Mr Rocha, el infiltrado
La noticia utilitaria para el club de nostálgicos de los otrora republicano-neoliberales es la detención de Manuel Rocha, exembajador de los Estados Unidos en Bolivia, acusado supuestamente de ser agente encubierto de Cuba.
Digo utilitaria porque volvieron a desfilar por la pasarela mediática y redes sociales los que se sienten afectados por la noticia. Tuto Quiroga es el primer ofendido y afectado; en un acto público en el aeropuerto de Chimoré organizado por su gobierno en junio de 2002, a días de la realización de las elecciones nacionales, en la tarima estaba el entonces presidente de la República Tuto Quiroga y el embajador Mr Rocha. El diplomático del imperio, en su alocución, manifestó que se “ponía en peligro la ayuda norteamericana” si el pueblo optaba por apoyar electoralmente a Evo; el establishment aplaudió, incluido el presidente.
Después de conocerse los resultados electorales, en coro todos expresaron que el repunte electoral del MAS fue gracias a esta declaración, los mayores perjudicados habrían sido Goni-Mesa (MNR), que solo obtuvieron el 22,4%; Manfred, de NFR, fue desplazado al tercer lugar con el 20,9%. Las palabras de Mr Rocha fueron mágicas.
De la derrota electoral tenían que sobreponerse. Con el auspicio de Mr Rocha se aliaron el MNR y el MIR, Paz Zamora justificó el acuerdo con la frase “cuánto cuesta amar a Bolivia”. Luego se incorporó Manfred y NFR. Fue tan malo el padrinazgo que el gobierno solo duró 14 meses: huyó Goni a los EEUU dejando decenas de muertos por impacto de bala, se desmoronó el sistema político y desaparecieron de la arena electoral los otrora fuertes, robustos, todopoderosos líderes y partidos de la derecha neoliberal.
La Embajada de los EEUU es la causante de la crisis terminal del viejo Estado republicano capitalista colonial.
Seguro que en unos días más saldrán a acusar al representante del Comando Sur de EEUU, el general George A. Joulwan —que en 1993 llegó al Chapare para exigir la militarización reforzando la ayuda militar con una flota de 22 helicópteros artillados Huey UH 1H, volquetas, grúas y vehículos livianos tipo comando con base en Santa Cruz, renovando el armamento y entrenamiento a militares bolivianos (El Deber, julio 1993)—, de ser causante de que los productores de coca luchen por la soberanía y hayan parido un líder antiimperialista de envergadura continental.
No solo eso, acusan reiterativamente a Evo de su orfandad política por haber expulsado a Mr Goldberg. Sus esperanzas estaban centradas en el nuevo embajador, que tenía experiencia separatista en la guerra de los Balcanes que derivó en el desmembramiento territorial de la ex Yugoslavia, y además asesoró en la elaboración del Plan Colombia de contrainsurgencia. Era el nuevo padrino ideal, pero en vísperas a la masacre de Tahuamanu, en septiembre de 2008 en Pando, liderado por exprefecto de derecha Leopoldo Fernández, Mr Goldberg fue declarado persona no grata. Por culpa de esa expulsión hasta ahora las derechas no dan pie con bola.
Volvieron a sonreír en el golpe de 2019, tenían la bendición de los dueños de la Biblia y un asesor estrella, un agente de la CIA: Erick Foronda, quien fue el secretario privado de la expresidenta de facto, pero… también salieron derrotados electoral, política y moralmente, fueron mal asesorados por el enviado de la Inteligencia imperial.
La característica como mal congénito de las derechas en el continente es su condición servil al Tío Sam, son la constatación fáctica de su condición colonial, son reactivas sin iniciativa propia y dependen de la metrópoli.
Ofenden e insultan al sentido común, con el apoyo mediático inventan su fantasía, para ellos el pueblo es la suma de ciudadanos que solo tienen la obligación de votar, no de decidir ni de elegir, es decir, son considerados usuarios electorales que actúan por impulsos sin nivel conciencial. Sobre esa lógica colonial, racial y capitalista justifican sus derrotas, por ello no es casual escuchar la (sin)razón de los asesinatos y masacres: “se dispararon entre ellos”, “querían volar la planta de Senkata”, “son hordas terroristas alcoholizadas”, narrativa de autovictimización colonial.
Los poderes facticos utilizan todos los instrumentos y medios a su alcance para tergiversar la historia de los movimientos libertarios, inventan e imponen su narrativa para convertirla en su presente como racionalidad discursiva, glorifican sus imágenes conservadoras; esa es su nueva verdad, pero el pueblo, que es el sujeto depositario de la soberanía, es estigmatizado, condenado y sancionado para reducirlo a condición de objeto social.
(*) César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda