¿Autogolpe?…¿Y el fraude monumental?
La memoria colectiva nos invita otra vez a mirar nuestra propia historia, aquella que no siempre la encontramos en los libros o no la cuentan en las escuelas y universidades. Es la historia de la desmemoria para algunas personas y que amerita hacer presente cuando recordamos episodios como el del año 2019.
El pueblo mantiene en su retina y su mente los hechos de ese terrorismo estatal y ojalá sea en el tiempo oportuno. Mientras tanto, estamos siempre alertas para mostrarle al mundo que jamás aceptaremos otra vez nos impongan narrativas como simple recurso para desviar la historia que siempre ha estado fiel a sus caprichos.
Después de aquellas declaraciones de algunos diputados en sentido que Evo Morales exigiera que la COB le pida que él renuncie a la presidencia el 2019, se abre de la manera más desesperante para la oposición boliviana sobretodo aquella que agitó el golpe a fines de noviembre de ese año el tema si fue o no fue golpe, o la nueva narrativa de decir que fue un autogolpe.
Es tan curioso que hasta en los círculos de debate y análisis en medios como Panamericana, ya no se trate el tema si fue fraude o golpe, el escarmiento de lo que fueran los informes de la OEA y otros derivados de los archivos del TSE le dan a entender que nunca hubo fraude, sino por demás argumentos que, lo que se vivió el 2019 fue un golpe con las características que tuvieron en el pasado, con asalto a mansalva de la fuerza, más de 30 muertos y después que se impone una sucesión inconstitucional, se ve el asalto a las arcas del estado, tan similar como lo hiciera el propio García Meza allá por julio de 1980.
Llama la atención que los analistas de hoy, a diferencia de lo que fueran los años 2020, 2021 y hasta el 2022, que refutaban argumentos y narrativas del golpe, tratando de imponer la suya con lo del fraude, hoy no alcancen ni siquiera a defender su relato con la resonancia con la que hacían en ese entonces, es más, al analista Carlos Borth que aparece como cacerito en medios de la derecha, como Panamericana, no se le escuchó ni mencionar el tema del fraude como lo hacía hace un par de años, en un reciente debate de fin de semana sobre el tema.
Para éste señor el análisis es hacer historia como nos cuentan en la escuela cuando debemos hacer un retroceso a los años anteriores. La visión de esa historia contada en las escuelas es lo que quieren imponer ahora en los medios este tipo de analistas, creer como la historia oficial nos remacha cada 12 de octubre que es el “Descubrimiento de América”, cuando en realidad fue una invasión de lo más despiadada y cruel a esta parte del Abya yala, ahora América.
Todo lo que venga a decirse por las nuevas narrativas de fraude ya perdieron peso y ahora encuentran otro pretextito para jalar su incansable y repetido cliché hasta el cansancio que, lo que existe es persecución política a sus más allegados, pidiendo que se libere a sus “detenidos políticos” y, ahora, lo que hay que esperar es hasta donde les dure la mentada argumentación del famoso autogolpe.
Hemos de ser claros en afirmar que el plan diseñado por Washington, y que estuvo coordinado con altos dirigentes de la oposición boliviana, éstos eran los responsables de garantizar que el financiamiento que se envía desde Estados Unidos sea para ejecutar el plan de crear un estado de crisis social que permita convulsionar el país antes de las elecciones, intentando crear una fisura y división en las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional para que se alcen contra el expresidente Morales.
El plan comenzó a activarse en su primera fase en abril último, con la presión para establecer alianzas políticas para conformar un solo frente de oposición y la puesta en marcha de una campaña de descrédito contra el Gobierno a través de medios de prensa opositores, medios alternativos, activistas en redes sociales, así como la realización de denuncias ante organismos internacionales.
Las proyecciones que tenían los golpistas fallaron porque se escamoteó el triunfo popular de octubre en una oscura componenda con los viejos núcleos de poder y donde Mesa hasta Tuto Quiroga, pasando por Camacho, se adjudican en ser sus autores.
Hoy frente a las nuevas narrativas (autogolpe, neo golpismo) no debemos distraernos, porque el enemigo siempre está al acecho y para ello, el imperativo debe ser siempre el de recuperar el Estado que ha sido desmantelado porque no podemos retornar al Estado deudor hipotecando el futuro de nuestros hijos, de las generaciones futuras, regalando nuestras materias primas como el litio a las empresas transnacionales que solamente nos dejan pobreza y abandono.
La cultura de la vida es paciente, pero tiene un límite, el momento que vivimos requiere mucha serenidad para vislumbrar un futuro que despeje la niebla que no permite ver con claridad el peligro que se cierne sobre las conquistas democráticas arrebatadas como fue en julio de 1980, pero también en 2019.
Será la historia una vez más que nos devele a los actores del terror, como ya estamos viendo cuando uno a uno va cayendo, ahí lo tenemos uno en EE.UU., otra en Obrajes de La Paz, otros en Chonchocoro y los demás se encargarán la justicia tarde o temprano.
*Luis Camilo Romero, es comunicador boliviano para América Latina y el Caribe