De sujeto a objeto
La debacle del “Estado del 52” vino acompañado de dos acontecimientos (en el sentido de Lazzarato) el primero, en las propias palabras de Paz Estenssoro “Las banderas de abril se encuentran bien guardadas en las bóvedas del Banco Central” y la segunda, la declaración pública de uno de los dirigentes del movimiento minero (FSTMB) abandonando la dirigencia sindical y aceptando los dólares ofrecidos por el gobierno. Todo este proceso ha sido codificado en la historia de las luchas sociales como “el 21060” El derrumbe del Estado nacionalista y del corazón del proletariado boliviano: la clase minera.
Como todo acontecimiento, el 21060 generó “un nuevo campo de lo posibles” y esos posibles fueron configurados por el movimiento campesino, que después de un largo proceso de acumulación se constituyó en el sujeto histórico político del siglo XXI en Bolivia; reemplazando en este rol al proletariado minero.
Sujeto activo para derrotar las políticas neoliberales, el movimiento campesino se dotó de un Instrumento Político destinado a cambiar el Estado colonial, con ese objetivo impulsó la Asamblea Constituyente como un movimiento táctico; con muchos problemas debido a la resistencia de las fuerzas colonial-oligárquicas, una nueva Constitución Política del Estado fue promulgada, ampliando el catálogo de derechos para los pueblos indígena originario campesino de Bolivia. Entre estas conquistas el nuevo Estado Plurinacional reconoce el derecho de los pueblos originarios a presentarse a las elecciones con sus propios candidatos, pero el Estado colonial y sus representantes, utilizando la antigua doctrina colonial de no cumplir lo acordado, recurrieron a las trampas leguleyescas para cortar este derecho y restringir su participación directa, solamente a las elecciones subnacionales.
Analizando el rol de las hoy denominadas “organizaciones sociales” podemos afirmar que el momento cumbre de la participación política del movimiento de pueblos y naciones originarias fue la Asamblea Constituyente, de ahí en adelante los dirigentes entrampados en el juego del poder, se extraviaron en la coyuntura electoral y los cargos en el gobierno, con gran descuido de mantener vivo el objetivo central que motivó la creación del Instrumento Político, a saber: desmontar el Estado colonial.
Hoy ese poderoso sujeto histórico, no es mas que arcilla en las manos de la política colonial, llegando a destruir sus propias raíces señaladas en su documento fundacional, que señala: “Por otra parte el Voto Universal, si bien nos permitió una mayor participación política, se desvirtuó porque nos quisieron manejar como una sumisa masa electoral. El sindicalismo campesino se convirtió en un instrumento de manipulación por parte de las distintas fracciones políticas en el poder. De pongos de producción, nos quisieron convertir en pongos políticos. (…) Postulamos un sindicalismo que sea UNICO: porque a pesar de nuestras diferencias de lengua, cultura, formas de trabajo y tradiciones de organización, todos los oprimidos del campo debemos construir una sola organización y una sola dirección.” Hoy esos pensamientos plasmados en la primera tesis de la CSUTCB del año 1983, son tan lejanas y seguramente muchos dirigentes ni siquiera las conocen.
La acumulación de siglos en el seno de los pueblos originarios, está siendo socavada por los mismos dirigentes que piensan que tener un cargo les habilita para negociar a sus organizaciones para un provecho personal y cuando llegan a cargos de gobierno son fácilmente atrapados por la corrupción, olvidando el “ama q’uilla, ama sua, ama llulla”, a estas alturas las organizaciones de pueblos originarios ya no son la garantía moral del proceso de cambio, se han diluido en la política colonial de la sumisión y el nuevo pongueaje político graficado con la imagen de un indianista alabando a Samuel Doria Medina.
Humberto Claros, me consta, reflexionó acerca de este debilitamiento desde adentro de la CSUTCB y expresar sus ideas y ponerlas en acción le costo su libertad, sus últimas declaraciones dan la impresión que también ha tomado partido por entrar al juego electoral, poniendo en riesgo su prestigio ganado en la intención de devolver a la CSUTCB su identidad e independencia. Estas agitadas aguas electorales, precisan de serenidad y perspectiva histórica, para no ser ahogado en las aguas turbulentas que pretenden destruir todo lo avanzado en el proceso descolonizador. Dejar de ser objeto, “masa sumisa” y rencausar la unidad orgánica de la CSUTCB es una tarea vital para consolidar el Estado Plurinacional.