Evismo
La política entendida como la forma de actividad o praxis humana estrechamente vinculada con el poder (Bobbio) y la disputa, implica fácticamente un eje hegemónico organizador de la política que define el sentido de época y el poder.
La crisis y posterior destrucción del capitalismo de Estado, la desarticulación del movimiento popular con el despido forzoso del proletariado estatal, la izquierda clásica reducida a sigla partidaria, posibilitaron el nuevo ciclo estatal hegemónico del neoliberalismo; sus actores políticos constituyeron su institucionalidad republicana representativa en el sistema político con el trípode interpartidario (MNR, ADN, MIR), que alternó en el poder durante 20 años.
Lo hegemónico representa voluntad y estrategia de poder, es el factor ordenador de la política como movimiento y disputa por lo político (Estado, institucionalidad, normas); el momento del quiebre hegemónico, la clase dirigente se reduce a dominante, utilizando los medios coercitivos institucionales, legales y armados para mantenerse en el poder, el surgimiento de otro factor de poder que es lo contrahegemónico, ese es el tiempo de desorden y reordenamiento de la política expresada y representada en nuevos actores que lideran y representan la institucionalidad de lo político transformado o renovado.
Lo contrahegemónico al neoliberalismo emergió de la forma sindical, territorial indígena, campesina, cocalera, que no demandaban reivindicaciones sectoriales sino interpelaban al tipo de Estado capitalista colonial, a sus agentes de poder político, económico, simbólico, religioso; la interpelación era ideológica, política y cultural, movilizada sindical y territorialmente con un horizonte que logró articular la memoria larga, “el anticolonialismo”, con la realidad presente de la subordinación incondicional como principio y fin de la República de Bolivia a los EEUU en el “antiimperialismo”. La praxis es la posibilidad de disputarle al sistema político bajo sus propias reglas liberales representativas el control territorial, este es el momento que la voluntad y estrategia de poder se manifiestan en tres ejes interdependientes: horizonte, organización y liderazgo.
Lo contrahegemónico empieza a ser el nuevo factor de reordenamiento de la política, los plebeyos en su perspectiva estatal y los neoliberales en sus acciones represivas, el núcleo de poder estatal actúa y reacciona contra lo emergente, lo sindical campesino es estrategia con vocación de poder, el liderazgo que sintetiza ese tiempo indefinido es Evo Morales.
Los triunfos democráticos sucesivos no se pueden reducir a la elección y ratificación indígena en la presidencia, sino a la forma hegemónica del evismo como ordenador de la política y transformador de lo político.
El “ismo” es sufijo para designar, identificar corrientes filosóficas, de pensamiento, de concepciones de poder, hoy el evismo es concepción ideológica, es estrategia de poder, es la forma de articulación sindical, territorial urbano y rural, es manifestación política de la cultura, es conflicto, es liderazgo territorial democrático (gobernaciones y municipios), es el poder como manifestación democrática del Estado Plurinacional.
Muchos creyeron que la derrota del 21F, la renuncia por presión civil, policial, militar en 2019, la elección de un nuevo gobierno sin la presencia de Evo y su ausencia en el poder implicaban clausurar su liderazgo, que la política vivía tiempos post-Evo, simplificando y reduciendo este tiempo histórico solo a momentos electorales, restándole el sentido anticolonial y anticapitalista a la nueva CPE y a las nacionalizaciones; minimizaron este ciclo histórico, subestimaron la subjetividad de los pueblos y de los sectores populares.
El golpe apropiándose de lo político creyó sustituir mediante la violencia el liderazgo indígena campesino, las acciones coercitivas desde el Estado tanto políticas, jurídicas, policiales como militares se concentraron en destruir lo que implicaba el evismo para prolongarse en el poder indefinidamente, reconstruyéndolo simultáneamente; la represión y el genocidio eran la manifestación armada del gobierno, pero no implicaron la desarticulación y derrota del bloque plebeyo.
El factor ordenador de la política y de lo político es el evismo, antes, durante y después del golpe. Los actores que concurren a la disputa desde diferentes escenarios políticos, mediáticos, sindicales, cívicos, territoriales no pueden prescindir de este hecho hegemónico, por el contrario, sus manifestaciones públicas y políticas están condicionadas a esta realidad.
La forma como se articulará la disputa por el poder no depende de los actores externos, sino del núcleo orgánico del proceso, que concentra el conflicto y la posible división, el desenlace constituirá el escenario preelectoral.
El evismo, para los opositores de todo color ideológico, es el enemigo a enfrentar y destruir para inaugurar otro tiempo político.
En el próximo artículo explicaremos qué es el antievismo.
(*) César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda