Medios, censo y manipulacion
Recordemos a Coco Manto, el mejor referente de un periodismo de vanguardia cuando nos decía que los medios corporativos con sus periodistas a “su servicio”, son los que huelen a Joseph Goebbels en lo que dicen o escriben. “Calumnia, calumnia, que algo queda, pedía el capo de propaganda de Hitler a sus cafichos mediáticos”.
El Papa Francisco fue también enfático al señalar que la calumnia puede destruir a una persona inocente. Pero fue más allá en referencia a los periodistas que “buscan ensuciar, buscan el escándalo por el escándalo” instigados por su “amor a lo sucio, a lo feo”, su “amor a la caca”, nos decía.
Nos remarcaba que estos son los que ‘estercolean’ en el periodismo con la nauseabunda amarillez, metidos en diarios, radios y Tv. La calumnia sirve para armar culebrones hipócritas, advertía que las cosas “inventadas” pueden destruir a una persona inocente.
Los medios de comunicación y el ejercicio del periodismo son un poder incuestionable y hoy hábilmente, más que la oposición política, son los que alimentan a la confrontación como siendo parte fundamental del campo político, y es sobre ello que detallaremos a continuación.
Los grandes y potentados medios corporativos en Bolivia, son definitivamente quienes agitan y manejan de manera insidiosa la trama del Censo, no es ni siquiera el carácter informativo lo que les interesa dar cuenta, como sería el proceso de socialización de mesas técnicas con autoridades de los diferentes departamentos del país, lo que les interesa es posicionar el argumento de la postergación hasta 2024 y que, según éstos, no es aceptada por “una mayoría” de las regiones.
Llama profundamente la atención la manera descarada de insinuar desde sus entrevistas que el Censo tiene tintes políticos y que solo quiere incorporar la narrativa que el gobierno utiliza ese Censo con fines netamente electoralistas, cuando ni sus propios protagonistas (alcaldes, gobernadores y universidades) al término de sus reuniones sugirieron ese propósito.
La clara muestra de ello es lo sucedido en Santa Cruz cuando a la culminación de la socialización del Censo con autoridades nacionales y el gobernador Luis Fernando Camacho, no salió para nada que hayan puesto sobre el debate fechas o que se cuestione la postergación del Censo a 2024.
Al día siguiente de esa reunión el periódico El Deber, en su afán de seguir la línea de las logias y sin ningún reparo de normas de ética periodística, puso como titular en su portada: “El INE emitió datos falsos y trató de imponer fecha en la resolución”, (El Deber, 16-08-22) cuando no menciona la fuente de quién emitió esa afirmación.
Una rápida revisión de los medios en Bolivia, nos demuestra un poder concentrado en 12 grandes conglomerados la mayoría en redes de televisión que se ampliaron con radios, medios impresos de los cuales, el grupo Canelas (Los Tiempos, El Potosí, Correo del Sur…) y de Rivero (El Deber, Nuevo Día) y las actuales plataformas de redes sociales, son quienes imponen esa línea en favor de los grandes potentados empresarios de medios en Bolivia.
Existen programas de radio como diariamente escuchamos en Panamericana, su principal protagonista es Juan José Hidalgo, periodista que aprovechándose de sus ‘caseritos’, obliga a que contesten lo que para él se convierte en “verdad absoluta”, y en muchos casos, les pone la respuesta para que digan que “así es…”. La ética, como sucede en muchos medios, Fides, Erbol, Pagina Siete, entre otros, la enterraron y ya no forma parte del léxico los “principios éticos” a los que tanto aludían en sus columnas.
Los medios privados de comunicación, en esta parte del país, pretenden llevarnos donde a ellos les interesa posicionar sus temas su agenda de todos los días. El menú de su oferta esta direccionado según la intencionalidad política e ideológica de su empresario, propietario o dueño del medio, que según titulen, invitan a generar el conflicto.
Las mentes cautivas reciben diariamente su dosis con un periodismo insidioso, que calumnia, que miente, que hace daño, que es intencionado, sin dar pie a fomentar la capacidad de análisis, de apertura a la crítica, solo se dejan embutir y los resultados ya los conocemos en las nuevas generaciones.
Por eso mismo, esos potentados medios, no permiten que surjan medios alternativos, que desde otros actores e intereses, pretendan disputar esta hegemonía de la comunicación en manos de grandes corporaciones empresariales que ligados al poder político, como el caso de Santa Cruz, han hecho de la comunicación no sólo un negocio lucrativo, sino como vimos, un factor de poder político muy determinante.
*Luis Camilo Romero, es comunicador boliviano para América Latina y el Caribe