas desde las élites oligarcas de Santa Cruz, con afanes conspirativos para frenar el proceso democrático y de dividir el país.

En los hechos lo sucedido con la asambleísta cruceña, son prácticas de ‘matonaje político’ que buscan atemorizar, que muestran el desprecio hacia los sectores populares. Y ante ello usan estas formas de ‘violencia extrema’ para amedrentar y para generar miedo.

La persistente violencia contra las mujeres es deplorable y debe ser sancionada. El acoso y la violencia contra las mujeres que participan en el ámbito político y acceden a cargos de gobierno y de representación es un dispositivo machista y patriarcal que daña la democracia.

El discurso de “Libertad y Democracia” que esgrime el Comité Cívico de Santa Cruz y sus instituciones, contrasta con la estructura sociopolítica que existe debajo del ropaje “moderno” que exhibe la élite cruceña.

Los entretelones nos señalan que en Santa Cruz existe un tejido entre varios factores de poder: las iglesias, la agroindustria, las logias, la educación (regular y universitaria) autoridades de las FFAA, Policía y los Colegios de profesionales. Esta red de poder es una copia del sistema organizativo de la sociedad durante la edad media (siglos V al XV).

Las “Guerras Santas” o Cruzadas son grandes matanzas en nombre de Dios, con la biblia en mano se acompañan las espadas para dar muerte a los “herejes, salvajes y bárbaros”.

Todo lo señalado antes, ocurre en nuestros días y es transmitido por los modernos “juglares” que son los medios de comunicación, el territorio es la ciudad de Santa Cruz, que efectivamente vive en la edad media, tratando de imponer este modo de vida al resto del país, que en los últimos años ha dado un salto, rompiendo moldes tradicionales denominados “desarrollo”.

Hablan de “libertad”, que en su narrativa es “dejen que hagamos lo que queremos”, prescindiendo de las normas, por eso existe el ritual de las fogatas de las quemas de instituciones, simbólicamente están quemando a las brujas; en suma quieren seguir viviendo en la Edad Media.

Hasta ahora existen centenares de casos de amenazas, presiones, hostigamiento y agresiones físicas contra mujeres candidatas, electas o designadas en la función pública. Y pese a que Bolivia cuenta con una avanzada legislación en la materia, no hay sanciones contra acosadores y violentos, no solo hombres, sino también mujeres.

Es indignante, detestable y debe sancionarse con el máximo rigor. No solo a quienes atacaron con palos, puñetes y patadas, sino a los que promovieron esa violencia en beneficio de sus cálculos e intereses políticos.

Es también condenable y reprochable la actitud de algunos operadores mediáticos que denigrando el oficio periodístico, aportan lo suyo trastocan su ética profesional cuando llaman “activistas” o “plataformas ciudadanas” o “autoconvocados” a los grupos violentos que realizan acciones criminales.

Y peor todavía cuando titulan “se enfrentó a golpes” o “se registró una pelea”, “eran infiltrados”, donde los hechos muestran feroces golpizas. Son los mismos medios que el 2019 titularon “fuego cruzado” donde hubo masacre. Es vergonzante.

La violencia contra mujeres desatadas en torno a la alcaldía de Cochabamba y la gobernación de Santa Cruz ha generado un gran sentimiento de indignación. En democracia es fundamental impulsar acciones concretas y una vigilancia constante contra la violencia machista y racista, que es marca registrada del patriarcado y del colonialismo en la política.

Ya es hora que se siente un serio precedente y después de investigar quienes están detrás de todo esto y una vez que la justicia convoque a los responsables que no nos vengan con la muletilla de siempre de ‘persecución política’ en un intento de buscar impunidad.

La Bolivia del odio y de discriminación creemos que ya no debe ser algo que nos siga preocupando desde 2008 pero tampoco significa que vamos a cruzar de brazos. Que esta vez la justicia sea implacable y se acabe la violencia fascista… Basta ya!!

*Luis Camilo Romero, es comunicador para América Latina el Caribe

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