Salvador Allende: 50 años, lecciones a aprender

Han pasado 50 años después de la muerte de Salvador Allende en aquel golpe de Pinochet y, la figura de Allende marcó un hito importante al frente de Chile en lo que fue el Siglo XX, como uno de los más convencidos de ser leal a sus convicciones y probablemente el único presidente que asumió en plenitud el peso de un gobierno identificado con la causa del pueblo hasta el final.

Prueba de ello es que hay una palabra que retoma recurrente a sus labios y que es la única que repite dentro de su arenga: «Lealtad». Por ello dice: «Pagaré con mi vida la lealtad del pueblo…». Mi recuerdo habrá de ser el de un hombre digno, que fue leal con la patria… «Siempre estaré junto a ustedes y me seguirán oyendo». Privado del único medio de comunicación disponible, sabe que el pueblo lo va a escuchar para siempre en espíritu.

«La semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles de chilenos no podrá ser segada…». El pueblo debe defenderse, pero no dejarse acribillar. Y enseguida, una advertencia histórica.

¿Qué mejor que ese discurso para descubrir, en una inesperada y profunda síntesis, lo que auténticamente fue en vida Salvador Allende? ¿Cómo poder comparar cualquier clase de observaciones por penetrantes que ellas fueran, con lo que fluye espontáneamente de un gran hombre cuando se ve bruscamente proyectado hacia la eternidad?

Salvador Allende se encontró con la muerte durante el bombardeo e incendio del palacio de gobierno, pero antes de ofrendar su vida y ser ejemplo de heroísmo y de consecuencia de ideales para las futuras generaciones, dejó postreros mensajes de verdades al mundo y al pueblo que lo eligió mediante elecciones limpias y democráticas.

Informado en la aciaga mañana del 11 de septiembre de 1973 que sobrevenía un golpe militar, adoptó sin vacilación alguna la espartana resolución de afrontarlo con las armas en la mano, encerrado en el Palacio de La Moneda, símbolo del poder civil chileno.

Lo acompañó un reducido grupo de sus adictos, armados tan precariamente como él. Y fue este conjunto, apenas una cincuentena de hombres, dotados de armas manuales, el que logró contener a lo largo de más de seis horas el ataque conjunto de las fuerzas militares.

Su temple ante la tragedia, su alto concepto de la dignidad del cargo que el pueblo le ha conferido y su noble sentido ético se exteriorizan: «No tengo amargura sino decepción…». «La historia los juzgará»… «Habrá una sanción moral». Es notable advertir la forma en que mide sus palabras al referirse a quienes comandan el golpe, procurando evitar todo exceso. Sabe que no es a él a quien está reservado el juicio, sino a la historia.

El gobierno de Allende, apoyado por la Unidad Popular, un conglomerado de partidos de izquierda, destacó tanto por el intento de establecer un Estado socialista usando medios legales del poder ejecutivo –la vía chilena al socialismo–, como por proyectos como la nacionalización del cobre, la estatización de las áreas «claves» de la economía y la aceleración de la reforma agraria, en medio de la polarización política internacional de la Guerra Fría y de una grave crisis económica y financiera interna.

Hoy, después de los 50 años de su muerte, una de las lecciones a aprender para los que fueron gobernantes de esta parte de América y Bolivia, la actitud que tomó Salvador Allende, poniendo el pecho y arriesgando su vida a la hora de enfrentar a sus enemigos.

No existe un modelo similar de gallardía por parte de Allende que le da al mundo una lección a imitar. Difícilmente la consecuencia revolucionaria podrá ser igualada por aquellos que dicen comprometerse por su pueblo, cuando están más desesperados de alcanzar el poder por el poder. Es más, hoy podía encumbrarse a uno de ellos que el 2019, vivió una experiencia similar pero prefirió tomar otra decisión.

Hoy Chile, sin Allende, sigue mostrándonos que se requiere hombres de talla porque más allá de los que entraron con el rótulo de izquierda o centro izquierda como Michelle Bachellet, Gabriel Boric y otros, no son señales para un Chile después de la experiencia de construcción del socialismo como lo quiso Salvador Allende.

Sigamos soñando que más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas para que ingresen los hombres libres en Chile y en nuestra América.

*Luis Camilo Romero, es comunicador boliviano para América Latina y el Caribe

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