Crónica de los días que corren

“Los señores oidores, amigos de Alos, desde hacía mucho tiempo sentían un odio feroz hacia el ‘indio alzado’. Pero en aquél momento del apogeo de su poder no estaban en condiciones de imponer su autoridad corrompida y venal, recurrieron pues al expediente de traición”

B. L. Tupac Amaru el rebelde.

Erase una vez (creo que mas de una vez) en un cercano reino, cuya riqueza asombró al mundo, que después de siglos de jauja, viose afectada por intestinas luchas entre los muchos feudos y sus señores entre ellos mismos y luego entre sus fieles siervos.

Dura historia, tienen estas tierras fértiles que con sus altiplanos, valles y amazonias han dádose a centenarias luchas, y dejando sus riquezas a merced de aventureros, tahúres, monjes, monjas, y bucaneros venidos allende los mares. Para ordenar sus feudos decidieron entusiasmar a la plebe con la mágica palabra de “independencia”, la plebe crédula se sumó con entusiasmo a la nueva forma de gobierno, doctos juristas de la culta Charcas dieron luz acerca de las leyes que deberían proteger los intereses de los señores y guardar distancia de los siervos. Muchas muertes costaron la paz de los nobles señores que conservaron intactos sus feudos y si siervos levantiscos existieren su muerte estaba asegurada por la fuerza recién creada “para defender la libertad e independencia”.

Tranquila y apacible vida de pronto fue alterada cuando la plebe y el servaje, levantáronse en desigual batalla y resultaron ganadores. Así un nuevo orden se había establecido, pero los nobles señores con su experiencia de siglos lograron mantener tierras y privilegios.

Guardando siempre las apariencias, en el juego llamado democracia, el señor Rey ha tenido que, nuevamente reunir todos los poderes en sus manos, obligando a la sana obediencia de jueces, soldados y policías. Los obedientes funcionarios hoy, reunidos en solemne junta han prometido a la plebe darles una posibilidad de ser activos ciudadanos en unas justas electorales; las aguas venían turbias desde el mes de setiembre del pasado año y para no ser arrastrados por los torrentes desbordados, en singular acto prometieron cumplir con las leyes, que estando escritas, no necesitaban del concilio para ser garantes de su cumplimiento; pero los tiempos están tormentosos y todo acto que dramatice la vida es necesario.

Existen carencias en la vida de la plebe, los alimentos han subido en sus precios, el transporte igual, como en toda carencia los mercados negros hacen de las suyas y el Rey en descuidada actitud declara que todo se encuentra en calma y pide a la plebe no dejarse engañar con falsos mercaderes.

Así transcurre la vida en estos reinos del señor, que en su gracia este año será de gran festejo y regocijo, recordando el glorioso día de la mágica palabra “independencia”.

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