La élite cruceña hiede a corrupción
La acumulación del capital recurriendo al robo, pillaje, despojo y fraude
Fue Carlos Marx quien dijo que el capital vino al mundo chorreando sangre y lodo, por todos los poros, desde la cabeza hasta los pies y que pisoteará todas las leyes humanas, es decir, el fenómeno de la corrupción es consustancial a la práctica capitalista, juega un rol fundamental en la acumulación originaria.
El capitalismo en Bolivia no es la excepción, el pillaje, el robo, el despojo y el fraude fueron y son las prácticas de la que se vale la burguesía para acumular capital; la conformación de la actual oligarquía se hizo en base al despojo de tierras al Estado legitimado por las dictaduras militares, las haciendas en el occidente se lograron con la apropiación indebida de las tierras comunitarias; la transferencia de excedentes al sector privado se realizó con contratos lesivos al Estado; el fraude, como los realizados por el caso FINSA o el Banco FASSIL, han sido frecuentes para acumular riquezas; el lavado de dinero, que vienen de actividades delincuenciales como el narcotráfico, el contrabando o la trata de personas.
El “modelo cruceño” hiede a corrupción.
La palabra corrupción proviene del latín “corrumpere”, que significa alterar y trastocar la forma de algo y/o echar a perder, depravar, dañar o podrir; por tanto, todo lo podrido hiede.
En estricto sensu, no existe un modelo de desarrollo cruceño, éste no es más que el resultado de dos experimentos de desarrollo capitalista impuestos desde el exterior, primero al Gobierno del MNR en mitad del siglo pasado y continuado por la dictadura de Banzer, para transferir los excedentes mineros a Santa Cruz, el Estado fue la “Vaca lechera” para crear la “burguesía nacional”, después del ciclo nacionalista, vino el periodo neoliberal, el festín de la corrupción en la privatización del sector estatal, que costó al país más de 20.000 millones de dólares (según la investigación de la ALP), fue el otro impulso que recibió la oligarquía cruceña para consolidarse como élite dominante. Pero, no es el juego libre del mercado como proclama el neoliberalismo, lo que les permite el “éxito”, fueron y son los favores del “papá Estado”, basta poner como ejemplo, el subsidio millonario al diésel, que muchas veces acaba en el contrabando para multiplicar las ganancias ilícitas de algunos sectores de la agroindustria.
Detrás de todo este proceso, se ocultan varias historias de corrupción, que fueron las palancas de la acumulación originaria de capitales de esta élite vinculada a los poderes políticos, económicos y sociales cruceños. Ahí están la estela de bancos y entidades financieras que hicieron fracasar esta élite cruceña: Banco Santa Cruz, BANCOSUR, Banco Progreso, BIDESA, Cooperativa San José Obrero, Mutual Guapay, a los que hay que agregar al Banco Agrícola de Bolivia y la cooperativa de teléfono COTAS, ahora Banco FASSIL; instituciones financieras que sirvieron para que esta élite se apropiará de los recursos del Estado, y para que los millones de ahorristas, entre ellos empresarios pequeños, financien los despilfarros de la oligarquía cruceña, demostrando que la corrupción es un elemento estructural del sistema político, que además refuerza su estructura social dominante.
La élite defiende su “éxito”
Cada vez que se toca la mata de la corrupción, inmediatamente salta la liebre: “es un ataque a Santa Cruz”; éste es el argumento que se ha utilizado en los dos grandes escándalos de corrupción develados en los dos últimos años, en el caso de los ítems fantasmas en la alcaldía de Santa Cruz y la estafa piramidal en el Banco FASSIL. En el primer caso, Camacho y Calvo, convocaron a defender “la institucionalidad cruceña” que estaba siendo avasallada por el centralismo; en el segundo caso, Camacho desde la cárcel y Larach desde el Comité Cívico, convocaron a defender el “modelo cruceño” de desarrollo, pero al mismo tiempo llamaron a acabar con la dictadura en nombre de la democracia y la libertad. Es decir, se convoca a defender el desvío de fondos estatales, los préstamos incestuosos, las estafas piramidales, el pillaje como si fueran patrimonios cruceños, cuando este modo de vida es sólo de una élite y no del pueblo cruceño. “Con razón”, se dice desde los sectores populares, tanto se opusieron a la ley de investigación sobre las ganancias ilícitas; el año 2021 obligaron a levantar esta ley, y a los pocos días se denunció el caso de corrupción de los ítems fantasmas; los mismo ocurrió el 2023, y se descubre el caso de estafa más grande de la historia en el banco FASSIL. No es el pueblo cruceño el corrupto, es esa élite que a su nombre busca impunidad, por otro lado, la democracia no morirá por estos actos de corrupción, pero tiene olores nauseabundos.
¿Y, el Gobierno? El Gobierno no puede asumir una actitud contemplativa, eso sólo facilita la labor de quienes quieren acortar su mandato y eliminar políticamente al Presidente, a Camacho y Larach, ahora se han sumado Romero y Quintana, que le han dado fecha de expiración. Deben mostrar en los hechos que están dispuestos a combatir la corrupción venga de donde venga, protegerse “en lo correcto”, es sólo signo de debilidad.
Fidel Kanki