El modelo Huaytari

Una madre llorosa, pide a su hijo que le devuelva el dinero que le prestó. Esta imagen que ha circulado en redes, nos obliga a pensar en la miseria humana. La práctica perversa del poder político transforma completamente a las personas, peor aún si carecen de una sólida formación ideológica. La madre angustiada es nada menos que la madre del presidente de la Cámara de Diputados.

La inclusión de las naciones y pueblos originarios en la política, significó una esperanza de recambio en la forma y estructura de la disputa por el poder y el gobierno. Lamentablemente, el curso de la historia nos está demostrando que todos los vicios coloniales no han sido superados, especialmente en las naciones más importantes de Bolivia como son los quechuas, aymaras y guaraníes.

La denominación de “organizaciones sociales” ha despojado de su propia identidad a los movimientos sindicales, que por su naturaleza se autodefinían como “revolucionarias”. Estos sindicatos, de sólidas organizaciones respetuosas de sus normas internas han devenido en poderosas agencias de empleo, desnaturalizando sus orígenes de reivindicación y lucha por cambiar las estructuras socio-económicas del país, en esa medida han devenido en organizaciones conservadoras.

La organización es el reflejo del pensamiento de los hombres y mujeres que lo sustentan, así pues, desde hace tiempo los dirigentes y dirigentas de las organizaciones sindicales, han retornado a la vieja práctica clientelista creada por el MNR y mantenida con el Pacto Militar Campesino (PMC) abandonando el horizonte histórico de sus propios documentos, subsumiendo a los movimientos sindicales a su tradicional rol de actores de segunda fila en el ejercicio del poder político.

El caso del presidente de la Cámara de Diputados, es el mejor ejemplo de esta involución, no solamente de valores dentro del sindicalismo campesino, sino del retorno a la práctica oligárquica de la política, que considera una oportunidad para “hacer negocios” y para esto realiza “inversiones” previas para ser elegido, en este caso el Diputado Huaytari, “invirtió” los ahorros de su madre, que bajo la figura de préstamo le facilitó su tarea proselitista; pero como es bien sabido la ambición es la base de un rápido enriquecimiento, olvidando cualquier precepto ético. Huaytari representa la mercantilización de la política y la pérdida de valores concentrados en el “ama sua, ama llulla y ama k’ella” de las culturas andinas. Entonces ¿Cómo volver a confiar en un discurso que apela a la ética andina?

Nosotros, militantes de la descolonización y defensores de las culturas originarias, debemos ser los primeros en realizar una dura crítica a estos representantes que han logrado un lugar en la política justamente por ser representantes de una determinada nación originaria, pero han perdido la batalla contra la colonialidad que los habita.

Estamos conscientes de la reacción de los ayllus que desconocieron a Huaytari como su representante, esa conciencia colectiva que subsiste en ayllus y comunidades, sólo tiene valor simbólico porque los mecanismos de una democracia occidental permiten una representación perdida, y esto es producto de la no aplicación de la democracia comunitaria en el mismo nivel que la democracia representativa liberal; esta es una deuda del proceso de cambio. Mientras el filtro de la democracia liberal, condicione los “usos y costumbres” de las comunidades y ayllus seguiremos teniendo Huaytaris, en el parlamento que ya dejó de ser “Plurinacional” para convertirse en una olla de grillos, disminuida, además, por el poder Ejecutivo.

Las organizaciones sindicales se encuentran ante el desafío de recuperar su carácter revolucionario, superando el prorroguismo, que es la más perversa práctica dentro de la democracia proletaria y comunitaria. La política se ha devaluado, la ideología se ha congelado para algarabía de los eternos “salvadores de la democracia” que se frotan las manos por lo conseguido en la mayoría de los países de la región y que hoy se encuentran infiltrados en el gobierno boliviano y en los sindicatos, y que se encuentran a punto de lograr su objetivo que no es otro que enterrar para siempre un intento serio de liberación-descolonización como fue la creación del Instrumento Político. En este escenario los personajes como Huaytari juegan un rol principal.

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