¿Revolución democrática?
La historia es la historia de la lucha de clases, señalaba Marx, ciertamente, aún en países con una incipiente industria (generadora de proletarios) las vanguardias rebeldes y combativas pertenecían a sindicatos obreros. En Bolivia fue el proletariado minero que se constituyó como vanguardia de las reivindicaciones sociales, políticas e ideológicas.
La lucha de clases se materializa en la contradicción entre el trabajo y el capital, que incluye un proceso de explotación por el trabajo no pagado (plus valía) y ese trabajo no pagado al obrero engrosa el capital del dueño de los medios de producción. Esta contradicción se resuelve anulando la propiedad privada de los medios de producción, es decir con una revolución. Este carácter revolucionario tiene en el marxismo su teoría, su ideología, entonces toda propuesta de romper la explotación capitalista tiene su propuesta revolucionaria el socialismo, como una transición hacia una sociedad comunista.
En Bolivia las organizaciones marxistas han propuesto la revolución como el motor de la transformación de la sociedad, uno de ellos y el más radical en esta propuesta es el Partido Obrero Revolucionario (POR). Pero la propuesta revolucionaria tiene que cumplir ciertos prerrequisitos y por esto, en uno de los documentos más radicales del movimiento minero podemos encontrar ideas como las siguientes: “Los trabajadores del sub-suelo no insinuamos que deben pasarse por alto las tareas democrático-burguesas: lucha por elementales garantías democráticas y por la revolución agraria antí-imperialista. Tampoco negamos la existencia de la pequeña burguesía, sobre todo de los campesinos y de los artesanos. Señalamos que la revolución democrático-burguesa, si no se la quiere estrangular, debe convertirse sólo en una fase de la revolución proletaria.”
La tarea democrático burguesa, no es otra cosa que aceptar las reglas de la democracia liberal y es en este punto, que nos hemos estancado, Chile ha sido la más dramática experiencia de tratar de superar la democracia liberal y convertirla en un proceso revolucionario.
La revolución es justamente la ruptura de un orden, que se supone democrático, pero que en realidad es la forma en la que se mantiene y perpetúa el sistema de explotación capitalista; en consecuencia, cada momento de consolidación democrática es un alejamiento de la posibilidad de una revolución. Esta “democracia” permite lo que actualmente se conoce como law fare, es decir utilizar los mecanismos legales que la democracia permite, para frenar y erradicar toda posibilidad revolucionaria; alterando sus propios principios, pero respetados por tratarse de un principio de obediencia a la ley construida democráticamente.
El largo proceso boliviano ha demostrado como el mismo cuerpo proletario asumió y defendió la democracia que luego se volcará contra él hasta destruirlo (1985). Con la reforma de la Constitución se logró incluir la forma “democracia comunitaria” como una posibilidad de transformar la democracia liberal occidental en una práctica comunitaria, es decir abandonar las burocracias, los recovecos jurídicos, las jerarquías y la concentración de poder. Hoy toda esa intención se ha convertido en una utopía.
Es necesario repensar la democracia y su práctica, su imposición como modelo de organización social, en un contexto como el boliviano que durante siglos preservó otra forma de organización social, económica y política, ignorada por la mayoría de las corrientes marxistas y calificadas muy apresuradamente como “sectores de la pequeña burguesía”; estos “pequeño burgueses” fueron sistemáticamente masacrados por las oligarquías feudales, despojados de sus tierras y alejados de toda protección del Estado, siendo la población mayoritaria hasta nuestros días. Sobre estos temas, la izquierda jamás ha demostrado voluntad de autocrítica, lo que constituye una muralla para lograr esa unidad soñada entre “obreros y campesinos”.
Este repensar la democracia, incluye la estructura social boliviana que no es, de lejos, la estructura social de Inglaterra o Alemania del 1800, que fue la que estudio Marx, y que recomendaba tomar en cuenta las particularidades de cada sociedad para iniciar su propia revolución y esa recomendación se aplicó en Bolivia en el año de 1952.
A partir del 9 de abril de 1952 el debate político será: nacionalismo o socialismo, es bueno tomar apunte de la transformación paulatina del llamado nacionalismo revolucionario, en un liberalismo renovado (neoliberalismo). Por su lado ese sujeto excluido que desde el año 1952 tenía el derecho al voto, generó su propia teoría política: el Katarismo diferenciado del indianismo propuesto por F. Reinaga, el Katarismo se autoidentificó como “revolucionario” pero terminó aliado al MNR neoliberal.
¿Qué queda de una izquierda marxista revolucionaria en Bolivia? La Central Obrera Boliviana (COB) que era la usina ideológica de la izquierda boliviana ya no existe, esa guía política del movimiento popular no tiene reemplazo, eso explica la actual quietud del pueblo frente a la crisis económica. Por otra parte, las organizaciones de izquierda fueron subsumidas al interior del MAS, algunas de ellas actuando de manera corporativa mantienen su estructura orgánica, pero muy disminuidas en su acción pública. No existen liderazgos jóvenes en la izquierda boliviana, la crisis interna del MAS no tuvo un debate político ideológico, sino una disputa de buenas y malas conductas entre dos personas.
Con todo este panorama es difícil creer en un proceso verdaderamente revolucionario en Bolivia, entonces la salida es ¿seguir consolidando una “democracia” que permite un manejo discrecional y patrimonial del poder político? Una democracia que ha posibilitado que todo el poder político se concentre en unos cuantos juristas, alterando todo precepto constitucional. Una democracia que permite que un retrato de una golpista este junto al rostro de Bolivar y Sucre, en resumidas cuentas, a lo largo de nuestra historia la democracia ha permitido el saqueo de nuestros recursos naturales, saqueo de las arcas del Estado y luego, estos mismos personajes (saqueadores, golpistas, racistas) pretendan ser candidatos para continuar con sus fechorías.
No existe en Bolivia un “movimiento pendular” u “Olas” entre socialismo y liberalismo, lo que existe es una constante consolidación del sistema capitalista, cuyo caballo de Troya se llama: “Democracia”.
¿Abandonar la revolución? ¡Por supuesto que no! justamente el agotamiento de lo que denominamos sistema democrático, ha sido quebrado en Bolivia por la acción del pueblo organizado algunas veces, desorganizado otras tantas, pero dejando luego en manos de los “demócratas” la continuidad de la historia, eso pasó el año 1979, 1982, 2003, 2020. Las situaciones pre-revolucionarias evolucionaron a favor de la democracia liberal, favoreciendo, siempre a los sectores económicamente poderosos, las llamadas “vanguardias políticas revolucionarias” siempre sucumbieron ante las “tareas democrático burguesas” y ganando su reputación de “termidorianos”.
Una estrategia revolucionaria, repensada con los nuevos actores políticos en Bolivia parece ser el camino, pero para esto será necesario dejar de pensar en la coyuntura electoral como el centro del debate político, en las circunstancias regresivas del momento, estamos obligados a recuperar la práctica política como el camino hacia la transformación económico-social, y dejando de lado el interés individual del fácil enriquecimiento que es el “modelo” tradicional de la política, por lo menos en Bolivia, para no incluir al continente. Dura batalla en este mundo de presión mediática cuyo objetivo es la anulación del pensamiento crítico y el incremento del consumo irresponsable.
Antonio Abal O. enero 2025
Año 200 de los “doctorcitos de Charcas”