El feminismo para un marxismo actual
En ese correr del tiempo vuelve nuevamente la necesidad de hablar de Marxismo y feminismo. Tal como sucedió en la década de los setenta y ochenta, donde hablar de feminismo o de la situación de desventaja de las mujeres y de sus reivindicaciones, significaba un rechazo desde la ortodoxia de algunos militantes de izquierda, “ese tema pertenece a la derecha y significa desviar los intereses principales de la lucha de clases y de la lucha por el socialismo”, nos decían, por lo tanto es una desviación y no vale la pena hacerle juego a los intereses de la burguesía en contra de la revolución”, ese era el argumento para frenar la integración de las necesidades de las mujeres en la lucha de la izquierda.
Con esta visión, afirmaban que la liberación de las mujeres comenzará y estará garantizada por el socialismo, entonces hubo un sentimiento de desesperanza.
Aún hoy algunos «marxistas» arcaicos y también los partidos de izquierda latinoamericana en general, no han podido dar una respuesta integral a las luchas de las mujeres por su emancipación.
En la actualidad en los programas y en la práctica diaria de la mayoría de esos partidos, se comprueba que su compromiso con el problema no va más allá de permitir tímidas reformas que, solo mediatizan la lucha feminista. Esto se ve en algunas direcciones partidarias donde se reproduce la dominación machista, autoritaria y represiva, como en la sociedad capitalista colonial y patriarcal. Los hombres son los que teorizan, dirigen y deciden y a las mujeres no se las escucha y se las califica de conflictivas, habladoras y limitadas en sus análisis y lo peor, las mujeres deben cumplir roles de secretarias, servidoras de café y organizadoras de las actividades cotidianas.
Es verdad que ellos plantean luchar contra el sistema, pero se olvidan que el sistema de dominación se reafirma también con la opresión femenina. No es suficiente, como se ha demostrado, que la incorporación masiva de la mujer al trabajo sentaría las bases esenciales para la liberación femenina. La realidad ha demostrado que eso no basta y que más bien se ha conseguido una doble jornada para ellas. Plantean que la revolución socialista es la condición sine qua non y solo así se pueden iniciar tareas de reivindicación de las necesidades de las mujeres.
Dicen luchar contra el sistema, pero parecen ignorar que el sistema de dominación se afirma también en la ideología de la opresión femenina.
En las revoluciones socialistas se ha demostrado que aún persisten algunas formas de explotación de la mujer y que los hombres no quieren perder sus privilegios, manteniéndose actitudes heredadas de la familia patriarcal burguesa.
Algunos temas que tienen que ver con la especificidad de la lucha feminista son: los prejuicios que condicionan la ideología de la clase dominante, las creencias religiosas, la violencia doméstica, el feminicidio, la sobrecarga de trabajo doméstico y de cuidados, y en especial la concepción machista que la desvaloriza y la discrimina. La mayoría de los dirigentes de partidos de izquierda son hombres y muy difícilmente les interesa poner en la agenda de discusión o realizar una campaña por el derecho al aborto, a pesar de estar informados que en cada uno de nuestros países entre medio y un millón de mujeres practican anualmente el aborto ilegal, con sus riesgos fatales y muertes. En Bolivia el aborto es la tercera causa de mortalidad materna.
No cabe duda que las mujeres latinoamericanas han realizado aportes fundamentales, lo cual debe ser integrado como una clara expresión de la transformación del pensamiento marxista y por eso ser parte elocuente de una teoría propia latinoamericana, que se está abriendo paso con sus propias fuerzas.
La teoría marxista sobre la mujer debe considerar que es oprimida, postergada y objeto sexual, que es parte de un proceso de explotación económica y que además tiene la magnitud de su contribución con el trabajo impago en el hogar gracias a lo cual, la familia puede subsistir con un salario bajo
Las diferentes variantes de alienación sexual, psíquica y cultural tienen como basamento la alienación en el trabajo, dentro y fuera del hogar. La función básica que realiza la mujer es la de reproducir la fuerza de trabajo, es decir reproducir la vida. El capitalismo no invierte un centavo en esa reproducción.
Por todas estas razones, los hombres de izquierda deben respetar que la mayoría de las mujeres no solo luchan por sus reivindicaciones específicas, sino también por una comunidad igualitaria. Quizá las mujeres jueguen un papel clave en la estructuración de una nueva idea de partido y de generación del poder.
Cochabamba, junio de 2022
Arq. María Isabel Caero P.