El autoritarismo que se visibiliza

Por fin se destapó la olla y el sinsabor de lo que fuera la otrora compacta y sólida unidad del movimiento cívico cruceño, los partidos radicales, las logias de la oligarquía con sus grandes líderes, queda en un sabor agrio y todos se quedan pasmados ante las palabras del líder del Comité Pro Santa Cruz Fernando Larach cuando se atrevió a decirles públicamente que: ¿desde cuándo los cruceños tenemos un patrón?

Larach, emitió un duro mensaje a Luis Fernando Camacho, y a su entorno, a quienes se refirió como “títeres” y dijo que esa región no tiene un patrón. Para el cívico cruceño, Camacho impulsó un discurso de odio y confrontación que no solo afectó a Creemos, su fuerza política, sino que también cubrió a la institucionalidad cruceña, se aleja de la democracia que él y sus seguidores pregonan.

Sus declaraciones confirman la crisis del movimiento cívico porque era evidente que las convocatorias a cabildos naufragaron desde que Rómulo Calvo no tuvo el respaldo cuando Luis Fernando Camacho movilizaba a las huestes unionistas, las plataformas, paralizando Santa Cruz en las duras acciones conspirativas contra el gobierno de Arce en 2022.

El líder cruceño les ha remarcado que en su afán de controlar los diferentes estamentos regionales, adoptan un discurso de odio y de confrontación; “que, si no estás conmigo, sos traidor; que, si no estás conmigo, sos masista”. Este tipo de actitudes están profundamente reñidos con un principio que dicen defender: la democracia.

Y se preguntaba en la misma línea de los que quieren romper autoritarismos respetar la democracia: “yo me pregunto, ¿acaso dentro de la democracia no está el derecho a pensar diferente, no está la libertad de expresión, el diálogo y la concertación no son elementos de la democracia?”

Pero en su propósito de los que se dicen promover la unidad, también había dicho que el discurso de la confrontación causa división. “¿Acaso no están divididos? Refiriéndose a Creemos y otros. “Y los otros están unidos, ¡por favor! ¿A qué estamos jugando? ¿Acaso no dicen que hay que lograr la unidad? Es un mandato del cabildo”.

La oposición boliviana al verse con una fragilidad tras sus alianzas que no pesaron políticamente como ellos esperaban, inventaron sus frentes de ataque al gobierno y buscaron la estrategia del desgaste en escenarios que el oficialismo tenía respuestas a las demandas cruceñas de los últimos años.

Sin embargo, este tema no es nuevo ni se limita a nuestro país: los valores democráticos se debilitan con cada día que pasa y en la mayoría de los casos son los propios líderes políticos quienes propician este estado de cosas. La semana pasada hubo dos casos: un expresidente propuso cumplir la ley que él mismo promulgó y otro, también expresidente, pidió a sus diputados renunciar a su cargo.

En el primer caso, nos llama la atención la posición del expresidente Morales cuando, tras asegurar que no iba a retroceder en su postura de legalizar el Congreso de Lauca Ñ, ahora dice cumplir el ultimátum del Tribunal Supremo Electoral para renovar su directiva en un congreso orgánico, que tiene dos convocatorias con fechas y sedes diferentes y no se sabe si lo va a realizar.

En el afán de salvar la situación, el expresidente Evo Morales, retó al actual Presidente del Estado a competir por la candidatura en una elección primaria. Es un cambio en lo decidido en el frustrado Congreso de Lauca Ñ, el año pasado, donde se dijo que Morales es “el único” candidato del partido, desconociendo la Ley 1096, de partidos políticos, y su reglamento específico sobre elecciones primarias; pero también una muestra de una vocación de uso instrumental de la norma.

En el segundo caso, se vio al también expresidente Carlos Mesa pidiendo a sus legisladores electos renunciar a su silla en la Asamblea Legislativa si no se ajustan a seguir sus instrucciones. Un mensaje que instruye obedecer ciegamente al jefe o largarse, habla mal del liderazgo o el ejercicio democrático.

Además, como ya se ha dicho, no son solo jefes políticos quienes muestran poco aprecio por los valores democráticos. Ahora le toca a la sociedad reflexionar profundamente sobre su futuro inmediato y decidir si quiere exaltados discursos ideológicos que enmascaran comportamientos autoritarios, o si prefiere líderes comprometidos con su pueblo.

Las maniobras de los líderes de la oposición muestran al desnudo su pleno apego al autoritarismo y como hemos señalado se ve que fracasaron. Es el pueblo una vez quien debe juzgar las actitudes maniobreras de esos sectores antipatria.

Frente a estos aires de autoritarismo, una constante en el pensamiento revolucionario es la coherencia, esa relación entre el pensar y actuar, esto solamente es posible si estamos con el “espíritu lleno”, es decir, si hemos consolidado la ideología del cambio en nuestra vida, como diría el Che, si hemos aceptado el Suma Qamaña como guía de nuestra acción.

Si somos coherentes en el pensamiento y la práctica revolucionaria, hoy más que nunca debemos de dotarnos de mayor convicción y fortaleza para la dura batalla que, ya ha empezado y que culminará en 2025.

*Luis Camilo Romero, es comunicador boliviano para América Latina y el Caribe

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