Jerarcas de la iglesia deben rendir cuentas
Más allá de quien lo hubiera dicho, si fue por iniciativa del Procurador General del Estado en sentido de convocar en calidad de testigos a los jerarcas de la Iglesia Católica o pongan contra la pared a otra autoridad porque se oponga a que no se convoque a declarar a la jerarquía eclesial, el tema en el fondo, no pasa por ahí.
La Iglesia en Bolivia tiene una larga historia de diferenciación del común de los mortales, como se ha repetido en varias oportunidades, la Iglesia se autonombra la “portadora del mensaje, de la luz”, que debe abrir las mentes de los llamados “salvajes” porque llegaron, se establecieron y se multiplicaron con ese pretexto, hasta que fuimos reconocidos como portadores de alma.
Los jerarcas de la Iglesia Católica tienen que rendir cuentas de sus actos, del pasado y del presente. Recordemos que ya desde 1569 implantaron por estas tierras el Santo Oficio y destruyeron una gran civilización, en 1927 festejaron la Masacre de Chayanta, que afectaría también a los departamentos de Potosí, Chuquisaca, Oruro y La Paz, con saldo de miles de muertos.
En las décadas del 70 hasta el 90 durante el Plan Cóndor, las bases de la Iglesia apoyaron los movimientos anti dictatoriales de los pueblos, y la lucha emancipadora (Teología de la Liberación) de ahí surgieron sacerdotes comprometidos que, arriesgando su vida, fueron asesinados como Luis Espinal, Oscar A. Romero, Camilo Torres, Enrique Angelelli y tantos otros.
La jerarquía católica boliviana con el peso de ese largo pasado doloroso, cómplice de gobiernos dictatoriales es pues legitimadora también del golpe de Estado de 2019 y su imagen ya viene manchada por la inmensa complicidad de las muertes desde la colonia y porque sus mismos actores, obispos y sacerdotes hoy vuelven a atentar a la dignidad de muchos.
Los obispos católicos sienten culpa y miedo. Saben que si juzgan y encarcelan a los ejecutores del golpe y de las masacres, también se tendrá que investigar y castigar a los “autores intelectuales y espirituales”. He aquí la razón del por qué intentan ahogar la verdad sobre el golpe de Estado y de las masacres en nombre de Dios.
La actitud desesperada, y hasta irracional, de la jerarquía católica evidencia su sentimiento de culpa. Saben que golpearon una vez más al pueblo en nombre de Dios, y que ese pueblo creyente regresó por las urnas al poder para hacer justicia con sus verdugos.
Debemos recordar cómo la Iglesia Católica movilizó a la población los días de la Asamblea Constituyente en la ciudad de Sucre, presionando y mostrando su poder, aprobada la Constitución se libraron otras batallas, dirigidos por estos mismos que no pueden ver la masacre que ellos mismos originaron y rociaron con el agua bendita derramada en la crisma de Jeanine Añez.
En este escenario confirma y lo demuestra con su propia boca el ex arzobispo Jesús Juárez, quien estuvo años atrás como obispo en la ciudad de El Alto, entre al juego de los operadores de la oposición y repita como un dirigente político la palabra “cantaleta” al argumento del golpe, asegurando que en realidad lo que hubo fue un “fraude monumental”, tal igualito a Carlos Mesa.
Es cada vez más evidente que la iglesia prefiere mirar al otro lado, o practicar la política del avestruz. Esa es la razón por la que también los sacerdotes tienen una mentalidad mercantilista, ya que fue el obispo Jesús Juárez, quien quiso comprar la conciencia del entonces diputado Morales, cuando le pidió que venda su alma al diablo, sugiriéndolo que aceptara dineros del entonces ministro del interior del ADN, Guillermo Fortún en las elecciones del 2002.
La Iglesia Católica con sus jerarcas protegidos por una minoría de oligarcas y beatas racistas y discriminadoras, no debería ponerse a hablar de esos temas, porque es un propio bofetazo a su propia conciencia, solo destilan odio porque se parecen a los fariseos, “hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia…”. (Mt, 23, 27).
Esos jerarcas son el polo opuesto al Carpintero de Nazareth, quien desde su sencillez y humildad, les pidió a los que llevaban sus riquezas, que lo dejen todo y lo sigan, pero está claro que con esa jerarquía difícilmente encontrará el verdadero testimonio de su fe que dicen predicar.
Estas son las personas que por fuera los ves muy santos, que todo lo saben y que no necesitan ayuda, están llenos de autoridad y cuando los ves por dentro están llenos de orgullo y vanagloria, llenos de hipocresía.
El Estado Plurinacional, cada día, está siendo desmontado por los que se ocupan, tan similar como lo hacen los medios, de ir a desnudar a esos operadores políticos, que son transitorios, del momento, cuando el peso de los hechos radica en esas grandes instituciones que han perforado la dignidad del pueblo desde siglos hasta ahora.
Al poner como actores a autoridades, ministros o diputados, estamos llevando a meros elementos de distracción, para que los medios de comunicación se alimenten como buitres de sus hechos del pasado y del presente y hagan show de sus acciones, mientras en los oscuros pasillos de la infamia se planifica el desmoronamiento del Estado Plurinacional.
Por eso, insistir tozudamente en que si estuvo mal o no las declaraciones de una autoridad de gobierno, es desviar la raíz del tema al que debemos atacar con mayor fuerza, cuando debe ser a la jerarquía de la iglesia católica que le pidamos que rinda cuentas con la historia.
*Luis Camilo Romero, es comunicador boliviano para América Latina y el Caribe