Neofascismos y agenda política
Pasadas las movilizaciones realizadas por el 8 de marzo, Día internacional de la mujer, planteamos la necesidad de analizar sobre las luchas feministas y por los derechos humanos en el actual escenario que se vive a nivel global, en Bolivia y con mucha fuerza en Santa Cruz.
En esta segunda década del siglo XXI, nos encontramos ante la emergencia de una derecha de corte fascista, fundamentalista y religiosa. En Bolivia cobra fuerza especialmente desde los conflictos políticos y las movilizaciones de octubre de 2019, que culminan con un golpe de Estado prometiendo “devolver a Dios al Palacio Quemado”.
En general, las expresiones de esta derecha, caracterizada como neofacista, revisten claramente aspectos que hablan de una vocación antidemocrática y autoritaria, racista y clasista.
Este perfil antidemocrático permite comprender su rechazo a toda forma de pluralismo social, político, cultural, sexual, y su intolerancia ante las diversidades. Muchas veces, en movilizaciones y luchas feministas y LGBTIQ, hemos experimentado los crecientes niveles de autoritarismo, manifiestos en amenazas, hostigamiento, insultos y discursos de odio por parte de grupos y personas que adhieren esta ideología. Generalmente en la ciudad de Santa Cruz estos ataques se agudizan durante y luego de los bloqueos y paros promovidos por grupos y élites regionales de poder.
Desde prácticas totalitarias y un predicamento fundamentalista sobre libertad, familia, sexualidad y reproducción, buscan restringir políticas públicas que amplían derechos humanos en estos temas, cuestionan a las personas la posibilidad de elegir proyectos autónomos de vida, y rechazan e impugnan la educación sexual integral basados en prejuicios y manipulaciones.
Dentro de sus marcos, las mujeres y lo femenino encarnan “valores supremos”, y discursivamente suelen ser representadas como férreas “guardianas” y defensoras de la familia tradicional, natural y heterosexual y con fines reproductivos, responsables exclusivas de los trabajos de cuidado y del “bienestar familiar”.
De hecho, en diferentes contextos, la realidad está mostrando que los discursos y la agenda antifeminista y contra los derechos LGBTIQ constituyen uno de los ejes estratégicos que articula a esta derecha a nivel global.
En el orden político, son frecuentes las expresiones de intolerancia y descalificación ante cualquier proyecto que plantee perspectivas y propuestas redistributivas y desde un horizonte de igualdad económica, social y política.
Un aspecto relevante es la práctica de los caudillismos y la fuerte presencia de figuras destacadas que se muestran como “salvadores”, generando una especie de culto ritual. En Santa Cruz lo hemos visto notoriamente con la trayectoria e imagen de Luis Fernando Camacho y su retórica básica y elemental.
El elemento religioso es otra cuestión relevante. Por ejemplo, en los cabildos masivos realizados en Santa Cruz, en el monumento al Cristo Redentor, es evidente la proliferación de una iconografía y de simbología religiosa, donde la presencia de sacerdotes, pastores y predicadores es ineludible.
Otra de sus expresiones características es la apelación a discursos punitivos y a políticas represivas que tienden a justificar el uso de las fuerzas policiales y militares como garantes de un orden que se concibe amenazante.
Desde lo señalado, estamos conscientes sobre la presencia y la fuerza de los neofacismos en Bolivia y Santa Cruz, y sobre sus pretensiones para imponer una agenda política, disputar y restringir libertades y derechos, y apropiarse de los conceptos de libertad y democracia.
Por ello, desde un espacio plural, como Movimiento Popular Cruceño que articula diferentes luchas democráticas y diversas trayectorias e identidades, políticas, sociales, culturales sexuales, ratificamos la necesidad de interpelar los neofascismos y sus diferentes expresiones y defender nuestros derechos y libertades.
Santa Cruz de la Sierra, marzo 2023