Un cuarto intermedio necesario
Agosto escribe para la memoria histórica varios hechos simbólicos en las luchas del pueblo por recuperar su dignidad e identidad. Por un lado, el retrato de la Marcha por la Dignidad y el Territorio en 1990 y la resistencia dura frente al golpe de Estado de Hugo Banzer el 21 de agosto de 1971.
No son hechos aislados, René Zavaleta, al indagar los efectos del bloqueo campesino en noviembre de 1979, que revirtió el golpe de Estado de Alberto Natusch, enfatizaba: ‘La autodeterminación de las masas opera como una mediación insoslayable para localizar a la democracia como horizonte de lucha’. En consecuencia, otorgaba un contenido político a las movilizaciones populares.
Por ello, quienes encontraron una vez más la apuesta a su enfrentamiento al sistema racista y colonial fueron los mismos de siempre, el movimiento campesino, indígena originario estuvo en agosto de 2020 en otra apuesta, los “salvajes” o “bestias”, habían vuelto a ser los protagonistas de una lucha frente a otra manifestación de odio y de discriminación racial.
La dinámica política de los últimos días tras el levantamiento de las movilizaciones de sectores sociales nos debe llevar a repensar muchos factores que hacen al comportamiento de sus líderes y de aquellos que, en principio, muy convencidos fueron a la batalla y mostraron su aguante de perseverar hasta el final.
La enajenación nos ha calado con tanta fuerza que es paradójico ver en las redes pugnas internas, de quienes, por un lado, “defienden” el que se establezca la fecha de elecciones y de otros que tenían otra visión de la perspectiva de una movilización que iba más allá del tema “electoral”.
Tal es la confusión que no se puede justificar que lo más importante de esta lucha había sido argumentar esa lógica de lo meramente electoral, cuando también la agenda de los movilizados nos planteaba otros componentes que señalarían caminos diferentes para desafiar a los que asaltan al Estado y la desmantelan todos los días.
Ese desmantelamiento del Estado de derecho, encuentra a sus defensores en los días agitados de noviembre, como simples mano de obra para destruir aquello por lo que salían a la calle; es dura la experiencia y el error como método de aprendizaje, cuando se piensa que la razón guía nuestros actos y nos damos cuentas de nuestra inocencia manipulada.
Es posible que la ‘esperanza electoral’ haya frenado el impulso popular, tenemos que considerar mejor el momento que estamos viviendo, la posibilidad cierta de un rápido desgaste del gobierno, nos ubica en un escenario de disputa por el poder, con probabilidad que se instale más adelante, un nuevo gobierno civil-militar, ya no de transición.
Y es que en el balance de lo acontecido en casi 15 días de bloqueo, habrá de ponerse a todos que estuvieron desde el diseño y la ejecución de esas movilizaciones. Aquí se verá no solamente a los que tomaron la bandera de lo meramente “electoral”, sino de quienes desde octubre y noviembre del pasado año, tuvieron que ver con que los afanes de los golpistas se consoliden.
En este balance urgente se tiene que analizar el comportamiento político e ideológico de la misma COB, de las organizaciones sociales vinculadas al Pacto de Unidad, por lo que fue ese episodio de octubre y noviembre pasado, porque no dieron la cara en el proceso investigativo al gobierno por los muertos en Senkata y Sacaba.
Pero también profundizar el comportamiento de los asambleístas del MAS quienes estuvieron más atentos a “mandatos externos”, que apoyar fiel y consecuentemente a las demandas de los movilizados que luego las abandonaron, como fue en otras oportunidades que se los utilizó para otros fines.
Sin duda, el cuarto intermedio será la oportunidad para una profunda reflexión a puerta cerrada para mirar a fondo lo que está por venir. En este contexto, no podemos dar pasos en falso, no podemos entrar al juego de los golpistas que no tienen reparos en torcer la ley, la Constitución y la razón, todo esto con el fin de consolidarse en el poder.
No cabe duda que sea tarea de todos y todas, que creemos en la democracia como el sinónimo de libertad, la coyuntura actual, tiene la textura de la estructura colonial-racista, por eso, recordemos a los “librepensantes” y ‘resentidos’ del gobierno anterior que abandonaron el proyecto de consolidar un Estado Plurinacional.
Las señales que hemos recibido del gobierno de facto, son muy claras: No quieren elecciones o si se llevan a cabo, ya tienen diseñado sus planes, arrebatarle mediante fraude el voto que castigaría a los golpistas o planificar un autogolpe para que con respaldo de EE.UU consoliden su proyecto desmantelador del Estado.
Por ello, este cuarto intermedio necesario, es un tiempo de contrición, de crítica y autocrítica profunda, que no acaba en octubre sino que empieza, y para ello, debe acumularse experiencia y capacidad de dar batalla, política e ideológica. Estamos a tiempo de canalizar la protesta y el descontento, que brota en varios lugares, encaminarlos en la dirección clara de terminar con la dictadura.
La unidad conseguida en los arduos debates, debe mantenerse en todos los niveles organizativos que definirán el futuro del país, por eso debemos redoblar los esfuerzos y canalizar la energía de los que han sido los más convencidos en ir a las movilizaciones, denunciar el golpe y a sus actores.
*Luis Camilo Romero, es comunicador boliviano para América Latina y el Caribe