Un final infeliz
Luis Revilla es la imagen más clara del envilecimiento de la política como búsqueda del bien común, pero también es la síntesis de una generación que buscó en el MIR esa recuperación de la praxis revolucionaria, los vericuetos y desplazamientos del MIR y su ocaso, todo ello lo encontramos en el ex alcalde Revilla.
“¡Jodidos estamos todos!” Fue la respuesta que Oscar Eid Franco dio a un joven de apellido Lazcano que pedía instrucciones acerca de su futuro. Eid Franco, el cerebro de los giros y acomodos del MIR, estuvo involucrado en un caso de narcotráfico y cumplió su sentencia en la cárcel de San Pedro. Ese fue el fin político del MIR, pero sus divisiones internas mantuvieron vigencia política como el MBL, que terminó en una alianza con el MNR.
Luis Revilla fue el heredero del Movimiento Sin Miedo, encabezado por Juan del Granado, que aliado con el MAS, hasta el año 2010, terminó su historia con una frustrante participación electoral en el año 2014.
Esta historia de fracaso político del MIR, que comenzó como expresión renovada del marxismo, recaló en las posturas socialdemócratas y finalmente terminó en las filas del neoliberalismo.
El MIR no pudo sostener los principios y valores con los que se separó del Partido Demócrata Cristiano, su angurria de poder quedó sellada cuando pactó con el dictador Hugo Banzer. Ese sinuoso recorrido consolidó las malas artes del poder y convirtió la política en una práctica perversa de componendas y negociados.
Luis Revilla cierra un ciclo político del viejo MIR, un ciclo que estafó a una generación, hoy frustrada y descreída de la política, o bien militantes furibundos del neoliberalismo que se cobijaron en el soporte político de Carlos Mesa.
La ciudad de La Paz, la gran perdedora con la gestión de Revilla, ha demostrado una conciencia masoquista al elegir a Iván Arias como el sucesor de Revilla, la autoflagelación propia de los monjes de la edad media para expiar sus pecados, se encuentra presente en el imaginario de una parte de la sociedad paceña.
Estas continuidades de autoridades municipales, no se pueden entender, fuera del deterioro de lo político en Bolivia, deterioro que también está rondando al MAS-IPSP. Este deterioro es una vieja apuesta de los grupos de poder, su objetivo es mantener al pueblo lejos del ejercicio real de la política, les interesa mantener “votantes” y no militantes, categoría ya casi en extinción, aunque los votantes ostenten el retrato del Che en sus poleras.
El MNR, fue la primera gran estafa política para el pueblo, una segunda es sin lugar a dudas el MIR y sus derivados, esperemos que el MAS no cruce la delgada línea que le separa de la práctica socialdemócrata.
El panorama global de la política en Bolivia es la eterna confrontación entre revolución y reforma, el MIR se planteó la revolución, pero rápidamente se convirtió en reformista y conservador en su versión neoliberal. Los Puma Katari (buses de servicio público municipal) quemados son el símbolo de ese final infeliz de un proyecto político que pretendió sobrevivir en la ciudad de La Paz; pero quedó sepultado por las “idas y venidas” de Luis Revilla antes del golpe de Estado y después del golpe.
El final de su historia no es un final feliz para la ciudad de La Paz sino un infeliz cierre de ciclo.
*Camilo Katari, es escritor e historiador potosino