La reforma de la Ley 348, es una licencia para matar
El problema de la violencia contra la mujer es una de las peores pandemias de nuestro mundo. Es un mal que genera daños profundos en las mujeres. Cotidianamente recibimos noticias aberrantes de la crueldad y dolor que causan las agresiones de los hombres hacia sus parejas. Y la pregunta es ¿hasta donde se puede aguantar ese dolor físico, y lo peor ese dolor psicológico de recibir agresión del compañero de vida que debería dar mucho amor? Estas acciones impactan aún más porque son la base para que se llegue al feminicidio. El feminicidio es la muerte causada por un hombre, hacia una mujer, generalmente su pareja y la cantidad de muertes se asemeja a las causadas en un enfrentamiento como la guerra. Solo se debe ver ver los informativos relacionados con este tema, por ejemplo, el año 2020 en Bolivia de cometieron 113 feminicidios.
Desde hace mucho tiempo las mujeres bolivianas han luchado desesperadamente contra este acto cruel, ya en el año 1995 después de un proceso de presión y movilización de cientos de mujeres se aprobó la ley N°1684 de Violencia Contra la familia o doméstica y se puso ese título y no Violencia contra la Mujer, porque en el Congreso de ese entonces muchos hombres desde su concepción machista se opusieron y se burlaron de las demandas de las mujeres. Posteriormente el año 2013, también con una masiva participación de mujeres y de sus organizaciones, y de mujeres diputadas, la Asamblea Plurinacional aprobó la Ley 348, “Ley Integral Para Garantizar a las Mujeres una Vida sin Violencia”. Esta Ley contenía muchos avances en relación a la anterior, fue resultado de un proceso participativo amplio. Pero a pesar de tener esta ley, la Violencia sigue más reincidente que nunca y cada día los casos que se denuncian continúan en aumento.
Hace un tiempo atrás la nueva responsable del Servicio Plurinacional de Despatriarcalización, anunció la propuesta de realizar un proceso participativo para mejorar la ley. Muchas feministas nos alegramos por ello, porque existían cuellos de botella especialmente en los juzgados que evitaban, con chicanerías, que se sancione a los agresores como estipula la ley y no pensamos que estaba orientada a conseguir retrocesos que beneficien a los hombres golpeadores. Uno de los avances importantes entre otros de esta ley, fue el tema de la conciliación. La conciliación fue ampliamente discutida, y después de muchos análisis con participación de psicólogas y abogadas especialistas en el tema, se concluyó que se debe prohibir.
La ley 348 en su artículo N° 46 propone la Prohibición de Conciliación, con todas las explicaciones, especialmente porque las mujeres que sufren violencia están supeditadas a presiones.
Por ello no se puede dejar la solución en manos de las mujeres que se encuentran sometidas a presiones psicológicas de parte precisamente de sus agresores. Así también la Ley propone que el tema de la violencia contra la mujer, no es un asunto de carácter privado es de carácter público y que además el Estado debe ser el protector para garantizar una vida sin violencia, especialmente para que las personas que dan la vida, puedan vivir en paz y desarrollen todas sus potencialidades.
Pero que sorpresa, el día domingo 7 e febrero, sale por los medios de prensa, una entrevista con el Ministro de Justicia, quien propone reformar la Ley en sentido de que la conciliación sea realizada en base a lo que la mujer agredida decida. En la actual Ley 348, precisamente ese punto fue de mucha discusión para ser rechazada.
No es posible que un ministro de gobierno de este proceso, este planteando esta reforma. Acaso este señor no se rige por los principios de no violencia y no discriminación, acaso este señor no debe trabajar por conseguir el Vivir Bien que incluye a las mujeres, acaso este señor no es parte del proceso de cambio. Exigimos coherencia, exigimos respeto a los derechos humanos de las mujeres, no puede haber equidad ni justicia para las mujeres, cuando altas autoridades tienen en su mente y en su corazón resabios machistas, como los capitalistas y los colonizadores.