El triste semblante de Arturo Murillo frente a Fernando del Rincón

Ayer en la noche el Ministro de Gobierno, Arturo Murillo Prijic, dio un espectáculo extraño durante su entrevista con Fernando de Rincón. Inusitado en tanto el estilo de este personaje y del ejecutivo en su conjunto ha sido para otros levantamientos populares la imagen dura, militar, de amenazas graves y no pocas veces de prácticas equiparables. Anecdótico en ese sentido fue, por ejemplo, cuando la policía y el ejército nacional exhortaron al gobierno a que entre en diálogo con la población de K´ara K´ara y que esta iniciativa no partiera del gobierno. Las frases de «no estoy jugando», «con el terrorismo no se negocia», «vamos a procesar dirigentes», todo siempre bajo disfraces policiales, serán recordadas como típicas de este periodo histórico.

Entonces ¿qué pasó con este Arturo Murillo que no solo explicó en tono quedo que lo que buscaba su gobierno era bajar tensión y buscar una salida por la paz? ¿Qué le pasó al número uno del gobierno de Añez que como un niño pequeño escuchó callado y con semblante triste mientras Rincón le regañaba por no sacar al ejército para reprimir bolivianos? Misterioso por lo mínimo cuando hace apenas unos días, el viernes 7, seguía dando sus conferencias de prensa tan apreciadas por cierto segmento de la población en las cuales decía categórico que su gobierno no estaba debilitado y que la paciencia ya se había acabado.

¿Por qué no aprovechó el reflector internacional para simplemente reiterar ante las exigencias de Rincón de que sí, el gobierno nacional va a actuar con todo el peso de la ley en contra de los terroristas? Arturo, como pocas veces se lo ha visto, estaba teniendo que explicar por qué la fuerza no era la solución esta vez. Pues bien, más allá de las fuerzas y corrientes subterráneas que se están tironeando el Estado boliviano y sus riquezas y que no podemos ver a la luz pública, lo que sí podemos apreciar es un gobierno de Jeanine Añez completamente aislado.

Además de los imponentes 150 puntos de bloqueos populares en los nueve departamentos del país -que son una forma muy física de aislar al Palacio de gobierno-, si hubo un mensaje en el «diálogo» convocado por Añez el domingo fue que toda la derecha le ha retirado su apoyo y que por lo tanto se recomendaba retirar su candidatura. No debiera ser para menos cuando Añez traicionó con su postulación los acuerdos de la U. Católica en La Paz donde todas las fuerzas políticas de derecha, desde Mesa hasta Camacho, determinaron que solo llamaría a elecciones. Sin embargo -y es importante recalcarlo- ningún punto de bloqueo está exigiendo que Añez deje de ser candidata -ni antes ni ahora- por lo que esta exigencia no tiene que ver con pacificar el país, sino que debe ser entendida como un cálculo político que busca aprovechar el momento difícil del gobierno “transitorio”: en términos electorales beneficiará en general a la derecha y particularmente a Camacho y Mesa.

Dado este complicado escenario para el gobierno «transitorio» queda claro que cualquier acción emprendida recaerá solo y exclusivamente en ellos. Por lo que valdría la pena tirar la piedra de la sospecha ¿el ejército volverá a mancharse de sangre por un gobierno que tiene todas las de perder, ya sea en la calle o como ya sin ninguna duda en las urnas dado el rechazo generalizado que despierta entre la población? Murillo ciertamente expresa en el semblante que las cosas no son tan fáciles como antes.

Cada día de esta semana será una historia por lo que resta seguir observando. Por el lado del bloque(o) popular, vale la pena actualizar el marcador. Más allá de las consignas y de los riesgos prácticos que supondría la salida de Jeanine Añez: 1) el bloque popular ha logrado instaurar en la generalidad de este país la urgencia de las elecciones, ahora que los bloques más reaccionarios afirman que el día 18 de octubre es impostergable, en vez de seguir afirmando mediante estudios fantasmas que el pico de la pandemia será en octubre y 2) ha retomado la iniciativa poniendo contra las cuerdas a un gobierno que se pretendía omnipotente hasta hace no mucho.

Que nos quede claro, el escenario de hoy no es el mismo que el de noviembre.

*Andrés Huanca Rodrigues, miembro de Hemisferio Izquierdo

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