¡Sinverguenzas!

El portavoz de dios en Bolivia, ha reclamado “dejen de pelear y dedíquense a salvar al país que está en cenizas” palabras más, palabras menos este encargado de negocios de la fe, se ha olvidado rápidamente que ellos, los portadores de sotanas han sido los culpables para que el país se encuentre “en cenizas” fueron ellos quienes en contubernio con la crema y nata colonial pusieron una presidenta que se dedicó a destruir la economía, a paralizar los proyectos previstos que deberían reemplazar el gas por el litio como garantía de ingreso de divisas. Fueron ellos que se sumaron al coro que repetía “fraude monumental” y tiraron al tacho todo principio de verdad, justicia, respeto y fueron los cómplices de las masacres, y fueron ellos los que acrecentaron el poder de los agroindustriales, que buscan de manera afanosa ampliar su frontera agrícola y autodotarse de miles de hectáreas.

“Dejen de pelear” dicen hoy cuando en el año 2019 fueron los impulsores y promotores de la violencia ¿Acaso no fueron los rosarios, las oraciones y las vírgenes, las protectoras de la violencia? Los bolivianos y bolivianas no hemos olvidado las oscuras reuniones en los locales de la obra de dios, y las bendiciones otorgadas a los “sepulcros blanqueados” que dieron el golpe de Estado.

La iglesia católica que llegó de Europa a los andes fue el mejor instrumento para destruir a la civilización que era mucho mejor a la Europa de finales del siglo XV. J. Barnadas, un ex jesuita nos recordaba: “..Había que derrotar el poder político americano (del Estado Inka, debemos añadir) políticamente, como una exigencia no solo para poder evangelizar sino para poder practicar la fe cristiana. Ese sentido mesiánico tenía, además, consecuencias de tipo social en tanto daba lugar a una mentalidad de superioridad sobre cualquier otro ser humano ajeno a la cultura europea en la que la religión es un elemento fundamental” esa es la raíz del racismo, practicada, como se explica a partir de la religión católica y asumida por todos los extranjeros.

Como hemos visto, pese a la declaración de “Estado Laico” en nuestra Constitución, la iglesia católica sigue teniendo el poder colonial, y es que, en la trama del poder, que entendemos como un sistema de relaciones de poder, la iglesia articula a los sectores más conservadores, racistas y económicamente poderosos.

Las dificultades para consolidar el Estado Plurinacional, por la poca dedicación de la gestión político-ideológica del gobierno Morales-García, también incidió en la implementación de mecanismos que permitan cortar los viejos lazos de poder de la iglesia católica con el Estado, para que el Estado laico sea una realidad, más que un enunciado.

Después del golpe del año 2019, nuevamente la iglesia ha manifestado su poder, pese a las reiteradas denuncias de las conductas perversas de varios sacerdotes, poder que se ha visto reflejado en la gestión de gobierno cuando un miembro del Opus Dei ejerció el cargo de ministro.

Las “cenizas” del país son causadas por la sed de tierra que tienen muchos de los feligreses ligados a la agroindustria y en detrimento de los pobres de la tierra como son los pueblos indígenas. Visto todo lo anotado resulta una actitud por demás perversa y sinvergüenza de convocar a la paz, cuando son portadores de poder, que como en el año 2019 se convierte en poder violento.

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