Bolivia: El Fantasma del Socialismo
Una dura campaña contra el “socialismo” se ha desatado en el país, por supuesto que toda la derecha boliviana se ha dedicado a centrar su campaña con este contenido.
Indistintamente se habla del “socialismo del siglo XXI” del “socialismo del MAS” etc, etc. En el panorama mundial, es Trump el que también utilizó y utiliza este lema, claro que para Trump, los “socialistas” son los demócratas que tímidamente implementaron una serie de derechos de carácter social, que nada tiene que ver con las teorías del socialismo marxista. A estas tendencias progresistas en EEUU se conoce como “Woke” una palabra que en sus orígenes significo “estar alerta” que según los afronorteamericanos se utilizó para prevenir acciones racistas, muy rápidamente Trump en su limitado conocimiento de las teorías políticas señaló que los Woke eran “comunistas-socialistas”, recuperando la pugna surgida luego de la segunda guerra mundial y lo hace porque en el sentido común norteamericano el gran peligro sigue siendo el “comunismo” sentido común construido y alimentado desde 1945.
Los liberales criollos, también con sus limitaciones, han tomado el discurso de Trump y de Milei, que en su extravio político señala al peronismo como “socialista, con la creencia que el anticomunismo se encuentra muy enraizado en la sociedad boliviana. Es cierto que un gran porcentaje de los bolivianos y sobre todo bolivianas que militan en la religión católica han tenido -históricamente- una influencia anticomunista por parte de la iglesia católica sobre todo de curas de origen europeo, especialmente de la España franquista (fomentando la consolidación de Falange “Socialista” Boliviana, pensamiento alojado hoy en la ciudad de Santa Cruz). No debemos olvidar que las escuelas y colegios de las elites bolivianas están en manos de la iglesia católica. Por supuesto que existen las excepciones de religiosos comprometidos en la “opción por los pobres”, podemos agregar muchos nombres, pero hoy no es el objetivo de estas notas.
Volvemos al tema del “socialismo” que sería el fantasma que asusta y es utilizado para la campaña liberal en nuestro país. El primer aspecto, para calificar de “socialista-comunista” al proceso de cambio ha sido el rol del Estado en la economía, su intervención directa, respecto a este punto debemos recordar que esta no es una medida “socialista” sino que fue propuesta por un economista de origen liberal (hoy tachado de comunista Por Milei) llamado J. M. Keynes y gracias a esta teoría EEUU pudo remontar la etapa de la “gran depresión” (1929 – 1939) por supuesto que la derecha no explica sus prejuicios, se mueve en sus “verdades” y argumentos básicos, como “Bolivia corre el peligro de convertirse en Cuba, Nicaragua, Venezuela”, nunca dirán que “Bolivia corre el peligro de convertirse en otra China”. La intención de nombrar a esos países hermanos es la de su desacreditación instruida por las administraciones de EEUU.
En Bolivia hemos transitado por un proceso económico social de transición hacia el socialismo, esa es la caracterización del llamado “proceso de cambio” (2005 – 2019) y como todo proceso de transición ha tenido sus debates y contradicciones internas, en momentos de acercamiento a los sectores de una economía capitalista, especialmente la agroindustria y la banca, por otra parte a favorecido al sector cooperativista minero, especialmente del oro que hoy es un poder económico capitalista comparable a la agroindustria. ¿socialismo?.
La verdadera ruta hacia el socialismo marxista, estaba diseñada por el “vivir bien” que nos es el “pachamamismo” inventado por algunos intelectuales de izquierda e indianistas; el vivir bien con sus bases teóricas de la complementariedad, reciprocidad y redistribución, han sido los fundamentos del modelo Económico social comunitario, que no ha sido implementado en todo lo estructural que lo configura, por ejemplo el potenciar la economía comunitaria, es decir dinamizar los circuitos de economía de complementariedad y circularidad de los pueblos originarios destinados a garantizar la soberanía alimentaria.
El otro gran tema de la economía comunitaria es la tierra, hoy concentrada en manos de la agroindustria, que, además amplio sus fronteras durante el “proceso de cambio”.
Ante la agresividad de la derecha por desacreditar, el mejor proceso iniciado en Bolivia y con éxitos valorados, inclusive, por agencias de la economía capitalista, es oportuno tomar posición respecto a un proceso truncado, nuevamente (no debemos olvidar la experiencia del 52) por los intereses de las oligarquías regionales, como ha sido siempre la orientación económica de Bolivia. Históricamente las oligarquías, mineras primero y luego la agroindustria, sometieron al país a reformas económicas y políticas para ser favorecidos ellos en nombre de “la patria”.
Un proceso histórico originado en la construcción del Instrumento Político, que no fue construido para ser gobierno, solamente, sino para cambiar el Estado, tarea pendiente y que debe ser la guía para los “programas de gobierno” que se vienen trabajando en distintos ámbitos, para retomar el proceso iniciado en el año 2005. Existe la tentación de ser “complaciente” con sectores de la economía capitalista como las políticas de combinar “lo público y privado” ya implementado por un par de Alcaldes golpistas, con resultados catastróficos como la inundación de viviendas en la ciudad de La Paz.
El programa económico debe recuperar las matrices centrales que dieron vida al Instrumento Político, lamentablemente no contamos ya con personas como Carlos Villegas con esa mirada estratégica de la economía como factor de cambio. Situarse solamente en la coyuntura electoral no es buena señal para retomar el sendero de cambio iniciado en las marchas de los pueblos originarios en su demanda de Tierra y Territorio, es decir la tierra para producir y ser soberanos en nuestra alimentación y territorio para consolidar las culturas y las estructuras comunitarias de organización que son las células del Estado Plurinacional.