Nila Heredia: “la izquierda real está obligada a definir nuevos derroteros y formas de organización”
En este diálogo con Correo del Alba, como parte de una trilogía donde acudimos a otras voces del espectro político de la izquierda para pensar la actual coyuntura en Bolivia, Heredia profundiza en las raíces del Proceso de Cambio, su desenvolvimiento, las expectativas iniciales y su burocratización paulatina, para, finalmente, identificar algunos elementos que faciliten la construcción de un proyecto socialista.
La doctora y exministra de Salud, Nila Heredia, cuenta con una amplia trayectoria en las luchas políticas y sociales, siendo una de las mujeres más destacadas de las izquierdas de Bolivia. Exguerrillera del Ejército de Liberación Nacional (ELN), hace dos décadas contribuyó a la fundación del Movimiento Guevarista (MG), organización en la que milita actualmente.
En los últimos meses la escena política criolla, entre otras cosas, ha estado marcada por la división al interior del MAS, ¿cómo interpreta tales rencillas públicas en el partido más importante del país? ¿Hay un agotamiento del Proceso de Cambio o programático del oficialismo o puede tomar un nuevo aliento?
Las tensiones al interior del MAS no son nuevas, aunque se han puesto en evidencia y de manera ruda en una política poco entendida como debate en base a proyectos, reflexiones y propuestas sustentadas ideológicamente; por el contrario, hoy prima el insulto, la diatriba e incluso acciones de hecho, con lo cual se ha desmoronado la base sustantiva del proceso, entendida esta –como en todo proceso revolucionario– como la consciencia de clase del sector dirigente, en nuestro caso los campesinos y obreros, el primero con poca formación teórica pero con enorme experiencia combativa, los segundos dispersos, fragilizados y abandonados de la formación y práctica políticas. En todos los casos a los partidos les remplazaron las ONGs.
Desde el inicio mismo del periodo gubernamental, en 2006, se fueron evidenciando miradas, estrategias y objetivos finales diferentes, aunque por comprender el proceso inédito, la fuerza y personalidad presidencial –a quien había que blindar–, la izquierda debilitada fue concediendo, entendiendo que era necesario resolver los problemas más agudos de la población, la pobreza y las desigualdades sociales, y postergar los pasos que había que dar en la búsqueda de alcanzar la sociedad socialista comunitaria.
Es evidente que esa etapa de “enamoramiento” comenzó a tener fricciones por la modificación de artículos e incisos de la propuesta de nueva Constitución Política del Estado (CPE) aprobada por la Asamblea Constituyente, significando concesiones determinantes en el futuro del proceso político iniciado en 2006. Con la seguridad que le daba al gobierno de Evo, la aprobación y puesta en vigencia de la nueva Constitución (modificada), el equipo político conductor –de su confianza– inicia la construcción de un proceso ejecutivo dirigido a burocratizar el proceso político mediante: 1) el reemplazo de la estructura ejecutiva y dirección del Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (IPSP), el instrumento político del MAS, por la delegación a los ministros, muchos de ellos nuevos en la vida política y ejecutiva; 2) el reemplazo de la articulación fluida con los movimientos sociales por una representación burocratizada, gentil y hasta sumisa; y 3) la falta de estructuración y fortalecimiento de la estructura partidaria, lo que derivó en la concentración del poder en un grupo de personas y al interior del mismo el anidamiento de quintacolumnistas interesados en medrar del poder, con las trágicas consecuencias actuales.
Como resultado, el proceso dirigido al socialismo comunitario quedó estancado en otro nacionalista popular con tinte antiimperialista y antineoliberal, pero de ninguna manera anticapitalista y menos socialista. Lastimosamente, dadas las tendencias y actitudes antagónicas, hasta bestiales, particularmente dentro del MAS, no se permite tener esperanzas de recuperar parte del terreno perdido a no ser que el presidente Arce y su equipo planteen una línea programática que recobre los ideales sustantivos puesto en la nueva Constitución y comprendiendo la situación política internacional trace estrategias llamadas a fortalecer las políticas de protección a la soberanía nacional en la explotación de los recursos naturales y genere una política agraria para el Occidente y los Valles. Siempre es posible, pero es preciso un equipo claro políticamente y técnico, que la actual gestión no posee.
Un tema singular, a mi juicio fundamental, es la reforma de la educación superior. El sistema universitario ha abandonado no solo los principios universitarios, sino que se ha convertido en un espacio de trabajo cansino hasta parasitario, negligente, corrupto y sin fines de ciudadanos para el bien común, ni decir antiimperialista ya que esta es una palabra mayor para la actual universidad. No dudo que haya docentes e investigadores, profesionales con experiencia honorables, pero estos no pesan en el quehacer universitario actual. Esta es la institución que forma a los profesionales y técnicos, con bajos niveles de formación y con poca o sin formación ciudadana constructiva para una patria que la necesita y pone sus esperanzas en ella.
Numerosos políticos, cientistas sociales, comentaristas de todo tipo, entre otros, últimamente vienen planteando que estamos ante una crisis institucional profunda enmarcada en el tema de la irresolución de los problemas de Justicia, la imposibilidad de acción de la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP), la irrupción del Tribunal Constitucional (TC) como un árbitro por sobre el resto de los poderes del Estado, una economía contraída, un alto desempleo, inflación ascendente, etcétera. ¿Cuál es el diagnóstico que hace de la coyuntura actual? ¿Cómo lo caracterizaría?
La aprobación de la nueva CPE, sin dudas, generó una fuerte esperanza por las connotaciones políticas y estructurales en tanto para cualquier ciudadano significaba el funcionamiento respetable, respetuoso, honesto, ecuánime, equilibrado y altamente productivo de todos los poderes u órganos del Estado. Sin embargo, me parece que las propias autoridades la han disminuido y utilizado, logrando confundir a unos y a otros.
La actitud corrupta del Poder Judicial, congénita y estimulada por los distintos gobiernos –salvo honrosas excepciones–, es el guardaespaldas de gobernantes que a la vez de utilizarla han sido utilizados por este. La sorprendente y desfachatada actitud actual de este Órgano, bajo la complacencia de unos y otros, los ha llevado en constituirse en un suprapoder, resultado además de la deficiente formación técnico y sobre todo ética. A su vez, el irresponsable funcionamiento y rendimiento de los miembros del Órgano Legislativo, debido a las deficiente formación y asesoramiento técnico, sumado a la defectuosa formación política de sus miembros –que junto a los gobernantes de ayer le han dado bastante poder–, ha transformado ese instancia en la escuela de lo que no se debe hacer. Hoy se han vuelto un órgano abusivo, irreverente e ineficiente, poco o nada respetable.
Con turbulencias y todo, pareciera que el masismo continúa hegemonizando el tablero político local, ¿hacia dónde debe mirar la izquierda? ¿Qué horizontes debe trazarse una izquierda con vocación anticapitalista real?
Un “masismo” deformado amenaza y busca continuar gobernando; un masismo que ha dejado de representar los principios y postulados originales, aquellos inspirados en la lucha antineoliberal, anticapitalista, verazmente popular, respetuosa, constructiva. En ese contexto, considero que la izquierda real está obligada a definir nuevos derroteros y formas de organización, sin perder el objetivo central de construcción de gobiernos verdaderamente socialistas.
Considerando que el contexto mundial, en lo que caracteriza al Tercer Mundo, está dado por el desarrollo científico tecnológico, de la modificación de las formas de trabajo, de la explotación indirecta, de la concentración de la riqueza a través de la banca y finanzas, de la manipulación genética, del uso más universal de la energía nuclear, de la producción de artículos y formas atractivas de esclavización de la población, del usa y tira, de la invasión de la chatarra, de la destrucción de la manufactura y el artesanado, invita a las organizaciones de la izquierda socialista estructurada bajo principios proletarios a, mediante nuevas formas de organización, hacer fluir la presencia organizada y acción de una juventud que hoy necesita construir objetivos comunes, construir futuros. Hoy, si bien los jóvenes, tienen más oportunidades y acceden a formaciones universitarias, a la vez se encuentran en sociedades con pocas oportunidades de aplicación de su formación. El mercado no solo no abastece, sino que ya no los necesita, hoy precisa mejores y más densas formaciones.
En las últimas semanas hemos visto un acuerdo entre el Gobierno y las patronales para tratar de revitalizar la economía, con propuestas conocidas por todos. ¿Le parece tal acuerdo pertinente o popular?
Este acuerdo continúa siendo una extensión de las franquicias que el Estado ha ido dando al empresariado, un mecanismo dirigido a mantener las granjerías empresariales en desmedro de políticas productivas para las clases medias y populares, quienes se mantienen produciendo con esmero productos poco y mal protegidos y que se ven forzados a competir con productos que ingresan con toda facilidad al país.
Finalmente, desde una perspectiva socialista, ¿qué otras respuestas debieran darse para fortalecer el campo popular? En ese mismo sentido, ¿cuáles son los retos para el conjunto de la izquierda local en el momento actual?
Se deberá generar un plan de desarrollo productivo, protegerlo y estimularlo con un sólido apoyo técnico con profesionales realmente capacitados y fuertemente exigidos en base a metas medibles.
Siendo la juventud el sector de la población y sujeto histórico para la modificación de las condiciones socioeconómicas del país, la universidad debe jugar un rol importante, papel que ha sido dejado hace varios años.
Fuente: Correo del Alba – Javier Larraín Jefe editorial