La carta sellada
La “lettre de cachet” (carta sellada) en tiempos de la monarquía absoluta en Francia servía para detener a cualquier persona que el Rey viera conveniente, con esta orden una persona era detenida e inmediatamente enviada a la tenebrosa cárcel de La Bastille.
En tiempos de las monarquías absolutas, la voluntad del Rey era la ley y todos los derechos se encontraban amenazados por una policía incondicional a la voluntad del Rey.
Desde noviembre del año 2019, Bolivia ha retornado a los tiempos más oscuros de la historia universal, estamos atravesando una especie de “edad media” en la que una nobleza ligada a la religión, definen el destino de más de 10 millones de seres humanos y su ministro del terror utiliza, a cada momento la carta sellada.
La “democracia aparente” de la dictadura de Añez nos ha convertido en materia de estudio, y los resultados demuestran que en Bolivia somos propensos a creer cualquier cosa, como el discurso de un fraude electoral o que el gobierno se preocupa de la salud. En ni ninguno de los dos casos, existe pruebas de su veracidad, por el contrario estudios serios de universidades han demostrado la falacia de la OEA, y también una universidad muy creíble y con prestigio mundial como Harvard, ha demostrado, que en Bolivia se han violado los derechos humanos, específicamente en los hechos de Senkata y Sacaba.
En esta nuestra “edad media” las maquinarias de tortura han sido reemplazadas por la decisión, premeditada del gobierno, de dejar que la población se contagie del COVID 19 y posteriormente muera, en las calles o en las puertas cerradas de los hospitales; no otra cosa significa el desabastecimiento de gas licuado para que la población se vea obligada a salir a las calles y no pueda guardar las medidas de seguridad por el temor a perder su fila.
La planificación perversa, para mantenerse en el poder, ha llevado al gobierno a la decisión de pagar el aguinaldo para la tercera edad, en una clara política genocida; y cuya finalidad es postergar las elecciones con su argumento ya desgastado del creciente número de infectados y su slogan “primero está la salud”.
El coro amplificador que la dictadura tiene en los medios de comunicación, ha llegado a la que el “oficio más lindo del mundo” sea el más despreciable y abyecto, aquí ya no podemos decir que los periodistas hacen lo que les señalan sus jefes, no, el veneno racista que destilan es parte de su actitud frente a la vida, sus opiniones y las torcidas informaciones que hacen circular son la expresión de sus sentimientos de odio hacia los pueblos originarios.
Los periodos históricos no son estáticos ni eternos, llegará el día que estos oscurantistas del siglo XXI rindan cuentas al pueblo y muchos pastores y curas ya no podrán ocultar sus cuernos y su olor a azufre.
El delito de genocidio, es aplicable a quienes teniendo la capacidad de frenar esta atrocidad no lo hacen, y este es el mayor delito por el que deberán ser juzgados todo este gabinete medieval, no servirán de nada tardíos arrepentimientos.
De los siete pecados capitales seis tienen en el gabinete a sus mejores representantes La soberbia del Ministro de Gobierno, la lujuria del Ministro de la Presidencia, la ira del Ministro de Obras Públicas, La envidia del Ministro de Educación, la avaricia del Ministro de economía y la pereza de la Ministra de salud son el cuadro completo que nos demuestra que sus oraciones y sus biblias son adornos en sepulcros blanqueados.
Recuperar el Estado del pozo de la edad media, es una tarea de todos los que queremos un futuro de vida plena para los bolivianos y bolivianas.
*Camilo Katari, es escritor e historiador potosino