Una oposición sin escrúpulos
Una muy sonada caravana de opositores ha marchado a Washington a pedir, dizque, el respeto a los derechos humanos en Bolivia, que estarían siendo violados por el gobierno democráticamente electo. Han anunciado visitas a organismos parcialmente preocupados del asunto –sólo se ocupan de supuestas violaciones a derechos humanos en Cuba y en Venezuela– y a congresistas influyentes en el Capitolio.
Perdido en la ciénaga del fracaso, Carlos Mesa intenta recuperar la iniciativa política. Derrotado en todos los frentes en las últimas elecciones sub nacionales, a pocos meses de haberse creído el cuento de que era el jefe natural de la esmirriada oposición, su Comunidad Ciudadana amanece con que no ha ganado una sola de las más de 350 alcaldías que se disputaron en las pasadas elecciones. Con esa carta de presentación, acude al gobierno de Estados Unidos en busca de un salvavidas que le de oxígeno para no se sabe qué. Lo acompañan algunos opositores que, al menos, tienen en su haber una base social expresada también en esos comicios regionales y locales.
El pretexto es la supuesta suspensión de garantías constitucionales y persecución política por parte del gobierno, que estaría empeñado en llevar adelante una venganza contra los funcionarios del anterior régimen. Pruebas al canto, muestran como víctima a Jeaninne Añez, la autoproclamada presidenta que se hizo poner la banda presidencial con un militar insurrecto en traje de campaña, para que no quedaran dudas de cómo se apropiaron del poder. Que la dichosa dama tiene las garantías que le negó –por ejemplo– a la señora Patricia Hermosa, a la que encarceló a pesar de su embarazo, está por demás transparentado, habida cuenta de la publicidad que le dan los medios de comunicación de la mal llamada “prensa libre” y otros muchos beneficios que goza al interior de la cárcel donde se halla preventivamente detenida. Por supuesto que esa prevención es atribución legal de la Justicia, habida cuenta de que la acusada intentó burlar su captura ocultándose en un mueble de doble fondo, con la clara intención de huir de la Justicia.
Seguramente, en el maletín de la frondosa delegación viajera estarán también los casos de no pocos militares que cometieron delitos de lesa humanidad, como las masacres de Sacaba y Senkata, por citar sólo dos escenarios de la violencia impulsada por esa derecha racista que no vaciló en ordenar abrir fuego contra polleras y ponchos que tanto asco les produce. ¿Alegarán algo para negar o atenuar los delitos económicos contra el pueblo y el país, como el caso de los respiradores comprados con sobreprecio y que nunca fueron utilizados? ¿Dirán algo del uso de un aeropuerto internacional para exportar droga de manera impune? ¿Denunciarán al actual gobierno de atentar contra la libertad de prensa porque ha hecho público el manejo de dineros del Estado para la compra de periodistas venales que mostraban un país de las maravillas bajo la presidencia de los golpistas?
Muchas preguntas más podrían hacerse a esta oposición sin dignidad ni principios. Lo cierto es que la intención política de este nutrido grupo de curiosos turistas en Washington es la de recibir “asesoramiento” para encarar las futuras acciones desestabilizadoras contra el gobierno del MAS – IPSP. Su estrategia apunta a desgastarlo de tal manera que, en un par de años, se convoque a un referendo revocatorio que ponga fin a ese mandato constitucional. Y, ¿qué responderán los interlocutores a los que vergonzosamente piden audiencia? Que hay que luchar para que Bolivia no sea otra Cuba u otra Venezuela; por tanto, que todos los medios se justifican en esa guerra santa que ha emprendido el imperio contra el comunismo y otros demonios. Y que en ese todo vale, es útil infiltrar al MAS IPSP con derechistas convictos y confesos y desnaturalizarlo con propuestas programáticas que lo alejen de su raigambre popular; es decir que, por un lado, se organice la sedición y, por otro, se gobierne para mantener los privilegios de la derecha empresarial.
Carlitos Mesa parece no sospechar que, en ese juego, no es la figura; apenas, un fusible en la estrategia imperial. Tanto como cualquiera de los que componen esa penosa delegación.
PS. ¡Nuevo argumento contundente para los opositores en gira: el gobierno masista expropia un predio de la Iglesia…!