Glorificar al pasado negándolo
La glorificación al pasado como fuente que alimenta el ego de conservadores y de la extrema derecha en la región, se está convirtiendo en la razón de su sinrazón, para ello es imprescindible imponer en el ideal común imágenes subliminales sobre la historia negativa.
Las narrativas altamente ideologizadas del presente tienen como finalidad modificar el sentido común sobre el pasado. Mostrar a los hechos, a los personajes despojados de la connotación histórica para presentarlos con la vestimenta que la moda ideológica exige.
Los golpes militares del siglo pasado son presentados como “gobiernos de restauración democrática”, de “recuperación de la patria”, de “lucha contra el comunismo”, es decir, la motivación del hecho militar es democrática y patriótica, porque el mayor peligro para la región es el comunismo.
La utilización y la apropiación de palabras para autobautizarse como abanderados del simbolismo implican dotarse de su propia narrativa que niega y modifica en el presente al pasado.
Autodefinirse como gobiernos de “restauración democrática” significa que niegan el origen político e ideológico del golpe militar; implícitamente, a los dictadores de ayer, hoy los presentan como “líderes, estadistas”. Es negado el fascismo como estructura de Estado: gubernamental, militar, policial, judicial, política, cultural y religiosa en el ejercicio del poder, porque la “motivación” para el hecho militar fue la “patria”. Al igual que ayer, hoy construyen al enemigo, identificándolo como enemigo de la “patria y de la democracia”.
Las derechas en los años 90 se ruborizaban de su pasado fascista, no lo negaban, pero lo eludían diplomáticamente; como en ese tiempo eran el eje político de la democracia y de los gobiernos, su bandera era el Estado de derecho, ese estatus de aire democrático se derrumbó.
Las organizaciones de izquierda, sindicales, sociales, barriales, populares, de los pueblos que lucharon y vencieron a las dictaduras, en el presente siglo derrotaron, por decisión del soberano, a las derechas mediante métodos democráticos; hoy representan el presente y, por lo tanto, son el nuevo enemigo de las extremas derechas.
Bolsonaro, en la campaña electoral de 2018 y luego desde el gobierno, revindicó a los gobiernos militares, rechazó que fueran dictaduras; por el contrario, para él fueron “patriotas” que sacaron del atraso a Brasil y liberaron al pueblo de los comunistas.
En Chile, el candidato de extrema derecha José Antonio Kast, que fue derrotado en la segunda vuelta presidencial en 2021, centró toda la fase de campaña electoral mostrando arbitrariamente una imagen positiva de Pinochet para el Estado y la sociedad chilena.
En su campaña electoral, Milei no solo reivindicó a los gobiernos militares de Argentina, sino que puso en duda los más de 30.000 desaparecidos. En marzo, cuando se cumplieron los 48 años del último golpe militar, se conmemoró el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, esa jornada el gobierno de Milei difundió un video negando que existiese ese número de desaparecidos, al extremo que, para el gobierno de los libertarios, la cifra de muertos es inventada y era un negocio para las Madres de Plaza de Mayo.
Diputados libertarios visitaron en la cárcel a militares condenados por crímenes de lesa humanidad durante la dictadura, los cuales fueron identificados como responsables de arrebatar a niñas y niños de sus madres detenidas y luego asesinadas. Esta visita contó con el visto bueno gubernamental y fue mostrada mediáticamente como un acto humanitario.
En Perú, la mayoría parlamentaria fujimorista de extrema derecha aprobó una ley que declara proscritos los delitos de lesa humanidad, anula los procesos por los crímenes cometidos e indulta a cerca 600 militares y también a Fujimori por las 69.000 muertes y 21.000 desaparecidos en la “guerra” contra la guerrilla.
Reescribir la historia a partir de las emociones para darle el sentido ideológico que necesitan las extremas derechas implica también una ofensiva política/cultural contra la historia de generaciones de actores individuales, sociales, sindicales, de los pueblos que lucharon contra los regímenes dictatoriales, que recuperaron la democracia y los derechos civiles y políticos para toda la sociedad.
Hoy, negar y modificar la historia, glorificar e indultar a los responsables de los crímenes de lesa humanidad, significa que los hilos fácticos internos y externos del poder les abren las puertas para reiterar sus crímenes en nombre de la democracia y la patria.
César Navarro Miranda
es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda