Mentirosos y mentiras sobre el censo
Vísperas de la realización del Censo Nacional de Población y Vivienda han reaparecido opinadores y seudo analistas que, gracias a una bien aceitada maquinaria mediática, hablan con gran desparpajo para confundir a la población. Son los eternos mentirosos que nuca pueden ser sancionados, salvo con el mordaz humor popular que no los perdona. De esa fauna, han destacado dos; uno del oriente y otro del occidente del país. Ambos se llaman Carlos, el uno Valverde y el otro Mesa.
Del primero no hay necesidad de mucha presentación. Jefe de Inteligencia durante un gobierno neoliberal, pasó a tener fama cuando apareció el cadáver de un ciudadano peruano, con rastros de terribles torturas que acabaron con su vida. ¿Participó activamente de ese interrogatorio el ahora opinador distinguido como “ciudadano ilustre” por sus compinches cívicos? Tal vez sí, tal vez no; lo cierto es que tal acción quedó en la impunidad absoluta y, probablemente, él ya ni se acuerde del vil crimen. Sí todos se acuerdan de él cuando, con cara de circunstancias, con grandes altavoces mediáticos, daba a conocer la existencia de un hijo de Evo Morales con la señora Gabriela Zapata y, ¡horror de horrores!, que dicha dama manejaba negocios del Estado con los chinos por cientos de millones de dólares. Una típica fake news que, de seguro, le valió de mucho a la hora de ser distinguido con las guirnaldas de los cívicos de turno. Luego, por supuesto, se desmintió, para mostrarse nuevamente como opinador serio y responsable; claro está, el propósito de dicho invento ya se había cumplido, volcando a favor de la oposición el resultado de un referendo absurdo.
Ahora anda diciendo que “jamás” en un censo se ha preguntado el nombre a las personas; que esto constituye un verdadero atropello a la privacidad de la gente y un largo etcétera para gimotear sobre posibles violaciones a los derechos humanos. Supina ignorancia, pensarán algunos; pero no. Se tata de una comedida actuación mediática que tiene también un propósito: abrir el paraguas por si algunos resultados del censo no son del agrado de sus mandantes (de Carlos Valverde, se entiende). Lo cierto es que no alguna vez, sino siempre, se ha preguntado en nombre a la persona informante en todo censo antes realizado. Por supuesto, dicho dato no aparece en la boleta censal ni es registrado; de esta manera, se mantiene el secreto censal que protege la privacidad de todo ciudadano y de toda ciudadana.
El otro mentiroso es Carlos Mesa. El ingenuo político que nunca habla de la gran paliza recibida en las últimas elecciones nacionales, pero sigue recordando nostálgicamente un supuesto “fraude monumental” previo. Hoy nos dice que el censo debemos agradecerlo al paro de 36 días. Quienes vivimos y sufrimos el famoso paro de los paramilitares de la Unión Juvenil y de una élite que lo impuso por la vía del terror, recordamos que el gobierno pedía realizar el censo… ¡el 2024! ¿Cuál fue la consigna de aquella derecha cavernícola para paralizar inútilmente no sólo a una ciudad? “¡Censo 2023 o nada!”. Y porfiaron en que nos dejaríamos morir antes que ceder frente a la “raza maldita”, como les gusta a esas élites llamar a sus connacionales de piel distinta. Pudo más la realidad que la fantasía de aquellos delincuentes de cuello blando, a los que hoy la Justicia les da la chance de defenderse dentro de un debido proceso por el atentado cometido. No hubo respuesta nacional ni movilización generalizada; ni siquiera en todo el departamento cruceño tuvieron éxito, salvo en aquellos municipios donde el matonaje de la derecha se cobró víctimas fatales.
Carlos Mesa se creyó el mesías capaz de derrotar al pueblo en las urnas, porque esa derecha reaccionaria a la que ayer llamó “provinciana” y a la que hoy alaba, por instinto de supervivencia, instruyó votar por el muy mentiroso e ingenuo, haciéndolo ganar en aquel “fraude monumental” en la plaza oriental. Pensó que los votos eran suyos; y así le fue en la siguiente elección, con árbitro puesto por él mismo para dirimir preferencias electorales. Perdió como en la guerra. Y para colmo, en las siguientes elecciones sub nacionales, no ganó absolutamente nada. Pero al historiador le falla la memoria para recordarlo.
Es entendible justificar premios y/o hacer buena letra para mejorar marcas electorales en Santa Cruz; pero es mala idea pretenderlo con mentiras que ni la derecha reaccionaria cruceña se las cree. Levantaron el paro con el rabo entre las piernas y hoy su ideólogo violento mira entre barrotes su próximo juicio, a pesar de las arengas fantasiosas de los dos Carlitos.