Se esta gestando un nuevo TIPNIS llamado Amparo Carvajal
La conspiración contra el gobierno de Luis Arce Catacora, el intento de acortar su mandato en supuesto beneficio de candidaturas de la derecha -incluyendo los núcleos conservadores del MAS-, no han dudado en “inventar” la posibilidad de creación de un nuevo hito en su estrategia.
Si en 2011 el cuerpo del complot en nombre de los derechos humanos de los pueblos indígenas fue el territorio del Tipnis; hoy el cuerpo de los derechos humanos de quienes no dudan en llamar “india de mierda, campesina patarajada” a una mujer policía que custodia un inmueble, es el cuerpo de Amparo Carvajal, una anciana de más de ocho décadas y con serios problemas de salud y emocionales.
La derecha y su empleador principal, la Embajada de la avenida Arce, en su versión liberal de los derechos individuales, no duda en nombre de los principios que hicieron posible la revolución francesa, convertir a una persona de la tercera edad, en objeto de sus pretensiones políticas. Vaya discurso contradictorio: alguien que debía ser sujeto de derechos, convertido en objeto conspirativo.
Al producirse esta transición, el discurso de los derechos humanos esgrimido por la derecha y sus gerentes, resulta hueco, carente de valores, utilitario y por que no decirlo, hasta delincuencial, pues usan el posicionamiento de Amparo Carvajal, para convertirlo en un potencial asesinato, en la medida que la instan “en nombre de la consecuencia” a un suicidio, por la irracionalidad de sus actos (trepar escaleras de construcción o dormir en la intemperie), los mismos que convertidos en bandera política, la convertirían en mártir y motivo de placas y concentraciones en la 6 de agosto, a una mujer que tuvo un pasado valiente, pero que en su senectud se equivocó apoyando dictaduras y paramilitares con el mismo ahínco que antes los condenaba.
Amparo como persona merece todo el respeto, pero como activista de los derechos humanos será motivo de nuestra fuerte y profunda crítica pues se equivocó y las equivocaciones en el activismo de los derechos humanos, tienen precio. No puedes confundir a un dictador con un demócrata, a mercenarios a sueldo con luchadores por convicción, a procesos de efervescencia popular con populismos “fascistas” como ella señalaba. Por eso mismo, dividió a la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos de Bolivia en corrientes a favor o en contra. Amparo es un hito en la división no solo de la Asamblea, sino de los derechos humanos en Bolivia. Es un triunfo para la visión neoliberal de los derechos humanos.
Pero una cosa es la discusión y debate entre activistas y otra la instrumentalización que hace el imperialismo y sus agentes de estos activistas, no solamente en Bolivia, sino en todas partes del mundo en las que son combatidas las prácticas de violaciones de los derechos humanos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales en función de los intereses de las transnacionales.
Los asesinatos de activistas de derechos humanos en Guatemala, Honduras, Colombia, Argentina, Chile, Perú no son una casualidad. Y los autores, no son luchadores justicieros sino bandas mercenarias armadas y defensoras de intereses privados.
No queremos a Amparo Carvajal mártir, no se lo merece. Al mismo tiempo denunciamos ante la opinión pública nacional, internacional y los organismos de derechos humanos, a quienes la instrumentalizan y empujan a tomar decisiones extremas, que en una persona de su edad y condición son peligrosamente direccionadas hacia un martirologio inútil, con el sólo objetivo de convertirla en bandera política conservadora, reaccionaria y republicana.
Que este sea un motivo para iniciar un amplio y profundo debate sobre los derechos humanos que nos permita volver a las raíces de una institución que no tiene por qué estar dividida sino que debe seguir acompañando y expresando como un día lo hizo, los intereses de las grandes mayorías trabajadoras nacionales, pertenencia expresada en la estructura del Comité Ejecutivo Nacional de la APDHB.